Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Volkswagen y los ganadores natos

No me gustan los ganadores natos. Cada tanto tiempo tienes que escuchar en boca de alguno que se autodenomina así que no les gusta perder ni a las canicas, que son competitivos hasta el último extremo. Lo dicen casi como excusándose, como si por ellos, de vez en cuando intentarían perder a propósito para equilibrar las cosas, pero que simplemente no pueden perder, como si los demás no fuéramos más que peones insignificantes en la brillante e imaginativa partida de sus vidas.
No solo no me gustan los ganadores natos sino que ni siquiera les creo. Si hago un repaso de las decisiones más o menos importantes que tomo en mi vida, el resultado no es demasiado alentador. En algunas he acertado, en otras mi decisión no ha tenido demasiada trascendencia y en muchas otras ha sido un error incuestionable. Como usted, como todos, incluidos los ganadores natos, aunque ellos se nieguen a reconocerlo.
Los ganadores natos están ultramotivados para vencer, se ve que a los demás nos da igual. No se perdonan el más mínimo fallo, como si los demás celebrásemos los nuestros con champagne. Y siempre están en el cuadro de honor de una fotografía en la que los demás nos limitamos a hacer bulto.
Pensaba en los ganadores natos estos días, mientras estallaba el escándalo de los motores diésel de Volkswagen, llevándose por delante la fiabilidad alemana, la inocencia de los clientes y el triunfo de muchos ejecutivos agresivos de la marca.
Sé que, en lo que viene a continuación, hay un poco de especulación y de ciencia-ficción, pero quizá la verdad no esté demasiado lejos. Me imagino a un ganador nato, con una brillante carrera en la Volkswagen, de agente de ventas a milagroso director de concesionario. Un genio de la automotivación que sube a toda velocidad en la escala de mandos de la compañía. Le convocan a una reunión con otros ganadores natos, con el mayor ganador nato de la empresa al frente. Revisan los números, los costes, los escandallos. Examinan los precios de fabricación, la competencia, los beneficios. Y se enciende una luz roja que se refleja en la cara de los ganadores natos reunidos.
Si esto sigue así, ¿podremos mantener el nuevo dúplex en Hannover? ¿Seguiremos esquiando en Kitzbühel? ¿Volveremos a pasar las navidades en Bahamas? ¿Compraremos aquel chalet al que le hemos echado el ojo en Cerdeña?
Y entonces, uno de los ganadores natos propone algo tan sencillo que es casi ridículo pensarlo. Demonios, pongamos un dispositivo en los motores que falsee las emisiones contaminantes. Podremos competir con los que cumplen las reglas, mantendremos o incluso aumentaremos las ventas, los márgenes serán más amplios y estos mamones nos seguirán comprando coches. Los demás asienten en silencio, un poco molestos por no haberlo pensado primero. Seguro que el presidente ha tomado buena nota y Henning estrena despacho en la planta de arriba el mes que viene.
No, no ha sido culpa de Volkswagen, ni de Audi ni de Seat, han sido los ganadores natos, que no saben perder ni a las chapas y nos tienen a los demás como sacos de arena para calentar los puños, como si fuéramos los extras en la película de sus vidas maravillosas. Si pudieran y nos dejásemos, nos pondrían guantes blancos para que sirviésemos sus martinis con un poco de categoría. Son ganadores natos y no conocen la palabra derrota.
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