“La pintura tiene vida propia y te tiene que sorprender; si no, está muerta”
Quiso no ser pintora y falló. Gloria Pereda (Santander, 1966) es pintora y pintora 'a pesar de ella', y además gestora cultural y comisaria de exposiciones; porque esta vida, si no se quiere taza, te da taza y media y tal vez sea un intento fútil intentar sustraerse al destino de pertenecer a una familia como la suya, plagada de artistas y hombres y mujeres de las artes y las letras, de la cultura en general.
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, Gloria Pereda completó su formación en la Akademie der Bildenden Künste de Múnich. Sus primeras muestras como pintora datan de la década de los 90 con el Grupo Antozoo y después han sido muchos años de proyectos de todo tipo, individuales y colectivos, nacionales o internacionales, aquí y allá, en Alemania, Eslovenia, Italia, Estados Unidos o Bélgica. Son ya 30 años entre pinceles, pero también entre andamios, pigmentos, escaleras, materiales de todo tipo que conforman esa deriva que va hacia lo geométrico, un viaje en el que ella no ha suprimido la figura humana, que hasta las cosas y los espacios con los que interactúa parecen cargados de una humanidad nostálgica y poderosa.
Incapaz de sustraerse a la maldición de crear, ahora mantiene abierta una exposición en la Casa de Cultura de Torrelavega. Las 13 obras que llevan por título genérico 'Sitio, hogar, lugar. Cartografía del paisaje' hablan de un tema reiterativo en su obra: de cómo la mirada, o la presencia, del ser humano se posa en las cosas y las altera.
Podemos empezar por el final, si le parece. ¿Qué es lo que está exponiendo actualmente en la Casa de Cultura de Torrelavega?
Mis últimos trabajos sobre el espacio que ocupamos y el paisaje como un lugar personal. Casi todas las obras son papeles de gran formato, y alguna intervención directa sobre suelo y pared jugando con el espacio expositivo.
León Siminiani, el director cinematográfico, ganó el Goya el pasado año con un cortometraje titulado 'Arquitectura emocional, 1959'. Me llama mucho la atención que en su exposición también aborde la querencia por los lugares, por cierta presencia humana que queda adherida a los sitios y objetos que forman parte del paisaje o de una historia personal. De hecho, la muestra se titula 'Sitio, hogar, lugar. Cartografía del paisaje'. ¿Somos lo que vemos en cierto modo?
Sí, y somos muchas más cosas, pero la mirada de cada uno construye su paisaje, y se crea una imagen y el imaginario de una época, de un momento de la historia en un espacio. El paisaje es una construcción cultural, no existe por sí mismo, sino a través de nosotros, de los que miramos. De esto trata esta exposición.
La mirada subjetiva del espectador da carta de naturaleza a lo inerte, lo convierte en paisaje, ¿está de acuerdo?
Sí, el paisaje no solo es naturaleza, son también los objetos y todas las cosas que el hombre construye, casas, puentes, escaleras… estructuras que intervienen y modifican la naturaleza, todo lo que nos llama la atención, todo esto es el paisaje. Y el hombre se apropia de aquello que mira y lo hace suyo. El valor se lo das tú.
¿En qué se diferencia la mirada de un artista de la de una persona que no lo sea?
Los artistas tenemos la suerte de conmovernos ante ciertos estímulos, cosas normales para nosotros adquieren un significado especial, y nos sirven para hablar de algo que nos preocupa o interesa. Nos apropiamos de cosas que vemos o experimentamos para comunicar.
El pasado año protagonizó tres exposiciones (Biblioteca Central, Centro Cívico de Tabacalera y Galería Espiral). Echando la vista atrás, ¿qué ve cuando mira lo que hizo en sus inicios, hace más de tres décadas?
Lo veo con ternura, épocas de búsqueda, de mucha información, de ver mucho arte, de ser cabezota a la hora de seguir mi propio camino, de encontrar mi propio lenguaje, a veces consciente de ir en contra de las tendencias pero necesitando ese proceso.
