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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Izquierdas, fondos de ayuda y marcos de lucha

Sánchez acompañado de Pablo Zuloaga, Pedro Casares y Noelia Cobo.

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Se celebra estos días una cumbre europea acerca del fondo de recuperación, en el que algunos gobiernos están lamentablemente bloqueando o condicionando las ayudas que necesitan España o Italia, a medidas de liberalización económica. La izquierda española está siendo lógicamente crítica con esta situación, cuestionando qué sentido tiene una Unión Europea donde paraísos fiscales niegan la solidaridad necesaria incluso en una situación tan extraordinaria para no dejar atrás al sur.

Por su parte, el Gobierno de España ha aprobado un fondo para la reconstrucción social y económica destinado a la Sanidad, la Educación y el Transporte. “La mayor movilización de fondos de nuestra historia”, ésta sí, “para que ninguna de las autonomías se quede atrás”.

Sonaba bien hasta que se concretó el reparto, que contraviene no sólo los programas de PSOE y Unidas Podemos, privilegiando en su criterio a las comunidades más enriquecidas en detrimento del rural, sino todos los mecanismos correctores que establece la ley de financiación autonómica, que tiene en cuenta el coste efectivo de los servicios.

Esta decisión se justifica en “ayudar más a quienes más han sufrido la pandemia”, pero realmente supone una injusticia que agudiza el desequilibrio territorial. Por ejemplo, de los 800 millones destinados al transporte en todo el Estado, la mitad se la van a repartir el Consorcio Regional de Transportes de Madrid y a la Autoridad de Transporte Metropolitana de Barcelona. Igualmente el 34% de los recursos va destinado al transporte interurbano, mientras en Cantabria estamos viendo cómo se reducen gravísimamente las líneas de ferrocarril y autobús entre quienes más lo necesitan, porque no tienen acceso a servicios esenciales en su entorno.

Pero más grave es aún que el único criterio para el reparto de fondos destinados a la Educación (en un principio se dijo que Pública, ahora veremos) sea la población en edad escolar, porque el parón educativo se ha producido igual en Madrid que en Soba, con la salvedad de que en Cantabria se han mantenido los comedores escolares con catering domiciliario, mientras en Madrid lo han dejado en manos de Telepizza y compañía.

Repartir así una cantidad tan extraordinaria de recursos sólo contribuye a que éstos se concentren en las zonas urbanas enriquecidas, mientras las rurales deprimidas, que precisamente necesitan más para mantener ratios, transporte, comedor, equipos… se quedan sin ellos: ¿cómo se puede denominar “social” a un fondo así y defenderse desde la izquierda?

No es casualidad que los partidos que no dependen de fuerzas de ámbito estatal sean los únicos que han alzado la voz para reclamar lo que es nuestro.

Hasta tal punto es injusto el reparto, que el propio PSOE salió inicialmente en Cantabria al paso de los rumores sobre las cifras que se barajaban (180 millones), para exigir un mínimo de 200. Y hasta tal punto es sucursalista la izquierda en Cantabria, que cuando finalmente han asignado casi la mitad (121 millones), han salido a aplaudir sumisamente.

Mientras la propia evolución electoral va evidenciando la necesidad de izquierdas endógenas, aquí no sólo muestran una total desidia para desarrollar análisis, discursos y prácticas propias, adaptadas a nuestra realidad específica. Siquiera son capaces de alzar la voz para la financiación de nuestros servicios públicos. No ya por cantabrismo, simplemente porque es lo justo.

Entre el vergonzante silencio de la izquierda que participa en el gobierno central, puede alzarse la voz del hipócrita regionalismo señalando que el transporte público en Cantabria cuesta casi tanto como en todo Madrid. Consolida (y perpetúa por incomparecencia) así su pose defensora de los intereses de esta tierra ante un trato injusto que nunca ha querido combatir de raíz, como sí plantea Cantabristas, con competencias fiscales. No es casualidad que los partidos que no dependen de fuerzas de ámbito estatal sean los únicos que han reclamado lo que es nuestro.

Necesitamos, como unos buenos servicios públicos, una sociedad cántabra organizada y consciente, que defienda a esta tierra. Y ya valió de importar estrategias, símbolos, dinámicas y hasta enfrentamientos: nos jugamos el futuro en desarrollar teorías y prácticas propias. La izquierda en Cantabria nos ha vendido, necesitamos una izquierda cántabra, que no es lo mismo.

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