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El año sin primavera destroza la economía de los ganaderos: “Hemos tenido que vender un lote de vacas porque no podemos alimentar a todas”

Tudancas en un campo asolado por la sequía.

Javier Fernández Rubio

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“Hemos tenido que vender un lote de vacas porque no podemos alimentar a todas”. Quien así habla es María Montesino, copropietaria de la explotación de ganadería extensiva La Lejuca, junto a Lucio González. Para ambos, 2022 acabó mucho antes de que dieran las doce campanadas el último sábado del año. La ausencia de primavera, la prolongada sequía veraniega y unas precipitaciones que no acababan de llegar en otoño les obligaron a clausurar el ejercicio antes. Dar por cerrado el año consistió en vender parte de sus reses y confiar en que las lluvias retornasen en 2023.

No es el lobo, ni las grandes superficies, ni los burócratas de Bruselas. La sequía es ahora mismo la que más está atacando a los ganaderos en Cantabria, y en especial de la comarca de Campoo. Se trata de un sector que ha de solventar la cuadratura del círculo de mantener precios y poder alimentar a sus reses con productos cada vez más caros.

El cambio climático está alterando los patrones de circulación atmosférica a escala mundial. Así, mientras España está en sequía, en Estados Unidos se atraviesa por una ola de frío. Cantabria actualmente pasa por uno de los períodos más secos. No es el primero que atraviesa, pero sí que es uno de los más severos. Así al menos dejan constancia los registros históricos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y confirma el delegado en Cantabria, José Luis Arteche.

El cambio de año no ha implicado cambios sustanciales: ligeras precipitaciones en períodos largos sin que llueva no es lo que el campo necesita. Los índices de precipitaciones desde hace dos meses son negativos y los modelos de predicción a largo plazo abren la incertidumbre sobre la evolución en los próximos meses. Al menos queda el consuelo de que las predicciones no son concluyentemente negativas, como se afirma desde la AEMET en Cantabria.

“Muchas ganaderías están pasándolo muy mal porque no salen las cuentas, todo el alimento que necesitan los animales es carísimo y luego los precios no son rentables si los tienen que cebar con piensos. En nuestro caso, hemos tenido que vender un lote de vacas porque no podemos alimentar a todas con los precios que hay este año”, aseguran desde La Lejuca.

Los pastos de montaña están secos, y los embalses, sobre todo el del Ebro, en niveles mínimos. Campoo, en todo caso, es un valle especial, climatológicamente hablando. Basta ver el mapa actualizado de la sequía para ver cómo el sur de Cantabria está en un amarillo intenso, que lo diferencia del color pajizo del resto de la comunidad, aunque la sequía en distinto grado, afecta a todo el territorio.

Sin primavera 

Este año pasado ha sido el más seco que recuerdan los mayores. Los prados que se han segado han producido prácticamente la mitad respecto a lo que se producía otros años y, como no ha habido lluvias suficientes, no ha habido primavera. Ello afecta al engorde del ganado. Los animales que pacen los prados con pastos abundantes en primavera se mantienen mejor ya que la hierba de primavera alimenta más [“enseba”, hace ganar grasa], pero este no ha sido el caso de 2022 y, dado que la incógnita no se resuelve, explotaciones como la de Montesino y González dan por cerrada la temporada.

Ellos, además, son un caso especial. La Lejuca produce carne ecológica 100% de pasto, un producto de temporada que se ve afectado por las condiciones naturales, dado que no interviene en el proceso fertilizante o abono químico alguno para acelerar el crecimiento del pasto. “Lo peor es la incertidumbre por cómo será la primavera del año que viene, si habrá de nuevo sequía o será un buen año con pastos abundantes”, asegura Montesino. 

Los puertos de alta montaña, dehesa y pastizales están secos. En el caso de La Lejuca, el pasto del Puerto de Aradillos y Fresno del Río se acabó pronto y quedó agotado en junio. Si a ello se suman las heladas tardías propias de Campoo, el brote de hierba no se produce o está quemado por el sol.

