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Desde que comenzó la crisis y sus estragos, la vida empieza a parecerse a un cuento vuelto del revés. Mientras desayunaba escuchaba en las noticias un estudio que había realizado una asociación de jubilados. No mencionaré las siglas porque no estoy seguro de recordarlas. El caso es que el estudio era la mar de interesante porque defendía el hecho de que había crecido el número de pensionistas que en este país contribuía a ayudar económicamente a sus hijos y a las familias de estos. En Andalucía, por ejemplo, y si no recuerdo mal el dato, los jubilados que con sus pensiones sostenían a sus familiares más jóvenes -es decir, familiares que en condiciones normales tendrían que estar atendiendo y ayudando a sus mayores, y no al contrario- representaban aproximadamente el 60% del total de pensionistas en dicha comunidad. Conviene insistir que el estudio sólo contempla el apoyo económico directo -en billetes- y no otro tipo de ayudas informales, como el quedarse con los hijos de canguro, elaboración de comidas, tareas de limpieza, etc., y deberían haberse tenido en cuenta, porque este tipo de servicios que hacen los abuelos gratis también los ofrece el mercado y cuestan mucho dinero.
En la misma emisora escucho otra noticia mientras doy finiquito a mi tazón de leche. Se acaba de publicar un estudio en donde se dice que España es líder en desequilibrio social respecto de nuestro entorno, y que la brecha entre ricos y pobres ha experimentado un incremento entre 2007 y 2012 brutal. No he leído el estudio, pero la noticia parecía dejar entrever que las conclusiones del mismo destilaban cierto regusto amargo de crítica o reproche hacia la acción o inacción de nuestro gobierno respecto del tema. Y ahora, lo del cuento. La entidad que hacía el estudio es, agárrense los empastes, ¡¡¡el FMI!!! ¿Como se come que el FMI, con su jefa de níveos cabellos y bronceado de cabina al frente, pueda reprochar al gobierno español que el incremento de las diferencias entre ricos y pobres es un asunto de grave injusticia social que se le está yendo de las manos, cuando todos los días estamos viendo en la prensa la insistencia de este organismo al recordar a Mariano Rajoy que debe continuar profundizando en la política de recortes del gasto público? ¿Se hán vuelto locos, confunden papeles o sufren de esquizofrenia? “Drogas no, dijo el camello”.
Lo dicho; dos ejemplos de cuento al revés, pero sin la buena intención que inspiró a José Agustín Goytisolo su poema.