Anatol Yanovsky puede considerarse un ser privilegiado. Un artista con mecenas, con 485.000 mecenas, poco más o menos. Son los contribuyentes de Las Palmas de Gran Canaria que, con sus impuestos, costean el mantenimiento, el agua y la luz del edificio Miller, donde este buen señor explota un negocio privado, su centro de baile Trini Borrull. Tal canonjía se la deben los ciudadanos a Pepa Luzardo, que firmó con el artista un curioso convenio según el cual el Ayuntamiento cedía el uso del inmueble a cambio de no se sabe muy bien qué. En tal convenio, además, La Caja corría con los gastos de rehabilitación del espacio, de modo que la academia pudiera funcionar con coste cero, que es como los liberales mueven la economía. Se trata de un centro privado, y por lo tanto, las niñas que allí aprenden ballet pagan sus cuotas. Pero, ¿cómo se pagan esas cuotas?