Un velero de élite logra llegar a Canarias sin palo, con cometas de kite-surf

Fotografía facilitada por EyeSea Production que muestra al 'Arkema', del francés Lalou Roucayrol. EFE

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

El francés Lalou Roucayrol acaba de protagonizar en el Atlántico una estampa comparable a la de un Fórmula 1 remolcado por un humilde diésel, al llevar su Arkema, el multicasco más moderno del mundo, de Madeira a Canarias con cometas de kite-surf, tras haber perdido el mástil.

Toda una celebridad en el mundo de las grandes competiciones de vela en solitario, Roucayrol ultima estos días en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria las últimas reparaciones del Arkema Region Aquitaine, el trimarán con el que aspira a ganar este otoño la prestigiosa Ruta del Ron (de Bretaña a Guadalupe, en el Caribe).

El Arkema -botado en 2013, lo que le convierte en el último multicasco de la clase M-50- está fuera de juego desde noviembre, cuando Lalou Roucayrol y Mayeu Rifflet sufrieron un accidente con él unos 370 kilómetros al oeste de Lisboa, mientras pugnaban por auparse a la primera plaza de la regata Transat Jacques Vabre.

“Navegábamos a 20-22 nudos (37-40 Km/h), casi de noche, cuando el barco perdió el control porque pinchó la proa en el agua y se frenó de golpe, con lo que dio la vuelta y trabucó. Perdimos el palo y las velas y el barco quedó boca abajo”, relata a Efe Roucayrol.

Los dos náufragos pidieron ser remolcados a Madeira (Portugal), el lugar que en esos momentos se presentaba como más seguro dadas las condiciones del mar, pero allí no encontraron la capacidad logística que necesitaban para reparar el “Arkema” y pensaron en otra opción: llevar el trimarán al Real Club Náutico de Gran Canaria, donde conocían a un viejo colega de regatas, Jorge Cantero.

El “Arkema” es todo un prodigio de diseño náutico, está equipado con lo último en tecnología de navegación deportiva y además ha sido fabricado con un nuevo tipo de resinas más ligeras y resistentes.

Sin embargo, como todos los barcos de esta clase, su motor para emergencias tiene muy poca autonomía y resultaba inviable navegar con él las 367 millas (679 Km) que separan Madeira de Canarias.

Ante la alternativa de afrontar más costes con otro remolque, Roucayrol prestó oídos a la idea de un amigo, Yves Parlier, otro navegante francés que trabaja en el desarrollo de prototipos de cometas adaptadas para por arrastrar grandes mercantes y ahorrar combustible, pero que nunca se habían probado en multicascos.

Durante la travesía de Madeira a Gran Canaria, Lalou Roucayrol y sus tres compañeros en esa nueva aventura probaron varios tipos de cometas, con varias combinaciones y disposiciones, hasta comprobar que las más manejables eran las más parecidas a las de kite-surf.

“El sistema kite es completamente nuevo y, al probarlo por primera vez, surgieron algunos problemas”, confiesa Roucayrol. Sin embargo, una de las combinaciones funcionó y pudieron desarrollar velocidades de seis nudos (11 Km/h) que les llevaron en tres días desde Madeira a La Graciosa, en el norte de Lanzarote.

El navegante francés no ve que se utilicen a corto plazo este tipo de velas-cometa en competición, pero sí cree que su experiencia demuestra que pueden ser una opción de seguridad para los barcos de regata, que “se quedan prácticamente indefensos en el mar” cuando tienen un accidente como el que él sufrió y pierden el mástil.

La reparación del Arkema en el puerto de Las Palmas se ha prolongado varias semanas porque Lalou Roucayrol optó por traer desde Francia el mástil que necesitaba de la forma “más verde”, a vela en un catamarán, pero su equipo ha aprovechado el tiempo para incorporar nuevos desarrollos tecnológicos que esperan probar en los próximos días, con la vista puesta en la Ruta del Ron.

Este año se espera que más de 30 barcos se inscriban en esa prueba transatlántica cuatrienal, entre multicascos M-50 y open-60.

El navegante francés acude dispuesto a llevarse la regata y tomarse su particular revancha por lo ocurrido en la última edición (2010), cuando quedó segundo y, de regreso a casa, perdió su barco en el mar. De aquel accidente surgió el sueño de un barco aún mejor, el Arkema, el Fórmula 1 al durante tres días remolcó una cometa.

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