Badajoz: los encantos de una gran desconocida que merece mucho la pena
¿Badajoz? Sí, Badajoz. Lo que en un principio podría parecer una apuesta muy arriesgada para hacer una escapada de turismo urbano es una opción buenísima para pasar un par de días gracias a un aeropuerto que no deja de crecer y que ahora oferta vuelos directos con las islas (Binter vuela a la ciudad pacense desde el Aeropuerto de Gran Canaria dos veces por semana). La conocimos como escala en un viaje hacia Portugal y también probamos a pasar una jornada como excursión desde la cercanísima Mérida (una de las mecas para los amantes de la arqueología gracias a las huellas de Emérita Augusta y el Museo Nacional de Arte Romano). Pero la verdad es que la ciudad bien merece una visita de al menos dos días. Porque da mucho más de lo que podrá parecer para los que, como nosotros, desconocíamos todo lo mucho y bueno que ofrece. Habíamos leído sobre sus magníficos castillos y baluartes, amenazante reflejo de las murallas y castillos de la vecina Elvás (tras la raya de Portugal); también habíamos escuchado ecos de viejas batallas. Pero, como decíamos, Badajoz es mucho más que eso.
Cruzar el Guadiana por el Puente de Palmas.- La mejor manera de acercarse a la ciudad es desde la orilla norte del Río Guadiana que aquí se muestra ancho y poderoso. Desde los caminos del Parque del Guadiana se pone de manifiesto el carácter de ‘Plaza Fuerte’ de la ciudad. Se pueden ver los poderosos lienzos y bastiones de una muralla que oculta el casco histórico. Ya en esta orilla podemos empezar a comprender la idiosincrasia de esta ciudad de frontera que siempre miró con desconfianza al vecino portugués. El Fuerte de San Cristóbal (Cerro de San Cristóbal), baluarte artillero del siglo XVII, y el Hornabeque del Puente de Palmas (Fuente de la Rana), un potente baluarte del XVIII que protegía el acceso al puente, ponen de manifiesto el poderío de las defensas de la ciudad.
Desde aquí se puede cruzar el gran río hasta la Puerta de Palmas, la principal entrada a la ciudad y remataba noblemente la muralla medieval reforzada en el siglo XV. Los baluartes del XVII y el XVIII cambiaron por completo la fisonomía de las fortificaciones y esta puerta de estilo renacentista quedó exenta de los muros. Y qué muros… La historia de Badajoz está íntimamente ligada a su carácter de frontera: frente a Portugal y frente a otros poderes peninsulares. Badajoz nace en un periodo convulso de la historia ibérica: el siglo posterior a la invasión musulmana y la conversión del emirato cordobés en califato. Las fitnas (guerras civiles), las taifas (reinos musulmanes independientes). La expansión de Portugal hacia el sur, la ‘reconquista’ de los reinos cristianos y la posterior rivalidad entre España y el vecino luso son el contexto que explica el sistema de fortificaciones más extraordinario de España.
La mayor Alcazaba de la Península.- La ‘cerca vieja’ forma el conjunto fortificado musulmán más importante de España y una de las más extensas de todo el mundo (1.300 metros de perímetro). Un ‘castillo’ que hoy forma el gran conjunto histórico artístico de la ciudad. Sólo por ver esta maravilla merece la pena visitar Badajoz. La cerca vieja muestra la evolución de la arquitectura militar islámica entre los siglos IX y XII: esto es, entre la propia fundación de la cuidad (época emiral) y la etapa Almohade. Hablamos de un periodo que va desde la construcción del poder musulmán en España hasta la consolidación de la frontera al sur de Toledo. Esto explica la potencia de esta fortaleza que, de facto, ejercía de frontera ante el avance cristiano hacia el sur. Los elementos islámicos más destacados son las puertas del Alpéndiz, La Coracha y del Capitel y la Torre de La Atalaya, que recuerda a la sevillana Torre del Oro.
La Alcazaba ha sido un espacio central de la ciudad durante toda su historia. Aquí y en sus inmediaciones encontramos restos de los primeros pasos de Badajoz (ruinas de una mezquita, muros del siglo IX…) y de las sucesivas ‘Badajoces’ que se sucedieron a lo largo de los siglos: el Palacio de los Condes de Roca (siglo XVI) ejerce hoy de sede del Museo Arqueológico de Badajoz (Plaza José Álvarez y Sáenz de Buruaga) y el Hospital Militar ha reconvertido sus patios y claustros para albergar a la Biblioteca de Extremadura (Plazuela de Ibn Marwan). Fíjate en la torre del siglo XIV que media entre los pabellones del siglo XIX. Es lo que queda del antiguo palacio episcopal y de la primera catedral de la ciudad.
La ‘plaza mayor’ más curiosa de España.- La Puerta del Capitel (siglo XII) sirve para abandonar la Alcazaba e internarse en las callejuelas del centro histórico. Una de las grandes sorpresas de la capital pacense se encuentra muro con muro de La Alcazaba. Desde la Plaza de San José hay que pasar bajo el Arco del Peso (siglo XVII) para llegarse hasta Plaza Alta, una de las ‘plazas mayores’ más curiosas de España. Lo de las comillas es porque en sentido estricto no estamos ante una plaza mayor, pero como si lo fuese. O más. Ejerció de zoco durante la época islámica y se convirtió en sede del consistorio tras la llegada de los cristianos (el edificio del antiguo Ayuntamiento (Plaza Alta, 17) es un precioso ejemplo de ese mudéjar español tan bonito).
