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Récord de incidencia, casi sin muertes y una presión hospitalaria baja pero cada vez más inquietante: así evoluciona la sexta ola COVID de Cantabria

Ocio nocturno en Santander.

Rubén Alonso

19 de julio de 2021 11:09 h

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Cantabria, como el resto del país, está padeciendo una ola COVID atípica. Y es que la actual de esta comunidad, que es la sexta -según se desprende de los gráficos del Servicio Cántabro de Salud-, es la que mayor incidencia acumulada ha provocado desde el inicio de la pandemia, con una tasa de contagio que supera los 600 casos a 14 días por cada 100.000 habitantes.

No obstante, la particularidad de la misma radica en que, pese a las elevadas cifras de contagios que disparan la incidencia acumulada, el número de fallecidos y hospitalizados es muy inferior al de otros momentos álgidos de la crisis sanitaria en los que no se contaba con los efectos de la vacunación.

De esta forma, los positivos masivos detectados entre la población joven principalmente, que todavía no cuenta con dosis suministradas, han hecho superar con creces el pico de incidencia de otras olas. Así, en la de mayo se alcanzaron los 256 casos, en la de febrero se rozaron los 400, en la de noviembre no se llegó a los 550 y en la de octubre la tasa más elevada fue de 267. Por su parte, en la primera ola de marzo de 2020 se sobrepasaron ligeramente los 200 casos por cada 100.000 habitantes, según datos oficiales, aunque entonces el número de pruebas que se realizaban, por la novedad que supuso el virus, era mucho menor.

Así todo, como se menciona anteriormente, la situación en los hospitales es bien distinta ahora que meses atrás, y aunque el aumento de la ocupación asistencial ha provocado que la comunidad suba a nivel 2 de alerta sanitaria, lo cierto es que el número de ingresados es claramente inferior al de otras olas. En este sentido, actualmente hay casi 80 pacientes, mientras que entre noviembre y enero de este año se superaron los 200, y en marzo de 2020, al principio de la pandemia, fueron más de 400.

Algo similar ocurre con los fallecimientos provocados por el coronavirus. En lo que va de mes de julio, Sanidad tan solo ha notificado dos muertes por COVID-19, pero es que en mayo y en junio fueron ocho respectivamente; en abril 13, en marzo 27, en febrero 47, y en enero y diciembre, cuando todavía prácticamente no había comenzado la campaña de vacunación, se registraron 71 y 79 decesos respectivamente, por lo que la evolución, a más dosis suministradas, es claramente a mejor.

Pese a ello, el reciente incremento de los hospitalizados y de los pacientes en UCI está generando cierta inquietud entre las autoridades sanitarias. La comunidad ha escalado a nivel 2 de alerta sanitaria y se ha asentado en ese nivel medio, con mayores restricciones a nivel de aforos. Además, el Gobierno, avalado por la Justicia, ha impuesto desde este fin de semana un toque de queda de 1.00 a 6.00 de la mañana y ha limitado las reuniones sociales de no convivientes a seis personas durante esa franja horaria. Por último, y a la espera del semáforo COVID que se actualizará este martes y que puede suponer más restricciones, Sanidad también ha prohibido la venta de alcohol en comercio minorista pasadas las 20.00 horas para tratar de contener el botellón.

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