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Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

¿Píldora azul o roja al explicar el cambio climático en la universidad?

'Matrix'

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Entre los dilemas que nos plantea el cambio climático y la forma de explicarlo, ya fuera en la universidad o en otros niveles educativos, está la forma en que abordamos la propia realidad del problema. Podemos protegernos bajo un discurso basado en la fe en el progreso y la tecnología o afrontar un camino más oscuro pero realista.

Por segunda vez, imparto un curso sobre Retos Medioambientales Globales en el grado en Estudios Internacionales en inglés de la Universidad Carlos III de Madrid. Una de las ideas que he pretendido trasladar a los estudiantes al explicar las respuestas ante el cambio climático me ha llevado a plantear un dilema que, de forma similar a lo que vemos en 'Matrix', nos permitiría elegir entre una píldora azul y una roja.

La píldora azul: evasión

La píldora azul nos permite huir de la verdad. En este caso, de un cambio climático inminente de devastadoras consecuencias. O al menos, entendiendo que cualquier posible cambio sobre el clima sería lento, predecible y manejable. El objetivo sería permanecer en un estado ideal prometeico, de crecimiento y progreso sin límite, bajo un pensamiento mágico neoliberal.

Lo podemos hacer en clase analizando con cierto optimismo instituciones como la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), iniciativas como el Pacto Verde Europeo o los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Conociendo de una forma amable los procesos de globalización, los avances del capitalismo verde, los mercados de carbono o la responsabilidad social corporativa. Igualmente, debe ser importante observar los avances tecnológicos como una solución fundamental frente al cambio climático. El pensamiento de las generaciones futuras debe articularse a partir de la fe ciega en estas herramientas.

La píldora roja: enfrentar el problema

Tomar la píldora roja implica tener la voluntad de querer entender una verdad potencialmente inquietante y devastadora. Podemos hablar de extinción masiva y de colapsos: civilizatorio, climático, ecosistémico, energético, económico, alimenticio o demográfico, entre otros.

Eso implica conocer términos como inacción, negacionismo, retardismo, greenwashing o ecofascismo. Pero también decrecimiento, ecoansiedad, corresponsabilidad y responsabilidad intergeneracional, democracia deliberativa y asambleas climáticas, justicia y deuda climática, etc.

Podríamos seguir haciendo un listado interminable de términos e ideas contrapuestas. Sin embargo, diría que una fuerza irresistible nos lleva a querer tomar y repartir la píldora azul.

¿Podemos evitar el capitalismo?

En una experiencia reciente con dos grupos de economía y sociología, propuse una actividad de aprendizaje basado en problemas. La pregunta era “¿Puede el sistema capitalista plantear una respuesta viable para hacer frente al cambio climático?”. A partir de la misma, diferentes grupos de alumnos profundizaron en la cuestión y buscaron alternativas al sistema actual.

Mi conclusión sobre el resultado general de la experiencia es como un viaje de ida y vuelta. La respuesta inicial por parte de los estudiantes sería un “no”. Pero en ese proceso de investigación se acabaría volviendo a soluciones basadas en gran medida en la economía de mercado.

Con la cultura pop contemporánea en mente y Marvel entre sus mayores exponentes, diría que al igual que Thanos, “el capitalismo es inevitable”. De momento.

Abordar el cambio climático en la universidad

Nada nuevo bajo el sol. Las cuatro paredes del aula universitaria o los muros de sus edificios no son sino espacios físicos de objetivación del sistema capitalista. Y en mayor o menor medida, los que estamos dentro aceptamos ese pensamiento mágico basado en el mito del progreso tecnológico y la inevitabilidad del capitalismo. Además, todos lo utilizamos como vehículo para alcanzar nuestros sueños y aspiraciones.

De hecho, conociendo el perfil de mis estudiantes, entiendo que muchos son candidatos potenciales a ser funcionarios de alto nivel, diplomáticos, altos directivos, abogados, profesores universitarios, periodistas, analistas, consultores, etc.

Es justo reconocer e implicarse con su potencialidad, sacrificio, aspiraciones, planes de futuro e interés por ser parte del sistema. Incluso por formar parte de su élite. Al igual que los estudiantes, todos tenemos aspiraciones, sueños y planes de futuro. Pero, ¿en qué situación queda la ciencia del clima y el resto de los datos que día tras día nos avisan de una situación que excede nuestra comprensión?

Frente a la gran aceleración y progreso de las últimas décadas, tenemos un muro inmenso de hormigón llamado límites planetarios. Ese muro está dispuesto no solo a acabar con cualquier aspiración individual, sino con la civilización tal y como la conocemos hasta ahora.

Evidentemente, no se trata (¿o tal vez sí?) de repetir lo que expresan en la película “No mires arriba” los investigadores que interpretan Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio: “¡Vamos a morir todos!”. Esa conclusión un tanto abrupta la dejaremos de momento de lado. Pero sí que es fundamental insistir y cuestionar el papel de la universidad.

A fuerza de parecer simple, pareciera que el papel de las universidades en materia climática fuera el de tener campus sostenibles de bajas emisiones. Esa debería ser la menor de las preocupaciones.

Por poner un ejemplo en el ámbito de los estudios internacionales, los resultados de una investigación de 2020 (Sending et al., 2020) concluían que solo el 0,77 % de los artículos en las cinco principales revistas de relaciones internacionales entre 2015 y 2019 trataban sobre el cambio climático.

Tenemos que hablar de investigación, de implementación de marcos normativos, de planes de estudio y en general de alfabetización climática. Comenzando, sobre todo, por docentes e investigadores.

Porque, en definitiva, de lo que estamos hablando es de compromiso ante una realidad que preferimos obviar. Hacen falta muchas más manos, o lo que es lo mismo, cerebros.

Que llegamos tarde es evidente. Pero todavía podemos hacer mucho más. Para llegar a tal fin deberíamos al menos, intentar responder dos cuestiones básicas.

·      ¿Cómo queremos explicar el cambio climático en la Universidad? ¿Tomamos la píldora azul o la píldora roja?

·      Y, ¿cuándo vamos a hacerlo?

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