Una plaza incompleta… A finales del siglo XVII se decidió reformar el espacio al modo de otras grandes plazas de España; pero la guerra de sucesión interrumpió las obras y dejo el trabajo a la mitad. El resultado es uno de los recintos urbanos más curiosos del país donde mandan ‘las casas coloradas’ y su peculiar barroco bicolor (blanco y rojo). Saliendo de Plaza Alta por la Calle Castillo pasamos bajo la Torre de La Atalaya para ver las casas de El Campillo (Costanilla, 4). Aquí los arqueólogos están sacando a la luz varios talleres artesanales de la época islámica y casas medievales posteriores.
Las joyas del centro histórico de Badajoz.- Las calles que salen del entorno de Plaza Alta y Plaza se internan en la trama urbana para ‘desquiciados’ de la Badajoz medieval. Aquí se pone de manifiesto la herencia islámica en callejuelas de tazado irregular que van y vienen conectando plazas y plazuelas. Calles como Manuel Cancho Moreno, con sus casas adornadas con macetas de flores o la dupla formada por San Lorenzo y Moreno Zancudo, corazón de la antigua judería. La trama urbana se abre en unas pocas plazoletas que albergan los edificios de entidad: como Plaza de España, donde se juntan la Catedral de San Juan Bautista (Plaza de España, sn), un templo a caballo entre los siglos XIII y XVI que tiene más pinta de fortaleza que de iglesia, o el Ayuntamiento (Plaza de España, 1), un soberbio palacio neoclasicista del XVIII que vino a sustituir a las viejas casas consistoriales de Plaza Alta. El otro gran edificio histórico del casco viejo es el Convento de San Agustín (San Agustín, 1) con un claustro renacentista precioso y el edificio del antiguo Hospicio Real (Plaza Minayo), un gran conjunto de estilo clasicista (siglo XVIII) que hoy alberga un activo centro cultural (Hospital Centro Vivo).
Una vez visitados los grandes monumentos nos queda callejear para ver detalles, pequeñas iglesias y conjuntos arquitectónicos de interés. Como lo que hablan de la ciudad burguesa que surgió tras el trauma de las guerras napoleónicas que tuvo aquí uno de sus escenarios más cruentos (con grandes batallas y dos asedios que dañaron bastante la ciudad). Nos vamos a detener en dos lugares. El primero es la Plaza de Cervantes. Aquí te vas a encontrar un pequeño centro de arquitectura burguesa de los siglos XIX y principios del XX adornado con la Parroquia de San Andrés Apóstol (siglo XVI). Otro lugar más que notable es la Plaza de la Soledad (apenas una calle algo más ancha que sus vecinas). Aquí nos topamos con un pequeño centro modernista con varios edificios de interés: La Giraldilla; la Ermita de la Soledad; el Edificio de las Tres Campanas y la sede de la Concejalía de Recursos Humanos. Este espacio concentra muy buena arquitectura modernista en apenas unas decenas de metros. Es una calle muy fotogénica. Aquí al lado está el Museo de Bellas Artes (C. Duque de San Germán, 3), un centro especializado en el XIX y las primeras décadas del XX (hay obras de un tal Francisco de Goya o de Zurbarán).
Muy cerca de la Plaza de la Soledad hay otros puntos de interés: El Real Monasterio de Santa Ana (Duque de San Germán, 13), del siglo XVI y con un precioso claustro renacentista y el precioso edificio racionalista que alberga a la Biblioteca Pública Municipal (Plaza de Santa Ana).
Una cárcel convertida en museo.- El Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (Museo, sn) ocupa el lugar de una vieja cárcel construida después de la Guerra Civil española (1936-1939) por presos políticos. Estamos en un espacio de memoria muy importante ya que Badajoz fue una de las ciudades con más víctimas por la represión fascista del país (más del 10% de la población fue asesinada). Así que estamos en un lugar de alto contenido simbólico que se ha convertido en un museo concebido para resalar las conexiones históricas entre Extremadura y América.
La Villa Romana de La Cocosa (Carretera EX - 310).- Estamos a apenas70 kilómetros de Mérida, una de las grandes capitales de la Hispania romana. No es de extrañar que la campiña que rodea a la capital pacense esté repleta de huellas del pasado imperial. Uno de los más notables es la Villa Romana de La Cocosa. Esta enorme explotación agrícola se dedicaba al cultivo de grano y a la extracción de aceite de oliva entre los siglos I y IV de nuestra era. Las piezas encontradas en el lugar se custodian en el Museo Arqueológico de Badajoz, pero puedes hacerte una idea de cómo era el lugar
Fotos bajo Licencia CC: Diego Delso; Manuel QC; Olga Berrios; Stephen Colebourne; Paco; jmguel-photos; albTotxo; Santiago López Pastor; Jaime Pérez
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