DeciDir es un canto a la libertad. Una oda al amor fraternal y al respeto. Un espacio donde podemos conversar sobre todas aquellas cosas que nunca diríamos a nadie. Porque creemos que causan demasiado estridor y quizás los demás piensen que estamos locos. Pero sobre todo porque nunca las hemos conversado con nosotros mismos. Es hora de hacerlo. Hablemos, pues.
Un anuncio y una carta liberadores
Esta mañana he sido invitado a contemplar en el Pequeño Cine Estudio la proyección de ‘El anuncio más largo del mundo’. Es un anuncio que ni tu ni yo, a simple vista, podíamos esperar. Es un anuncio que no vende. Es un anuncio, sin embargo, que sorprende y que llega a tiempo. Recuerdas las colas multitudinarias de jóvenes y no tan jóvenes que a veces esperan más de un día para poder comprar un producto tecnológico para ellos muy ansiado. Pues algo parecido; son muchos los españoles que lo esperábamos, por necesario, por hacer público el sufrimiento y fuerte deseo de morir de muchos enfermos terminales. Las encuestas vienen contando el alto número de españoles que hacen cola en el Congreso para que los señores diputados se convenzan de que la gran mayoría de los ciudadanos reclaman una muerte digna. El enfermo no quiere solo ser bien cuidado, morir en paz sino sabe que la mejor muerte es la que se decide libremente y el Estado sigue poniendo trabas para que cada uno ejerza su libertad en un terreno que pertenece a nadie sino solo a la propia intimidad.
El anuncio no vende, compromete. La muerte no es un episodio banal de nuestra historia personal y si en alguna etapa de la vida merecemos un respeto es en la fase de nuestra despedida del mundo de los hombres. Además somos conscientes de que todos pasaremos ese episodio, nadie se escapa. Son más de 400.000 muertes al año en nuestro país. Y, con estas cifras, ¿a cuántos les toca hoy, mañana y no se sabe cuántos días o años más, pasarlo mal, morir a destiempo porque el Estado se lo prohíbe en el Código Penal? Vivimos en un país cuyo Estado, poder legislativo, instituciones viven a contracorriente del libre desarrollo de la personalidad del ciudadano que proclama y exige el artículo 10 de la Constitución española. Hoy en día oímos quejas, nos quejamos de que la transición, la tan ponderada transición, no cortó de raíz malos hábitos que han generado una fuerte corrupción por las cuatro esquinas de la sociedad que hoy nos apestan. ¿Y no es corrupción mental y moral esa visión de la vida, de la que hacen gala algunos miopes encaramados al poder, que prohíbe a la persona ejercer su autonomía en un terreno en que no lesiona ningún derecho de los demás cuando las condiciones de su vida son trágicas e irreversibles? Para mi es una visión de la vida y de la muerte perversa y dañina para muchos enfermos y dependientes extremos.
Tras contemplar el anuncio más largo que al ser tan largo todos pueden contemplar con entrada libre en el Cine Estudio, entiendo que la única medida es la protesta en forma de carta-queja al Presidente del gobierno y a los dirigentes de los partidos. Como primer párrafo dice: “Para muchas, centenares, tal vez miles de personas en nuestro país, cada día es una dolorosa prueba: nos vemos obligados a depender de otras personas para las acciones más elementales como el simple aseo o incuso para cambiar de posición en la cama, a la que ha quedado reducido nuestro horizonte. Somos una carga que no quisimos ser; que nadie normal querría nunca tener que ser para su familia. Y entiéndame, no es que no lo hagan con amor y dedicación, no. Lo que pasa es que el resto de dignidad que nos queda en esta lamentable situación no encuentra ningún sentido a este no vivir. Porque la vida es mucho más que esperar la muerte y desearla como una liberación”.
La carta aparece en Change.org y vale la pena asumirla y firmarla para romper el obstruccionismo político a la libre voluntad de todos aquellos, enfermos, dependientes, inválidos, que, dada su situación objetiva, desean morir a su tiempo y tener su propia muerte. Quizás si los políticos tienen la tarea de escuchar a los ciudadanos, pues por algo son sus representantes, y la cumplen, deberían abandonar su sesión de estudio en comisión para contemplar la proyección y empaparse de la dramática historia real de estos protagonistas de una muerte dolorosa que nunca llega. Ojalá la asociación DMD (Derecho a Morir Dignamente) logre con este anuncio interminable abrir el debate para que se apruebe una Ley de Eutanasia en España, debate que el filibusterismo de ciertos partidos siempre arruina.
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DeciDir es un canto a la libertad. Una oda al amor fraternal y al respeto. Un espacio donde podemos conversar sobre todas aquellas cosas que nunca diríamos a nadie. Porque creemos que causan demasiado estridor y quizás los demás piensen que estamos locos. Pero sobre todo porque nunca las hemos conversado con nosotros mismos. Es hora de hacerlo. Hablemos, pues.