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De una fábrica de harinas a pisos de alquiler social: un pueblo de Palencia transforma la arquitectura industrial

Harinera de Paredes de Nava, Palencia.

Alba Camazón

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Hace décadas que la fábrica de harinas La Castellana, construida en 1920 en un pueblo de Palencia, está abandonada. Es solo un ejemplo de cómo tantas otras harineras se vieron obligadas a cerrar ante la liberalización del mercado en los años 70. En Paredes de Nava, un pueblo de Palencia, han decidido aprovechar esa estructura que antaño molió el grano de la zona para construir viviendas públicas que puedan ayudar a los jóvenes a independizarse.

La Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León (Somacyl) tiene previsto invertir 1,28 millones de euros en un máximo de tres años.

Las naves laterales de la fábrica de harinas ya no están: en su lugar hay un parque de bomberos y una vivienda rehabilitada que ha servido estos meses para acoger a refugiados ucranianos.

En 2010, el Ayuntamiento compró el inmueble con la intención de construir viviendas sociales, un proyecto que hasta ahora no se ha consolidado.

“El edificio principal de la Harinera conserva el carácter identitario del conjunto en el municipio como ejemplo de arquitectura industrial, pionera en su día”, refleja el estudio previo. Es tal el afán por conservar el espacio, que se recuperará la rotulación que en un principio conservaba la fachada y de la que ya solo queda la huella: 'Harinera Castellana S.L.'. “Hay una connotación de arqueología industrial y de economía circular, de aprovechar los espacios”, explica a este diario el alcalde de Paredes de Nava, Luis Calderón.

El edificio ha sufrido muy pocos cambios desde los años veinte del siglo pasado, y será necesario primero consolidar la estructura. El bloque principal se intentará conservar, pero el deterioro tan “avanzado” del bloque secundario lo hace “prácticamente irrecuperable”, según explica la memoria del proyecto.

La fachada conservará la imagen y disposición de huecos de la harinera hacia el pueblo, aunque se construirán unas terrazas y se delimitarán unos patios para la planta baja. Por detrás se habilitarán espacios para aparcar.

No es la primera vez que Paredes de Nava recupera un espacio municipal para viviendas: hace unos años se arreglaron ya las casas de los trabajadores ferroviarios de la antigua estación de tren y se construyeron viviendas de protección oficial (VPO).

La mayoría de fábricas de harinas, abandonadas

La harinera de Paredes es solo un ejemplo de cómo el patrimonio industrial se ha abandonado prácticamente por completo. “Ha quedado un patrimonio industrial en medio de Castilla de grandes fábricas que solo tuvieron fortaleza gracias a la exportaciones a Cuba y el monopolio controlado por el régimen”, explica a este diario el profesor titular de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Valladolid Javier Moreno Lázaro, que destaca lo que se hizo con la fábrica de harinas 'La Perla', que fue transformada en un hotel de 5 estrellas durante el boom inmobiliario, abandonada con impagos sobre los trabajadores y Hacienda y actualmente okupada por el Centro Social La Molinera, sobre los que pesa una orden de desalojo.

Moreno Lázaro asegura que la fábrica de Paredes apenas tiene valor patrimonial comparada con otras harineras más antiguas, aunque sí subraya que sirve como “testimonio arquitectónico” de un momento de la historia “no muy memorable”, porque fue la época en la que se comía “pan con pan”.

Todas estas fábricas fueron 'achatarradas' en la década de los 70 —explica Moreno Lázaro— para evitar que se utilizara la maquinaria “a escondidas” a través de un “plan de cierre subvencionado” para “corregir el exceso de producción” en un momento en el que no era necesaria tanta producción, puesto que con el fin del monopolio, se empezó a usar trigo de otras partes del mundo.

“Las que merece la pena conservar son las del Canal de Castilla”, expone. Algunas de estas harineras son Bien de Interés Cultural (BIC), una figura de protección de la Junta de Castilla y León. Es el caso de la fábrica de harinas de San Antonio (Medina de Rioseco, Valladolid, que ahora es un museo) y la Estrella de Castilla (Dueñas, Palencia, que ahora está abandonada). Otras antiguas harineras han sido transformadas en hoteles, espacios culturales o incluso casinos, como el Casino del Tormes, en Salamanca. La de Paredes de Nava cambiará la maquinaria molturadora por camas y cocinas; y los trabajadores cansados por jóvenes que buscan vivir su propia vida en un pueblo en un momento en el que cada vez es más difícil vivir en el medio rural.

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