¿Cómo ha evolucionado como artista?
Es un proceso natural de evolución, desde una figuración inicial, al principio siempre necesitaba pintar personas, series que llamaba conversaciones, figuras en comunicación, jardines simbolistas, con personajes muy esquemáticos que buscaban su lugar entre formas orgánicas… y poco a poco fueron desapareciendo. Ahora los objetos sustituyen el ser humano, siempre buscando la síntesis y la estructura, sobre fondos abstractos.
¿Y si ahora echase la vista adelante, qué puede ver?
La verdad es que no suelo pesar en el futuro, no tengo ambiciones de éxito, pero me gustaría seguir trabajando con proyectos y gente interesante, con buena conversación, aprendiendo y no perder la energía y la fuerza para crear, y sentir ese poder y la satisfacción cuando algo sale bien. Creo que el arte es una terapia sobre todo para el propio artista.
¿Deja que la pintura la sorprenda o está todo predefinido?
Hay algo de las dos cosas: partes de una idea concreta que has estado estudiando y luego en el proceso surgen cosas nuevas. La pintura tiene vida propia, te tiene que sorprender; si no, está muerta.
¿Está abierta a cierta casualidad?
Sí, y busco provocar esa casualidad en el proceso de trabajo, con drippings, aguadas arrastrando pigmentos…, que haya frescura y se produzcan hallazgos interesantes. Es la aparente casualidad.
¿El arte es un actividad de alguien encerrado en sí mismo o un acto comunicativo?
Las dos cosas, creo. El arte es una actividad de comunicación sobre todo con uno mismo y al final de comunicación con el otro, pero de una manera abierta, un mensaje no claro que la otra persona cierra.
¿Qué papel juega el género en su obra?
No suelo pensar en términos de género. No es el tema de mi trabajo como artista. Por otro lado, en ocasiones me han dicho que mi obra despista, que parece la obra de un artista hombre, como si fuese algo positivo, cosa que no entiendo.
Parece que es un lugar común decir que todo artista parece acabar abocado a lo abstracto, o al menos a cierta esencialidad geométrica. ¿Cuál es el poder seductor que tiene huir de lo figurativo?
Más que huir de lo figurativo, en mi pintura siempre hay cierta figuración, es un proceso de síntesis, de ir eliminando, de buscar la estructura de las cosas. No todos los artistas tienen ese recorrido.
Sin embargo, no elimina del todo la traza humana, de las relaciones, sino que de lo geométrico surgen figuras y una distorsión de la perspectiva, como señala la comisaria de Arte Marta Mantecón. ¿Por qué?
Tengo la sensación de que los objetos han sustituido a la persona, que la representan. En una de mis últimas exposiciones 'Vigilantes', eran sillas de playa que vigilaban, realmente parecían personajes, el objeto metálico se humanizaba. Representan al hombre que ya no está. Siempre busco formas simples, quizás por eso la geometría, y la perspectiva está al uso de la plástica, no intento que sea real, sino que funcione en el cuadro, modificando la realidad y lo que haga falta hasta que encaja y me gusta.
¿Hay algún simbolismo tras la proliferación de andamios, escaleras, materiales, pigmentos... en sus cuadros?
Siempre hay símbolos, a veces no te das ni cuenta de los que utilizas para contar cosas hasta que no miras el cuadro con distancia. Es todo muy intuitivo. A mí me gusta buscar elementos que tengan belleza formal, estructura, significado y algo de poesía visual.
¿Un andamio es bello?
Mi obsesión por los andamios como arquitectura provisional del hombre, algo no definitivo, inestable... Pueden tener muchos significados y la realidad es que me atraen mucho, a veces me quedo mirando algunos andamios y cómo se insertan en los edificios y me parecen esculturas, me atrapan; otros son como esqueletos, dibujan un espacio, tienen su belleza. Me atraen mucho también los mosaicos y decorados de fachadas y suelos, muchos en iglesias, los suelos hidráulicos con formas de geometrías orgánicas, de flores o estrellas. El hombre al construir se apropia de formas de la naturaleza y las mete dentro de los edificios. Yo a mi vez me apropio de estos ornamentos y dibujos orgánicos y los uso como formas de la naturaleza y paisaje en los cuadros. Y así muchos objetos que utilizo, fuera de contexto o fuera de formato, con otra dimensión, tienen otros significados.
