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Decorar la acera como el salón de casa o cómo la pandemia de terrazas llegó a instalarse en Santander

Terrazas en la Plaza de Cañadío, en Santander.

Javier Fernández Rubio

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Santander y el resto de Cantabria ya tienen “normalizada” la pandemia, como ha pedido el consejero de Sanidad, Raúl Pesquera, lo que en la práctica supone que nada volverá a ser como en los peores momentos de los contagios en cuanto a restricciones se refiere. Tampoco habrá una marcha atrás en la restitución de la invasión de aceras por las terrazas hosteleras que, en los principales escenarios de consumo en la capital de Cantabria siguen sin replegarse a las dimensiones que ocupaban en 2019 y no tienen visos de hacerlo. Mientras tanto, se mantienen exentos del pago de la tasa.

La explosión de terrazas en la capital de Cantabria fue la respuesta de la alcaldesa de Santander, Gema Igual (PP), previamente concejala de Turismo durante el mandato de Íñigo de la Serna, ante la crisis económica que experimentó el sector desde el primer estado de alarma de 2020 y durante las oleadas sucesivas por COVID-19.

El sector hostelero recibió, si no una 'barra libre' de las autoridades municipales para convertir las calles en una extensión de sus barras clausuradas, sí un trato privilegiado con el que se les eximió de tasas, se cerraron calles para servir copas y comida los fines de semana y se pensó en reformar la ordenanza de terrazas para compensar el cierre de interiores. Finalmente, no hizo falta y el Ayuntamiento se sirvió de la ordenanza pre-COVID para conceder permisos a todas las nuevas terrazas que se solicitaron o ampliaron. El resultado es que, actualmente y con un ligero repunte de contagios COVID, las zonas peatonales siguen ocupadas y hay aceras estrechas en donde el paso es dificultoso.

Se desconoce el número de nuevas licencias y ampliaciones de terraza que se han efectuado estos dos años de pandemia, a pesar de que se ha requerido esa información, pero el propio Ayuntamiento reconoce que se le ha concedido a quien no tenía terraza y la ha pedido y a quien pidió ampliación también. Los abusos denunciados reiteradamente por los vecinos son atribuidos a incumplimientos de lo dispuesto en la licencia, cuando se ha hecho inspección, algo que el equipo de gobierno PP-Cs atribuye al propietario pero también al cliente, como ha señalado públicamente la alcaldesa hace unos días.

La sensación en las calles es que este sector 'básico' de la economía local puede ocupar las aceras a su antojo, sin necesariamente ser censurado por ello por parte de la población. A beneficio de la hostelería, se ha ha llegado a retirar arbolado, ocupado amplias zonas peatonales y cortado calles, sin apenas protestas. La situación ha llegado a tal extremo que hasta un bar llegó a convertir la acera de su tramo en un salón con sofá, mesa, alfombra y sillas.

No son enseres de un desahucio bajados a la acera, es una terraza en la calle Santa Lucía, con alfombra, sofá, mesita de centro, con gladiolo y cartel de 'reservado' y sillas. Ante la publicación de un tuit denunciante por la Asociación de Vecinos Pombo y Cañadío, muy combativos con el uso del espacio público por parte de la hostelería y las molestias que genera a los vecinos de esa zona de la capital, la propiedad del local respondió anunciando que retiraría la instalación, pidiendo disculpas y justificándose en que cuidaba el exterior del local como si fuese el interior... lamentando la falta de sentido del humor de algunos vecinos.

“En relación con la foto del sofá tan solo pedir perdón a todos los ofendidos por ello. Solo aclarar que cuidamos la terraza del bar como si fuese el interior. Nunca pensamos que dar un toque de humor sería tan ofensivo. Nuestras disculpas más sinceras. No volverá a ocurrir”, reacciona el tuit a la denuncia vecinal.

En la calle Hernán Cortés no solo hay un minúsculo paso para peatones, a veces impracticable con la aglomeración de público en las terrazas, sino que el Ayuntamiento accedió a retirar el arbolado y sustituirlo por una especie de copa esbelta como el avellano.

