Espacio de opinión de Canarias Ahora
Siempre llueve en agosto
Vendrán tiempos en los que la normalidad de la vida política resulte aburrida. La normalidad según se mire, por supuesto, y según quién la mire. Cuando la inmundicia campa a sus anchas, a los perversos puede parecerles todo horrible. Esos son los males de la democracia, dicen. Y la democracia, como dijo Churchill, es el menos malo de los sistemas políticos y también el más caro.
Porque se acaba pagando por todo, hasta por lo que no se quiere, por las porquerías, por los desastres y los desafueros. Y por las corruptelas, claro. Se paga de una forma o de otra, con dinero y con desgaste. La diferencia siempre está en que a los sucios se les puede detectar, juzgar y condenar. Pero a la corrupción instaurada como método político es más difícil, lleva más tiempo y no siempre sale bien. Es fácil aplicar las diferencias a unos y otros, no hace falta dar nombres. Y los electorados, de unos y de otros, no se comportan, a la hora de votar, de la misma forma, también es fácil rastrear dicho comportamiento en las convocatorias a las generales de , por ejemplo, los últimos treinta años de nuestra democracia.
Porque siempre llueve en agosto, sobre todo en la segunda quincena. En algunos lugares, el Mediterráneo, tormentas y cosas así. En los nortes peninsulares, forma parte del paisaje y del paisanaje. En Canarias escapan como pueden, pero también aparecen chaparrones cuando nadie los espera.
La cuestión esencial radica en no perder los nortes, en no escatimar el gasto en brújulas y en libros de historia reciente y lejana: ayudan a comprender y a ajustar opiniones y reflexiones.
Más parece que estamos contagiados de exageración hiperbólica, valga la redundancia. Los medios y sus actores, algunos medios y algunas actrices y actores, deberían hacérselo mirar con cautela. Están aburriendo y cansando. Cada día no es un cataclismo, cada mañana no debería repercutir en las sinrazones del escándalo. Parece que el estilo, por llamarle algo, del periodismo deportivo más rancio que se hizo en este país con éxito, y que aún se hace, ha impregnado todas las formas y maneras de hacer periodismo hasta convertirse en única. Hay excepciones, por supuesto, pero asiladas e incluso ridiculizadas.
El pueblo, sin embargo, es sabio. Se contamina en parte, pero sabe discernir. Hasta las encuestas más sesgadas y acuciadas por el ambiente lo reflejan. Apelemos a la lluvia de agosto como purificación de los ambientes patrios, nos hace falta.
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