¿De qué se dota la obra cuando tiene un carácter efímero, cuando trabaja sobre la pared o en el suelo?
Es más directa, otra manera de trabajar donde el soporte es el propio espacio. Disfruto mucho al hacer este tipo de intervenciones en la pared, es un reto diferente, dibujar directamente en el muro, a veces con carbón, tiene algo de primitivo, de juego y de improvisación, construir con cintas reversibles, crear instalaciones…, y lo interesante es que sean efímeras, solo para un espacio y para un proyecto.
Es inevitable que le pregunte por su madre, la pintora Gloria Torner. ¿Puede caracterizarme a su madre como artista y su obra?
Mi madre es una de las artistas más importantes de su generación, mujer artista con éxito trabajando entre hombres, algo raro en esos años, con una obra personal, que reconoces a primera vista, con lo difícil que es hacer tuyo un paisaje, una figuración intimista, a veces expresionista, otras algo cubista... Un trabajo que parece siempre el mismo y es siempre diferente basado en su propia experiencia con la naturaleza y la bahía, que ha ido evolucionando hacia la abstracción. Clásico y moderno al mimo tiempo. ¡Una maravilla!
¿Hasta qué punto pesa la figura materna en su obra, como madre y como artista?
Desde luego es importante en mi obra y en mi vida, no lo considero un peso, más bien es un privilegio, crecer en una casa donde nos visitaban artistas y en un ambiente de cultura, otros valores… significa también sabiduría y mucho respeto a la profesión. Puede que el peso sea el respeto a la profesión.
Crecer en una casa donde nos visitaban artistas y en un ambiente de cultura, otros valores… significa también sabiduría y mucho respeto a la profesión
¿Qué le parece el momento pictórico actual, qué le atrae?
Más que pictórico, hoy en día el arte mezcla muchas maneras de hacer, son artes visuales en general. Me atraen los grandes montajes, con nuevas tecnologías, que tiene que ver con lo escenográfico, la instalación, montajes especiales en grandes espacios, por lo nuevo y espectacular… pero después de un primer momento de expectación quizás me quedé con una pieza de pintura pequeña e íntima.
¿Es más difícil trabajar en Cantabria a la hora de dar salida a su obra?
El arte siempre es difícil en todas partes y vivir del arte todavía más. El éxito es casi una casualidad y se trabaja mucho. En los sitios pequeños encuentras mas fácilmente tu sitio. El arte como algo global es un poco estratosférico, se convierte en algo no real. Estamos en una época en que el arte parece que está de moda, es un producto, que pierde el contacto con las personas, con los pequeños coleccionistas, con la realidad.
Dígame un autor preferido y por qué.
No hay uno, hay muchos y han ido cambiando con los años. De diferentes épocas, desde los primitivos italianos y flamencos, los grabados de Goya, Velázquez, hasta Matisse, Klee, las artistas de la Bauhaus, los informalistas, los action paiting, Morris Louis, Rothko, Warhol, Sol Lewitt, Louise Bourgeois, Bill Viola, Kiefer, Kapoor, hay tantos... De todos he aprendido cosas.
Dígame una obra universal que le conmueva o le haga reflexionar aún.
No puedo pensar solo en una obra ni en un artista. Por decir una, la última obra que me ha impresionado es la intervención de Kiefer en el salón del Palacio Ducal de Venecia, coincidiendo con la bienal, enorme y apabullante pintura monumental junto con los techos de artesonado dorado, también impresionantes, todo junto en diálogo te deja KO, como un puñetazo. Y como contraste, una pequeña pieza de Leonora Carrington de su última retrospectiva.
Si no fuera pintora, ¿qué sería?
Pintora, porque intenté no serlo y justo es lo que soy.
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