¿Cómo puede un puente sobrevivir a un huracán y perder su razón de ser? En Honduras, el río se lo llevó el viento y lo dejó mirando al vacío
Los puentes sirven como paso seguro sobre ríos o corrientes de agua, y en la mayoría de los casos permanecen donde fueron levantados durante décadas. Sin embargo, los cauces pueden transformarse con el tiempo y, en raras ocasiones, desaparecer o desplazarse. Esa alteración puede convertir una obra útil en una estructura aislada, suspendida sobre un terreno seco que antes estuvo cubierto por agua.
Tales cambios no siempre responden a la erosión gradual, sino a variaciones repentinas del terreno o a fenómenos meteorológicos extremos que fuerzan al agua a buscar un nuevo camino. En esas circunstancias, un puente que en su origen conectaba orillas opuestas puede quedar convertido en un monumento a la fuerza imprevisible de la naturaleza.
La construcción del sur de Honduras resistió el temporal, pero quedó sin función
El puente de Choluteca, situado en el sur de Honduras, representa de forma clara esa paradoja. En 1998, la obra soportó el paso del huracán Mitch sin sufrir daños estructurales, pero el cauce del río que debía atravesar se desvió. La corriente excavó una nueva trayectoria, y el puente, que había sido diseñado para resistir vientos y lluvias intensas, se encontró sin agua bajo sus pilares. Durante meses quedó suspendido sobre tierra firme, un puente sólido que ya no unía nada.
El desvío del río Choluteca fue el resultado de una avulsión fluvial, fenómeno que ocurre cuando una crecida extrema rompe las márgenes del cauce y el agua se abre paso por un terreno más bajo. Las lluvias torrenciales de Mitch hicieron que el caudal aumentara de forma descomunal y, al arrastrar sedimentos, el río buscó un atajo por una depresión cercana. El antiguo lecho quedó seco y el flujo principal se desplazó a un costado, dejando al puente en medio de una zona sin corriente. A simple vista parecía que el río había desaparecido, aunque en realidad seguía fluyendo, solo que por un trayecto distinto.
La estructura moderna, conocida también como Puente del Sol Naciente, había sido construida entre 1996 y 1998 por ingenieros japoneses. Con una longitud de 484 metros y vigas apoyadas en pilas de hormigón, fue una de las mayores obras de infraestructura del país. Su edificación formaba parte de un plan para modernizar la red vial y desviar el tráfico pesado de la carretera Panamericana fuera del casco urbano de Choluteca. Los cálculos y materiales empleados respondían a estándares preparados para soportar huracanes, lo que explica que el puente resistiera sin problemas cuando otros colapsaron.
La reconstrucción devolvió el uso al paso y separó funciones entre ambas estructuras
En octubre de 1998, el huracán Mitch azotó Honduras con lluvias equivalentes a varios meses en pocos días. Los deslizamientos de tierra y las crecidas destruyeron carreteras y puentes en gran parte del territorio. El nuevo puente de Choluteca permaneció casi intacto, pero los caminos de acceso quedaron destruidos y el paisaje cambió radicalmente. La fuerza del agua transformó el curso del río, dejando la estructura aislada, mientras los viejos puentes se hundían o desaparecían.
Con el paso de los años, el país reconstruyó la red de carreteras y se rediseñaron los accesos para devolver la funcionalidad al puente. Las obras permitieron que volviera a integrarse al sistema de transporte del sur hondureño. El antiguo puente Carías, restaurado, quedó destinado a tráfico local y a uso turístico, mientras el moderno retomó su papel principal como paso de la ruta Panamericana.
El conjunto se ubica en la ciudad de Choluteca, un área propensa a tormentas tropicales. El viejo puente, levantado en los años 30 por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, fue durante décadas un símbolo del desarrollo nacional. Tras el desastre de 1998, ambos puentes quedaron con funciones distintas. Hoy representan dos épocas de la ingeniería hondureña y la evidencia de que incluso las obras mejor diseñadas pueden quedar fuera de su propósito cuando la naturaleza así lo decide.
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