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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Arde Europa, arde España

Javier Gallego

Regresaba de los campos de refugiados de Lesbos cuando se declaró el incendio en la catedral de Notre Dame de París. El mundo entero miraba horrorizado la quema de uno de los símbolos universales de Europa, de su cultura, su Historia, su religión y su turismo. Para mí, que venía de ver cómo la Unión Europea trata a los emigrantes y refugiados como a enemigos, era inevitable pensar que la Europa que se duele y con razón de la devastación de una cima del arte, asiste impasible a la vejación de otros seres humanos. Precisamente por eso, porque son otros. No son nuestra dama, Notre Dame.

De inmediato, la sociedad se moviliza con la tragedia de París, llegan donaciones de ciudadanos, grandes empresas y hasta el Banco Central Europeo. Multimillonarios con dinero en paraísos fiscales se vuelven patriotas y anuncian donativos fabulosos. Pero esta solidaridad, que otras veces se ha volcado con crisis humanitarias, ahora no llega a esas miles de personas atrapadas en condiciones infrahumanas en los campos de refugiados. La bondad hacia el prójimo importa menos que el templo que la representa. Un símbolo del humanismo europeo es más importante que los propios humanos. Como escribe Enric González, el patrimonio de la humanidad antes que la humanidad misma.

Arde Notre Dame y lo que veo arder con ella es Europa y sus tantas veces traicionados valores de igualdad, libertad y fraternidad. Se consumen bajo las llamas del fascismo que ya nos han vuelto a alcanzar a nosotros. Vuelvo a nuestro país y me encuentro con políticos incendiarios y masas enfurecidas con antorchas, que ahora son teléfonos móviles. Arde España. Literalmente incluso. En el pueblo sevillano de Coripe, los vecinos tienen la costumbre de quemar a un monigote de Judas que cada año toma la forma de un personaje público y esta Semana Santa el muñeco colgado, abrasado y tiroteado representaba a Puigdemont. A ellos les parece una tradición simpatiquísima, pero recuerdan a las turbas medievales llevando a la bruja a la hoguera.

En todas partes cuecen habas. Independentistas catalanes y vascos boicotean mítines de Arrimadas y Rivera en feudos separatistas a los que tienen todo el derecho de ir pero adonde van buscando gresca. Buscan confrontar, no confraternizar. Indepes fumigan después las calles por las que han pasado los de Ciudadanos al grito de “fuera fascistas” y no puedo dejar de pensar en lo fascista que es fumigar al rival, como si fuera una cucaracha, por muy aborrecible que te resulte. También lo es comparar a los políticos del procés con los violadores, como ha hecho Álvarez de Toledo. Degradar al otro hasta convertirlo en escoria, eso que he visto en Lesbos, lo veo entre nosotros.

El verdadero fascismo se nutre de ese odio que los pirómanos de la política han prendido en el seno de nuestras sociedades cada vez más intolerantes, indiferentes y divididas. En estas elecciones esas brasas pueden provocar un incendio ultra. Todos somos responsables de apagar las llamas antes de que sean incontrolables, no sólo votando contra los fascistas, también echando agua a las inflamaciones y a las soflamas.

MARTES A LAS 10H EN WWW.CARNECRUDA.ES: FACHA, EL REGRESO DEL FASCISMO

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