3.000 vecinos de Almería se movilizan contra los recortes sanitarios: “Somos pueblos pequeños, pero somos personas”

Sonia, Ana, Teresa, José Miguel, Genoveva, Antonio o Carmen son los nombres tras los datos que evidencian que la situación de la atención primaria en Almería está desbordada. Ellos, como más de 36.000 ciudadanos que viven en la periferia de la capital almeriense, padecen a diario la falta de recursos que hacen que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) tenga un tapón que afecta a los ambulatorios y que deja sin una atención eficaz a los vecinos. Algo que reconoce, con matices, la propia Junta de Andalucía.

Cansados de la situación, un grupo de ellos, encabezados por Antonio Galdeano, han recogido más de 3.000 firmas y se han personado ante la Delegación de Salud de Almería para que escenas y situaciones impropias del año 2025 dejen de producirse en atención primaria. Consultorios que no abren desde hace meses por problemas en la infraestructura, personas con movilidad reducida que deben trasladarse muy lejos de sus domicilios o el problema común al del resto de Andalucía: la demora para ser simplemente atendidos por el médico de cabecera que se va a más de una semana de espera en la mayor parte de los casos.

Sonia lo intentó la semana pasada. La aplicación le avisó de que alguien la llamaría “en un máximo de 72 horas”. La llamada llegó, sí, pero para decirle que fuera a las siete de la mañana y que hiciera cola porque sólo había cuatro citas disponibles para ese día. “Y luego las salas de espera están vacías. Pero vacías del todo. No lo entiende nadie”, lamenta. Una situación que se repite una y otra vez: pedir cita, esperar entre 10 y 14 días y, si la cosa se complica, acabar en urgencias. Todo mientras la Consejería de Salud había prometido que las citas se darían en menos de 72 horas.

Caos asistencial

Pero la realidad, según denuncian en Marea Blanca Almería, es otra muy distinta: “Nunca se encuentran citas en menos de 7-10 días”, señalan, con ejemplos de demoras que alcanzan los 14-20 días en varios centros de la capital. En los barrios y pueblos que rodean Almería, la situación se agrava aún más. A San José sólo llega una médica por las mañanas y el retraso mínimo en obtener cita es de una semana. En El Pozo de los Frailes, dos días de consulta por semana implican dos semanas de demora.

Y en localidades como El Barranquete, Albaricoques, Los Escullos o La Isleta del Moro, el médico sólo pasa una vez cada siete días. Si alguien sufre una urgencia fuera del horario establecido, debe esperar a que una ambulancia llegue desde El Toyo o Níjar. En una población envejecida, esto no es sólo un problema de gestión: es un riesgo para la salud, según denuncian los vecinos de la zona.

José Miguel, uno de los lugareños afectados por la falta de medios, lo resume: “Somos pueblos pequeños, sí, pero también somos personas. Y aquí la sanidad se ha quedado sin sitio”. En Albaricoques, el consultorio se cerró hace más de seis meses tras derribar el edificio anterior. No hay alternativa habilitada. La única atención primaria con la que cuentan es con la de un número de teléfono que no siempre se coge a tiempo.

Mientras todo esto ocurre, los hospitales viven su propio colapso. Un joven de 29 años, con un sinus pilonidal infectado y drenado en dos ocasiones, tenía programada una cirugía. Sin embargo, se suspendió porque no había tiempo en quirófano debido al retraso acumulado en intervenciones previas: “Se suspende intervención quirúrgica por prolongación de quirófanos previos que ocasiona una falta de tiempo para la correcta realización”, reza el parte médico al que ha tenido acceso este medio. Un caso más que ilustra que el tapón empieza en los centros de salud y termina en los hospitales.

Agotamiento vecinal

Antonio Galdeano explica que la plataforma vecinal que se está plantando contra la Junta de Andalucía surgió porque “esto se ha vuelto continuo y permanente”. Falta de cobertura de bajas, rotación constante de médicos sustitutos o cupos desbordados. Cabo de Gata ronda las 1.900 tarjetas por médico, Retamar llega a las 2.000, muy por encima de la recomendación legal de 1.200. El resultado: un médico de familia que ya no es “el de siempre”, el que conoce tu historial, sino un profesional distinto cada vez y, demasiadas veces, lejano y desconocido.

Desde el Distrito Sanitario de Almería, sin embargo, rechazan que la raíz del problema esté en la falta de personal. Aseguran que la plantilla está “cubierta y reforzada en los últimos años” y que las demoras responden a un “nuevo modelo asistencial” que reduce las consultas por médico -de 60 a 35 al día- para una atención “más personalizada y de calidad”. También anuncian futuras ampliaciones de consultorios y desdoblamientos de cupos en La Cañada, Retamar y Cabo de Gata, con la promesa de ir “de la mano de vecinos y profesionales” para lograr una atención “cercana, equitativa y de calidad”.

Pero los vecinos insisten: llevan desde julio pidiendo una reunión con la Delegación de Salud. La solicitud se reiteró en septiembre. “Silencio total”, denuncia Antonio. Y mientras esperan esa respuesta que no llega, siguen sumando firmas, siguen levantando la voz y siguen recordando que la sanidad pública no debería depender de madrugar para hacer cola, vivir cerca de un consultorio que permanezca abierto o tener la suerte de que ese día haya médico.

Porque para Sonia, Ana, Teresa, José Miguel, Genoveva y tantas otras personas, no hay nada más básico que saber que, si un día se levantan con dolor, su centro de salud va a estar ahí. Y que va a responder.