Es en el centro, y más concretamente en la línea entre el Arrabal y la calle del Medio hasta Peña Herbosa, pasando por Hernán Cortés, donde es más recomendable transitar por la calzada, en aquellos puntos que no están peatonalizados. Si en estos las terrazas han de ser sorteadas a derecha e izquierda; en las segundas, el espacio disponible para los peatones es reducido y suele estar copado por clientes en 'hora punta'. Con veladores a un lado y posavasos en la pared, impensable que pueda pasar alguien en una silla de ruedas o con un cochecito de bebé. Personas con ceguera, abstenerse.

Suprimido el cierre de calles

En Santander ya no se cierran las calles para que la calzada sea ocupada por terrazas de bares que carecían de ella y tenían vedado el consumo en el interior, pero las terrazas que ya existían y fueron ampliadas siguen en su sitio, ocupando amplios márgenes de acera, en algunos casos muy por encima del tercio de anchura que marca la ordenanza. Tampoco falta alguna que, como en la antigua calle Martillo, sigue ocupando una calzada cerrada al tráfico por las obras en el Banco Santander.

Pero ¿qué dice la ordenanza? “La ocupación de la acera no podrá ser nunca superior a un tercio de la anchura libre al tráfico de peatones de la misma, anchura que no podrá ser inferior a tres metros”, es lo que dice. Esto prácticamente se incumple en las grandes calles turísticas de la fachada marítima, caso de Castelar.

En el caso de que la terraza se sitúe en la línea del bordillo de la acera, además de los requisitos anteriores, se exigirá guardar una distancia mínima entre los elementos que pretendan instalarse y el bordillo de 50 centímetros, en aquellos supuestos en que coincida con plazas de aparcamiento o cuando así resulte necesario para la seguridad de los viandantes y el tráfico en general. Tampoco esto se cumple en numerosos sitios y el cliente ha de tener cuidado en que el paso de vehículos no lo lleve por delante mientras apura su consumición.

La anunciada modificación de la ordenanza de terrazas nunca se llegó a producir, y la gestión de estos espacios sigue realizándose con el texto refundido de 2014, año en el que se produjo la última versión. Desde este punto de vista, la COVID ha motivado que las solicitudes de ampliación fueran aceptadas por el Ayuntamiento, el cual también eximió del pago de tasas a los hosteleros como medida para contribuir al sostenimiento de sus negocios. Lo que niega rotundamente es que haya dado licencias extraordinarias por la pandemia.

“No ha habido ninguna regulación especial ni excepcionalidad en la concesión de licencias de terrazas respecto a la ordenanza ya existente antes de la pandemia”, se asegura oficialmente desde el Ayuntamiento de Santander y confirma la alcaldesa en sus declaraciones públicas.

Salvo el 'detalle' de la fiscalidad, el equipo de gobierno se sirvió de la norma vigente para conceder las ampliaciones. Concluida oficialmente la COVID, las calles que se cerraban, para instalar terrazas en la calzada y ofrecer esta alternativa a los hosteleros que no contaban con ellas, han desaparecido. Fueron las instalaciones provisionales de las calles Río de la Pila, Daoíz y Velarde, calle del Sol y pasadizo Zorrilla. No obstante, las ampliaciones en aceras y plazas de los establecimientos que tenían licencia de terraza se han mantenido.

“Los requisitos y las condiciones en las que se han concedido son las que ya estaban establecidas”, aseguran desde la Concejalía que gestiona la concesión de licencias (Fomento, Vivienda y Movilidad Sostenible, cuyo edil es César Díaz, del PP).

“Una acera es para transitar, pero también es verdad que cuando la acera tiene más de tres metros, un tercio de dicha acera se puede ocupar como terraza. En el Ayuntamiento de Santander no hemos autorizado ninguna terraza extraordinaria por COVID”, afirmó esta semana la alcaldesa en la Cadena SER. “Hay otros ayuntamientos que ahora las van a revocar, pero es que aquí no se ha hecho ninguna: lo que se ha hecho es autorizar más terrazas porque había gente que no tenía terraza y como ha visto que el interior estaba cerrado la ha sacado [por la licencia] y la tiene para siempre hasta que no se cambie la ordenanza y la siga renovando. También hay otros que han ampliado terraza pero siempre que se pudiesen permitir legalmente”, añadió Igual.

