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Recuerdos de las navidades pasadas en Las Hayas

Efigenia Borges este pasado domingo en su casa

Pablo Jerez Sabater

Valle Gran Rey —

Me siento a la mesa con Efigenia. Acabo de terminar de saborear su famoso puchero y me tiene preparadas unas tortas de cuajada. Me cuenta cómo eran las navidades antes en esta zona de la Isla. Hablamos de las medianías y, más concretamente, de Las Hayas. Fuera hace frío. En la mesa los dos, frente a frente, al calor de una estufa, me dice que “antes se hacían amasijos de toda clase y se preparaban las comidas en las casas de familia y se tocaban los tambores, chácaras, guitarras y cantares”. Una Navidad musical, entiendo. “El día de Navidad era en las casas”, me repite. “Luego en fin de año era lo de los Años Nuevos en Arure”, me cuenta (aunque de eso ya me hablará, asegura).

“Se ponía todo lo que había en la mesa: bebidas, comidas... y te digo que en esas fechas no se usaba coca cola ni nada de eso, sino vino y las bebidas que se preparaban en las casas como la mistela”, me cuenta. “Habían casas donde era costumbre el cabrito por Navidad; en la mía no. Nosotros guisábamos papas, las arrugábamos, queso, ensalada... y los amasijos que te digo: rosquetes, bollos de leche, tortas de cuajada, bizcocho fino también”, recuerda con la memoria plena de facultades y recuerdos. “Ya te digo: en estas fechas lo que había era vino, agua, zumo que hacíamos de manera natural y aguardiente hecho en casa para los que bebían, claro”, apunta.

Le pregunto si había costumbre de matar un cochino por Navidad. “En algunas casas sí pero más que nada los mataban el Día de los Santos”, me responde. “Cada casa llevaba su rutina; se reunían a tocar tambores y había uno que cantaba, era Manuel Plata, y decía: Si vas a misa mañana / mira, que al pasar me llamas”, recuerda. “También decía: El que quiera venir venga / la parranda está en la tienda”, eran los romances de antes, cuenta. También otros tocaban las guitarras y los laúdes –los Agustines, me dice que les decían- y cantaban: “Vamos todos a Belén / que el Niño está nacido / y la Virgen lo está abrigando / que está tullío de frío”. Nos reímos los dos. ¡Qué imaginación!, le digo. “Antes salían así los versos, sueltos”, confiesa.

Las casas, me cuenta, se decoraba como ahora. “Se ponían flores, se buscaba un pino o unos brezos granditos y se llenaban de cosas”, me comenta Efigenia. También me cuenta que antes no iban por las casas en Navidad. “Íbamos pero en Año Nuevo, y se cantaban mientras tenían las mesas preparadas”. Esos son los Años Nuevos, le digo. “Sí, pero eso era en Arure. ¿Quieres que te cuente cómo eran?”. Le respondo que sí, pero lo dejamos aparcado para volver a conversar el último día del año.

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