Ello repercute directamente en el engorde del ganado y el cierre temporal de los que no recurren a cereales y forrajes. Quienes sí recurren a ello han comprobado cómo estos meses la hierba seca, veza, silo, alfalfa, avenazo, esparceta y otras plantas forrajeras se han encarecido notablemente y escasean. El precio de los piensos, en consecuencia, es el doble respecto a los de 2021. La única ayuda que han recibido estos ganaderos campurrianos por la sequía se eleva a 1.500 euros.

Embalse del Ebro en mínimos

La temperatura y las precipitaciones se unen a la situación en los embalses, sobre todo el del Ebro, que tiene los niveles bajos, cuando en estos meses del año ya se debería haber recuperado sustancialmente. A día de hoy, el embalse, se encuentra a un cuarto de capacidad, manteniendo la tónica de finales de año.

El 27 de diciembre, por ejemplo, el pantano solo había ganado 1,69 hectómetros cúbicos de agua en comparación con el mismo día de la semana anterior. Su capacidad se situaba entonces en el 26,1% con 141 hm3 de los 540,6 que puede llegar a almacenar. Hace un año, el pantano tenía 324, con lo que actualmente tiene 183 hectómetros cúbicos menos.

Sin embargo, no solo es la sequía la causante del bajo nivel de agua embalsada. Para Carlos García, dirigente de ARCA, es la hiperexplotación constructiva la que ha disparado el consumo humano y la responsable en última instancia del agotamiento del agua como recurso. “En los últimos años ha llovido poco y el embalse del Ebro está en niveles bajos, pero llevamos muchos años también insistiendo a nuestros políticos regionales que el suelo es un recurso limitado, y el agua también. Permitir que en los municipios de Cantabria se construya en exceso y de manera desordenada lleva al agotamiento del poco agua disponible”, subraya.

La conclusión para él es clara: “Hay que limitar la construcción de viviendas en el territorio, adaptándola al agua que existe: que es limitada como también es limitado el territorio. Cantabria... no es infinita”.

Hay que limitar la construcción de viviendas en el territorio, adaptándola al agua que existe: que es limitada como también es limitado el territorio. Cantabria... no es infinita

El consumo de agua, sobre todo en la capital cántabra y en la franja costera, no es asunto baladí. Precisamente por ARCA, y precisamente por el agua, fue recurrido y anulado por el Tribunal Supremo el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Santander de 2012. El planeamiento preveía una población de 250.000 habitantes pero no el agua con que abastecerla. Que el planeamiento fuera tumbado en 2016 por el agua dejó noqueada a la clase política santanderina.

Para ARCA, que llevó a los tribunales el PGOU de Santander y consiguió esta sentencia favorable a sus postulados, la situación está lejos de cambiar y la reciente aprobación de la nueva Ley del Suelo de Cantabria da una vuelta de turca más a la construcción en el medio rural y en consecuencia a una mayor necesidad de agua.

Aunque no en el diagnóstico, el Gobierno de Cantabria coincide en la preocupación por la sequía. De hecho, ha empezado a prestar subsidios al sector primario y estudia la posible explotación de fuentes alternativas de suministro de agua, como la subterránea.

El consejero de Obras Públicas, José Luis Gochicoa, en una entrevista concedida a este medio, se mostró partidario recientemente de “investigar y analizar el futuro del agua en Cantabria en cuanto a la posibilidad de obtener recursos subterráneos de una gran masa de agua localizada entre Santander y San Vicente de la Barquera”, cuyos sondeos están previstos que comiencen este año con un presupuesto cercano al millón de euros.

También, el Gobierno de Cantabria, a través de la Consejería de Desarrollo Rural, ha resuelto recientemente la concesión directa de ayudas por más de 2,2 millones de euros para paliar los graves efectos de la sequía en las producciones ganaderas y agrícolas de la Comunidad Autónoma, de las que se espera beneficien 2.924 ganaderos y agricultores.

El consejero del ramo, Guillermo Blanco, indicó al respecto que la climatología del año 2022 se ha caracterizado por una inusual falta de precipitaciones durante los meses de primavera y verano, lo que, unido a las altas temperaturas, ha provocado una situación de sequía generalizada que ha afectado gravemente a las producciones agrícolas, tanto de regadío como de secano, incluidos pastos.

“El cambio climático está ahí y tenemos que prepararnos, buscando agua para verano y poniendo medios para que el agua no se desborde cuando llega torrencialmente”, ha concluido el consejero José Luis Gochicoa.

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