La alcaldesa, al tiempo que anuncia una inspección de las terrazas, considera que los abusos no son responsabilidad solo de los hosteleros, sino también de los clientes. “Lo que sí tenemos que hacer es verificar que la autorización que tienen de esa terraza es la que realmente utilizan, porque es verdad que aunque un negocio ponga alrededor de una mesa alta un taburete y dos sillas, los propios clientes ponen cuatro sillas y entonces ya no están en la zona delimitada de terraza”, ha declarado.

“¿Por qué en Santander se ven más terrazas que antes?”, se preguntaba la regidora. A su juicio, “porque hay bares que antes no la tenían y ahora la tienen porque se la pueden permitir; y porque hay bares que antes tenían cuatro mesas y ahora tienen seis. Hay algunas zonas en donde siempre juntamos más sillas alrededor de una mesa y eso es algo que hemos de controlar”.

En ningún momento, nadie del Ayuntamiento ha indicado la posibilidad de un repliegue de los espacios dedicados al consumo de comida y bebidas. Lo que sí se ha asegurado es que no habrá más ampliaciones: “No es el momento de ampliar terrazas”, ha asegurado la alcaldesa ante la propuesta de Hostelería de hacerlo dado el miedo que aún persiste entre numerosos ciudadanos al contagio en interiores. “Ahora no es momento y solo son preferencias de la gente”, ha comentado la regidora.

La gente junta más sillas alrededor de una mesa, se excede y eso es lo que debemos controlar

Gema Igual Alcaldesa de Santander

Crítica vecinal

Los vecinos no comparten el punto de vista de la alcaldesa en absoluto. La Asociación Vecinal del Ensanche Pombo-Cañadío lo tiene claro, por contra: “Deben empezar a quitar todas las terrazas añadidas durante la pandemia, por las que no pagan, y restituir el espacio a los vecinos y peatones”, tienen colgado en su página web desde que se abrieron las barras interiores de bares y restaurantes. Dicha asociación es muy combativa y no cesa en denunciar cualquier atisbo de ruido, suciedad y ocupación irregular de aceras. Ya en enero pedía que, en aplicación de la sentencia del Supremo, debía separarse el mobiliario de las fachadas.

El Ministerio de Vivienda “establece como condición general del itinerario peatonal accesible que discurrirá siempre de manera colindante o adyacente a la línea de fachada o elemento horizontal que materialice físicamente el límite edificado a nivel del suelo”. Sin embargo, la ordenanza santanderina sigue recogiendo la posibilidad de adosar mobiliario a las fachadas.

También se muestra crítica con el permiso concedido a determinados hosteleros para apilar en la calle, de forma recogida, el mobiliario que utilizan para montar una terraza, dado que sus locales no tienen espacio en su interior para ello.

Fecav

También la Federación Cántabra de Asociaciones de Vecinos (Fecav) ha instado a la alcaldesa de Santander, Gema Igual, a que “cumpla con la normativa” sobre terrazas, una vez eliminadas las restricciones establecidas por la COVID, ya que considera que la hostelería “se ha hecho” con las calles de la ciudad y “campa a sus anchas”.

En un comunicado reciente, la Fecav señala que con su petición se hace “eco del malestar de los ciudadanos con la utilización de las calles”, donde “parece que los que mandan” son los hosteleros, por lo que pide a Igual “que cumpla con la normativa de cobrar y de poner el número que tiene que haber en cada terraza”.

Critica que la “ratio de terrazas” en Santander “impide a los peatones circular con comodidad por muchas de nuestras calles, que en algunos casos quedan reducidas a un estrecho paso”, al poner “más mesas en todos los sitios de la ciudad”.

