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Por un Valladolid libre de odio

Una bandera LGTB

Diego Miguel Holguín

Secretario General de Juventudes Socialistas de Valladolid —

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A pesar de que vivimos tiempos en los que damos por establecidos valores democráticos tales como la tolerancia o el respeto a los demás; todavía podemos ver situaciones horrorosas de ataque, acoso y humillación por razón de sexo u orientación sexual.

Esto mismo se ha dado en los últimos días en redes sociales, donde se han podido ver insultos homófobos y tránsfobos a jóvenes de nuestra provincia, en un nivel que asusta de sólo pensar en que exista tanta crueldad y en tan corta edad.

No sabemos si el confinamiento puede estar agudizando estos comportamientos, pero nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a juzgar a otra persona por su condición sexual. La intolerancia no debe tener cabida en ningún sitio y las redes no pueden convertirse en la plataforma del odio de unos pocos.

Especial atención merecen las situaciones de odio y acoso que sufren los más jóvenes en este sentido, porque no sólo es mayor su indefensión, sino también su exposición a estos ataques a través de redes sociales. Detrás del anonimato se esconde muchas veces la peor cara del ser humano.

Tenemos que reflexionar sobre qué falla en la vida de una persona para convertirse en autora de estos ataques, para corregirlo en las etapas más tempranas y evitar todo el daño que pueda generar, tanto a la misma persona como a los demás.

Aunque en las últimas décadas este país haya avanzado lo suficiente como para convertir la homofobia en una página negra de nuestra historia y no de nuestro presente, mientras sigan existiendo estos comportamientos no podremos estar satisfechos completamente de nuestros avances.

Por ello, es justo que nos sumemos a la condena de estos hechos y los que, por desgracia, en un futuro se puedan dar; además de reafirmarnos en nuestro apoyo a las víctimas de estos ataques, que nunca deberían haber sufrido y que deben contar con todo el respaldo de las instituciones.

Debe ser misión de todos convertir Valladolid en una provincia libre del odio de unos pocos, en la que, la simple intención de cometer estos ataques sea inmediatamente disuadida ante nuestra enérgica respuesta como sociedad.

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