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Dulce agonía

José Miguel Galarza

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Sostiene Juanjo Ramos en Twitter que el CD Tenerife vive una especie de dulce agonía del proyecto que ha construido alrededor de López Garai. “No hay falta de compromiso, ni se ve muerto al equipo. Pero no gana y pasan las jornadas entre elogios del rival y esperanzas rotas”. Como casi siempre ha sido, coincido con el compañero. Cumplido el primer tercio del campeonato, el balance del primer proyecto entero de Víctor Moreno es tan insípido como desconcertante el rendimiento del equipo y de su entrenador, capaz de un par de victorias demoledoras como de conceder puntos generosamente.

Este Tenerife del otoño propone mucho, pero engancha poco, alarga el campo para hacer suyo el juego con balón, mientras se descubre con aquella sábana de Jorge Solari que no daba para todo el cuerpo. Descubre carestías —la más asombrosa, la de laterales con un mínimo de solvencia para una liga profesional, excepción de un mejoradísimo Luis Pérez— y descubre, algo aún más preocupante, la sensación de que el entrenador también está en proceso de adaptación al ecosistema del tinerfeñismo y al propio de la competición. Lo uno podría disculparse, lo otro solo sería un aviso de crisis venideras ya conocidas.

Puede que nadie haya explicado a Moreno o a López Garai la particular forma de ver las cosas que tienen en esta isla los birrias más ruidosos, prestos a personificar todos los males del club en la persona del presidente. Si deja hacer, como es el caso, porque da hilo; si no, porque equivocó la elección. Haga lo que haga Concepción, al director deportivo le salva, por ahora, su juventud blanquiazul, poco tiempo para colmar de cadáveres el armario.

Lo del técnico tiene una lectura más inquietante. Perdido en cambiar de once una y otra vez y en la mala costumbre de comunicarse con sus jugadores a través de las ruedas de prensa, no apunta maneras de entrenador para el largo plazo. Y la forma de guardar el 0-0 ante el Huesca, antes incluso de la expulsión del lateral izquierdo, revelaría el deseo de evitar estropicios que provoquen la resolución de su contrato. Tal que una dulce agonía mientras espera una electroestimulación que no llega.

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