Si te hablo de Los Desgraciaus (probablemente), no sabrás de quién te hablo. No han compuesto grandes hits (en plural), pero sí son conocidos por uno solo. Muy grande. ¿Te suenan Los Coches Chocones? No, no solo la expresión charra para los coches de choque. Quizá el batir de las cuerdas tampoco sea suficiente para reconocerlo. Pero la voz rasgada de Vilorio resulta inconfundible cuando empieza a entonar: 'Y era un domingo en la tarde y fui a los coches de choque'. Y ya, si tenías dudas sobre la canción, suena esa inconfundible sirena de las ferias.
Me atrevería a decir que no hay (casi) nadie que no conozca la canción, aunque no sepa ni de dónde la ha sacado: de las verbenas, las fiestas, la feria, Youtube o TikTok. Ni siquiera sus propios autores—“Ojalá lo supiera, para hacer más”— saben por qué esa canción lleva veinte años escuchándose entre miles de personas. Quisieron componer la canción del verano y han acabado construyendo un 'imperio' veraniego desde casi el máximo anonimato posible. Y no, no es adrede.
Javier Vilorio es el maestro de ceremonias. Jovial —aunque dice que ya no está como cuando tenía treinta años—, compuso Los Coches Chocones y otros temas en su invernadero de Medina del Campo, rematados con los amigos en unas sobremesas con chupitos. Ahora, tiene una tienda de frutas y verduras en el mercado municipal medinense.
En su puesto del mercado, el CD recopilatorio que sacaron en 2013 —en el que no podían faltar la boa rosa y el coche de choque— se expone en el mostrador junto a las garrafas de aceite de oliva. Fernando Martín —“viejoven desde séptimo de EGB” y de los que “se dejan llevar”—, exagricultor garrapo y guitarrista en varias bandas locales. Ellos dos, amigos desde la escuela, montaron 'Los Desgraciaus' antes de tener siquiera nombre. Ahora, junto a otros cuatro músicos, llevan a muchos pueblos Los Coches Chocones. The original one.
¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? En este caso es parecido. Primero fueron las canciones y luego el grupo. “La pretensión del grupo era la ausencia de pretensión. Lo de hacer una canción o dos al año en el verano era como una broma. Hay muchas canciones por ahí revoloteando, pero ya no hay una canción del verano que además hable de cosas veraniegas, ¿no? De cosas que ocurren en el verano. Que sea verbenera”, reflexiona Fernando con un vino —que no falte— en el mercado, mientras Vilorio despacha unas patatas y unos tomates.
Nosotros somos 'desgraciaos' hasta para buscar dinero
“Nosotros somos desgraciaos hasta para buscar dinero”, bromea Vilorio cuando vuelve a la mesa. El origen de su nombre nace también de ese concepto. Esa idea de un insulto que podía resultar amistoso —“¿Qué pasa, desgraciao?”—. “Era un insulto muy gordo cuando éramos jóvenes. No se le podía decir a cualquiera, se sentía muy ofendido. De hecho, cambiamos la 'o' por una 'u' por eso. Pero también es por cómo éramos —y somos— nosotros. Olvidamos las cosas, intentamos hacerlas bien pero nos salen mal, no preparamos nada...”, ríe.
Otros ejemplos que explican por qué son unos 'desgraciaus': ni siquiera ellos mismos subieron la canción a Youtube —gracias, “frikis de internet”—. A pesar de que el tema tiene ya veinte años y más de cuatro millones de reproducciones en Spotify, hasta este año no han grabado un videoclip que —obviamente— debía conservar cierto olor a naftalina. TVE hace un Cachitos sobre los coches de choque y solo pueden poner su música —y no un vídeo— porque no les tienen en su archivo. Cuando no cobraban por actuar nadie les llamaba y ahora que piden hacerlo, (casi) tampoco.