Además, para la Fecav, “se debe cobrar por cada una de las mesas que se saca a la calle, puesto que hostelería no tiene por qué tener más privilegios que otros sectores, que no perciben ayuda por parte del Ayuntamiento en circunstancias igual de graves”, señala. A juicio de la Federación, la solución que el Ayuntamiento ofreció para paliar la crisis que originó la pandemia, “no puede extenderse” una vez que los interiores de los locales se han abierto a los clientes.

Por ello, reitera que desde la Alcaldía se debe “hacer cumplir la normativa municipal, tanto en numero de mesas por terraza y metros como en los tributos que los hosteleros deben de pagar”. “Las calles de Santander deben ser para todos sus vecinos”, concluye.

Crítica política

La oposición municipal también es partidaria de que la situación se retrotraiga a 2019, uno de esos raros momentos de unanimidad que depara la Corporación santanderina.

El portavoz del PRC, José María Fuentes-Pila, ha señalado: “Nosotros en el primer Plan de Choque incluimos un apartado de terrazas porque entendimos que estábamos ante una situación excepcional. En este momento debe volverse a la situación reglada de la ordenanza, que hemos pedido reformar en profundidad para adecuarla a la realidad actual sobre el uso del espacio público por la ciudadanía y la hostelería. Hay muchos puntos que hay que ajustar. Hay que reconducir la situación a la normalidad que había antes de la pandemia”.

Daniel Fernández, portavoz socialista en la capital, también es partidario del repliegue de terrazas. “Se debe recuperar el espacio cedido para cumplir con la ordenanza de terrazas y para facilitar el tránsito a los peatones, donde en muchas calles de la ciudad han perdido todo el espacio, para hacerlo con seguridad”, son sus palabras.

Por su parte, Miguel Saro, portavoz de Unidas por Santander, se ha pronunciado en la misma línea: “Lo que hay que hacer es establecer una ponderación entre usos para que no haya uno tan intensivo como ha hecho la hostelería. Somos una sociedad que consume en la calle, pero no debiera a ser a costa de otros usos. Creo que debieran replegarse y favorecer otros usos, mejorando la calidad de vida con más zonas verdes, espacios deportivos, compatibilizando usos saludables con la hostelería”.

Otro también partidario de la 'domesticación' de las terrazas es el portavoz de Vox, Guillermo Pérez-Cosío, quien considera que una vez recuperada la normalidad ha de recuperarse también el cobro de la tasa por ocupación del dominio público.

La situación es ambigua. Por un lado, la Policía Local impone sanciones -las más habituales son aquellas producidas por tener más elementos de los autorizados y ocupar con la terraza mayor superficie de la permitida- y por el otro se mantiene la situación e incluso se consiente en modificar el arbolado de las calles ante las quejas de hosteleros que tienen al pie sus mesas para consumiciones.

Cuarenta arces de la calle Peña Herbosa, de copa frondosa, fueron retirados y sustituidos por avellanos en Peña Herbosa. Oficialmente la medida se hizo a petición de parte y tiene un contenido medioambiental para evitar plagas, pero lo cierto es que se han sustituidos por árboles “más adecuados al entorno”.

“El nuevo arbolado nos va a permitir subir el gálibo y que las copas sean más altas y estrechas para evitar conflictos con el tráfico y los edificios, ayudando por tanto a filtrar y purificar mejor el aire en beneficio de los vecinos y de todo el entorno”, indicó en su día la concejala de Medio Ambiente, Margarita Rojo (PP), quien añadió que la petición había sido realizada por vecinos y hosteleros.

En Torrelavega y Castro

El fenómeno no es exclusivo de Santander. En Torrelavega y otros municipios de Cantabria la situación se ha desbordado. En la capital del Besaya, el Ayuntamiento está por la labor de devolver las aguas a su cauce, mientras los hosteleros quieren seguir manteniendo la situación actual.

En Castro Urdiales ya han avisado con un bando de que sacarán la libreta de sanciones porque la interpretación que han hecho algunos hosteleros de la liberalidad de ocupar el espacio público “no ha resultado lo que se esperaba”.

Consultada la Asociación de Hostelería de Cantabria, esta no ha pronunciado.

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