La erupción de seis años que empujó a los habitantes de Lanzarote a emigrar

Tinajo, en Lanzarote

Natalia G. Vargas

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Un manto negro compuesto por rocas volcánicas cubre 51 kilómetros cuadrados en el Parque Nacional de Timanfaya. El origen: una erupción que se prolongó durante seis años. El contraste de la oscuridad de las piedras con el color blanco característico de las casas hace de Lanzarote un paraíso en medio del Atlántico. Sin embargo, entre 1730 y 1736 la fuerza de la lava la convirtió en un infierno en el que desaparecieron pueblos y que obligó a sus habitantes, principalmente a los campesinos, a abandonar su lugar de nacimiento y emigrar hacia Fuerteventura. Las autoridades tildaron de ilegales estos desplazamientos, pues temían que Lanzarote quedara despoblada.

En los municipios afectados por el volcán de La Palma (Los Llanos de Aridane, El Paso y Tazacorte) ya se ha instaurado el miedo a un posible éxodo poblacional. La erupción se ha prolongado durante casi dos meses, y la violencia de sus coladas y su sonido están alentando a los palmeros y palmeras, damnificados o no, a marcharse. Algunas personas se han reunido ya con sus familiares de otras islas del Archipiélago. Otras piensan en regresar para siempre a sus países de origen porque en La Palma ya no les queda nada. “No es generalizado, pero se están dando casos de personas mayores que vivían aquí y se han ido con sus hijos a Gran Canaria o Tenerife y nos han dicho que no volverán”, contó a ahora.plus la directora del Colegio de Trabajo Social de Santa Cruz de Tenerife, Candelaria Delgado.

Carmen Romero Ruiz es especialista en Geomorfología volcánica y ha dedicado buena parte de su trayectoria investigadora a estudiar el volcanismo histórico de Canarias. La miembro del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) explica en su libro El relieve de Lanzarote que la erupción de Timanfaya transformó de forma radical el paisaje de la isla. 

La población de Lanzarote, compuesta entonces por 4.977 habitantes, ya estaba altamente empobrecida antes de 1730. Así lo explica la especialista en Geomorfología volcánica Carmen Romero Ruiz. Forma parte del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y ha dedicado buena parte de su trayectoria investigadora a estudiar el vulcanismo histórico de Canarias. En su libro El relieve de Lanzarote (2003), cuenta que pocos años antes de las erupciones de Timanfaya, el Cabildo de Gran Canaria prohibió la entrada de emigrantes procedentes de esta isla por el alto número de desplazamientos que se estaban produciendo. El municipio de El Sauzal también fue un lugar de acogida para los emigrantes conejeros.

Las erupciones acentuaron la crisis económica y social que atravesaba el territorio, explica Carmen Romero. “Todo parece indicar que los habitantes de la isla utilizaron los fenómenos eruptivos como excusa para poder alejarse de una situación económica y social precaria”, detalla la investigadora en su obra El relieve de Lanzarote. 

La pérdida de manantiales, pozos o aljibes supusieron un duro golpe para los recursos de Lanzarote, así como también la ganadería se vio dañada por la destrucción de áreas de pastos por la ceniza y la muerte de muchos animales. Varios pueblos desaparecieron por completo, entre ellos Mancha Blanca o Timanfaya. Mientras tanto, otras zonas como Uga, San Bartolomé, Yaiza o Nazaret no fueron destruidas, pero sí afectadas por la ceniza. 

Pese a que las emisiones de lava no cesaron durante seis años, al segundo mes los campesinos lanzaroteños ya comenzaron a marcharse hacia Fuerteventura. Pero en 1730, explica la autora, la Real Audiencia de Canarias prohibió las salidas de la isla. Esta decisión propició la emigración clandestina, así como el movimiento hacia otras partes de la isla como Teguise o Haría. 

El granero de Canarias 

Los materiales expulsados por los volcanes cubrieron casi un tercio de la superficie del centro insular, arrasaron algunas de las zonas más fértiles de la isla y destruyeron varios núcleos de población. “Los volcanes que se generaron marcaron profundamente no solo su paisaje, sino también la vida y la Historia de sus pobladores”, cuenta Romero. 

Hasta ese momento, Lanzarote era considerada “el granero” del Archipiélago por sus vastos cultivos de millo y por abastecer de cereales a La Palma, Gran Canaria y Tenerife. A veces, estas exportaciones se hacían de forma clandestina para esquivar los aranceles. Ahora, su producto estrella es la uva blanca con la que los agricultores producen sus reconocidos vinos. 

Ahora, algunos pueblos como Mancha Blanca vuelven a existir, aunque no en el mismo punto en el que estaban antes de las erupciones de Timanfaya. La lava empujó a sus antiguos pobladores a refundar un pueblo donde, cada año, la isla al completo homenajea a la virgen de Los Dolores por “protegerla de los volcanes”.

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