Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.
¿Bautismo sí, pero militancia no?
Poco tengo que añadir a lo dicho por Antonio Orejudo respecto a Beatriz Talegón: yo también seguí la rutilante y vergonzosa carrera del individuo Javier de Paz, que en otros tiempos formaba pareja cómica (o patética) con el individuo Felipe González. Ambos están hoy bien colocados en Gas Natural, Telefónica y otros sitios así. “Es que tenemos alternativas vitales”, explicó Felipe al respecto, con ese su habitual cinismo tan seductor.
Sin embargo, quizá se pregunte usted por qué tienen organizaciones juveniles los partidos políticos.
Tenga en cuenta que para afiliarse a un partido político se requiere ser mayor de edad. Así lo establece el artículo 8.1 de la Ley Orgánica 6/2012, de 27 de junio: “Los miembros de los partidos políticos deben ser personas físicas, mayores de edad, y no tener limitada ni restringida su capacidad de obrar. Todos tendrán iguales derechos y deberes”.
¿Por qué no puede militar en un partido un joven de diecisiete años y en cambio se puede bautizar como católico a un recién nacido, y sin pedirle permiso siquiera?
En la iglesia católica no piden mayoría de edad, les da igual: ave que vuela, a la cazuela. Pero eso lo aplican los católicos sólo a las bases. En cuanto a los cuadros directivos, para ser ordenado sacerdote, no sólo exigen veinticinco años cumplidos, sino también ser hombre.
Quizá esa restricción que impide a los jóvenes afiliarse justifique la creación de las juventudes en los partidos. Pero entonces, ¿qué pintan allí todavía, pasados los dieciocho, hasta que ya están en edad de trincar en empresas o de llevar dinero escondido a la contrarrevolución cubana?
En cualquier caso, ¿es razonable que se exija ser mayor de edad para afiliarse a un partido y en cambio esté permitido bautizar a alguien sin su consentimiento?
Ya sé que para votar se exige mayoría de edad, pero ¿la acción política se limita al voto? Sólo eso explicaría el veto a los menores en los partidos. Y puede que esa sea la causa, porque para el PSOE y el PP la invitación a hacer política sólo significa: vótame. Por eso el PSOE sí ha pedido el voto a los dieciséis (una medida que, de haberla propuesto Chávez, El País llamaría demagógica), pero nunca (que yo sepa) ha considerado la posibilidad de afiliarse a la misma edad.
¿Para qué, si aún no votan?
He de decir que, entre comunistas, sí se discuten estas cosas en cambio. Mi amigo Hugo Martínez Abarca, en (el bar de) la sede del partido, fue el primero que me hizo ver el absurdo de que te puedan bautizar a la fuerza, pero tú no puedas afiliarte a un partido aunque quieras.
Los comunistas tienen recuerdo histórico de la militancia clandestina (y la mayoría recuerdo personal), saben que la acción política es mucho más que votar y que sigue existiendo sin voto.
Convertir la política en electoralismo es el problema, a mí modo de ver, y una Ley de Partidos que une la afiliación al derecho al voto ya señala la visión electoralista de la política. ¿No es hora de plantearse de nuevo qué significa participar en política y cómo podemos evitar que nos expulsen de ella?
En lo que sí se parecen demasiado, en cambio, la iglesia católica y los partidos políticos es en su tenebrosa financiación, sus turbios negocios y tejemanejes, su ausencia de democracia interna, su moral acomodaticia y su fe de carbonero en el carisma del pontífice o secretario general.