En uno de sus últimos conciertos —el Vintoro— se subió al escenario alguien del público a cantar Los Coches Chocones y no, no se sabía la letra. Tienen canciones grabadas —como una del Pucela— que todavía no han cantado ante público porque no, no ensayan lo suficiente. “Vamos a ser ya un mito hasta para eso. Vamos a ser de los pocos grupos que van a triunfar sin hacer nada”, ríen. De hecho, solo llevan cuatro años actuando en conciertos.
Todo el mundo ha visto a la rubia, ha visto al chulito de tal, y todo el mundo ha ido un domingo por la tarde a los coches de choque
“Estamos reivindicando el grupo a través de la canción. Digamos que el grupo existe gracias a la canción. Hemos dicho, vamos a hacer un grupo”, apunta Fernando. Para ellos es LA canción, que ha vivido muchísimas vidas pero apenas ha cambiado en nada las suyas. “Pasa el tiempo, desaparece la canción, vuelve a aparecer en un programa de radio, desaparece otra vez y aparece en la tele”, recuerdan. El primero fue Gomaespuma, aunque también ha sonado en Nadie Sabe Nada, en Tadeo Jones y en otras películas. De una manera u otra, todos hemos tenido contacto con Los Coches Chocones. Aunque no sepamos ni dónde la hemos escuchado.
“Todo el mundo ha visto a la rubia, ha visto al chulito de tal, y todo el mundo ha ido un domingo por la tarde a los coches de choque, que es un momento un poco underground. A mí me daba un poco hasta miedito, vamos. Hice la letra pensando en cuando yo tenía 10 u 11 años, iba a los coches de choque y veía a los mayores ahí chuleando a las rubias y tal, y yo me veía ahí un poco..., esa era mi inspiración”, cuenta Vilorio.
Continúa Fernando, más tranquilo que Vilorio: “La ausencia de pretensión de que la canción sea famosa o que tenga repercusión, es lo que hace que la canción nunca tenga repercusión del todo y siempre pueda volver a recuperarse otra vez”. “Los coches de choque son como la canción, no paran. O sea, hay gente que yo creo que sigue con los coches de choque por la canción”, remata Vilorio.
Sin miedo al ridículo y con ganas de divertirse. Así son sus actuaciones, a las que solo acuden unos pocos “elegidos”, bromean. El resto de sus canciones apenas superan las 20.000 reproducciones, pero tienen canciones que recomendar. Terrateniente del Amor y Fiesta son solo dos casos. Ambas ejemplifican la esencia de Los Desgraciaus, que solo buscan que el público se divierta y baile con ellos. “Tenemos mucho más repertorio”, defienden.
Vilorio y Fernando quieren actuar, pero sin depender de nadie. “No sabemos vendernos. Yo tengo la ilusión de que esto funcione sin representantes ni sin nada. Yo he tenido huerta toda la vida y no me ha hecho falta ir a un almacén para vender el producto. A lo mejor somos el único grupo que podemos venderlo nosotros”, espera Vilorio.
De momento, solo hacen unos diez bolos al año, más o menos, pero sí les gustaría que les llamaran de más sitios. Eso sí, con unos ingresos mínimos. “Nos escribieron del Conexión Valladolid diciendo que querían apoyar a la escena local. Pero es que eran unas condiciones económicas que daban pena. Y te daban ganas de contestarles... ¿Pero a dónde vas? ¿Sabes? Que quiero decir... Está bien apoyar a la escena local, pero de una manera digna”, protesta Fernando.
Vilorio lamenta que todavía no hayan tenido la oportunidad de que la gente conozca al grupo. “Yo me imagino que un día la gente se sabe La Momia y vamos, hay tres mil personas haciendo la conga pa'lante y pa' atrás”, sueña. Porque la vida es muy complicada y está llena de entresijos; y a veces lo único que necesitas es irte un domingo en la tarde a los coches de choque. O a La Talanquera. Con un Tinto con gas en un botellón.
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