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La adjudicación de Catalunya Caixa al BBVA deja Catalunya sin ninguna entidad bancaria pública

Sede central de CatalunyaCaixa en Barcelona

Tomeu Ferrer

Barcelona —

La privatización de Catalunya Banc se ha saldado con el pase de la que había sido segunda caja catalana al grupo BBVA. La operación de compra, una vez limpiado el balance de la entidad de ahorros, habrá costado al grupo de Francisco González 1.187 millones de euros. Pero para los contribuyentes el coste ha sido mucho más importante.

La antigua caja de la Diputación de Barcelona ha ido desprendiéndose poco a poco de todo el lastre que había acumulado tras la gestión poco clara de sus últimas direcciones. La venta de la cartera de préstamos tóxicos al grupo Blackstone ha sido la última operación de saneamiento. Anteriormente, el Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria (FROB) tuvo que poner 12.600 millones para tapar el agujero creado por la alocada apuesta inmobiliaria de las direcciones de la caja durante la burbuja especulativa. De hecho, la operación les habrá salido al Estado por unos 11.600 millones de euros en el que es el rescate más importante de la crisis bancaria si se tiene en cuenta la proporción entre el dinero destinado als salvamento y el volumen de activos.

Una entidad saneada

El BBVA compra ahora una entidad saneada. Su patrimonio neto se valora en 2.500 millones. También tiene el Expediente de Regulación de Empleo cerrado, las reclamaciones por las preferentes ya cubiertas y un nivel de liquidez que ronda los 15.000 millones. Además, el grupo de González adquiere una red de más de 700 oficinas, con una clientela fiel compuesta por particulares, pymes y microempresas, lo que suma el 11% del mercado bancario de Catalunya. Antes, el grupo BBVA había comprado por un euro simbólico el grupo Unnim, nacido de la fusión de varias cajas catalanas, una operación que ya le aportó un millón de clientes en Catalunya. Y, tirando más hacia atrás, el mismo grupo de origen vasco ya se había quedado por un precio muy barato la antigua Banca Catalana, cuando quebró.

Queda por saber qué pasará con la plantilla, que después de las últimas reducciones suma más de 4.600 trabajadores. Para verlo habrá que examinar si la red de oficinas tiene o no duplicidades con la construida por el BBVA y la heredada de Unnim. Si depende de los resultados, no debería haber un gran problema, porque una vez saneada, Catalunya Caixa dio beneficios el año pasado, concretamente 167,8 millones.

Recorte de dimensión

Justo antes de esta operación, sin embargo, se había producido un fuerte recorte de la dimensión que había tenido la antigua Caixa Catalunya. Se cerraron 332 oficinas, especialmente fuera de Catalunya, y se despidió en un expediente muy traumático a más de 1.200 personas.

Atrás queda el intento realizado por el consejero de la Generalitat Antoni Castells de salvar la catalanidad de la segunda entidad del país. Lo hizo propiciando una fusión con Caixa Tarragona y Caixa Manresa. La suma no logró evitar que afloraran las pérdidas de una gestión en el campo inmobiliario caracterizada por un crecimiento desmedido.

Habrá que ver si el grupo BBVA mantendrá la marca de Catalunya Banc o fusionará toda la red con la suya. Los estudiosos valoran precisamente el arraigo de la antigua entidad pública como uno de los activos más importantes. Si se perdiera la marca estaría por ver qué destino tendrían ámbitos tan importantes como el servicio de estudios, uno de los que tiene más renombre y que ha asumido tareas tanto significativas como los monográficos sobre la economía comarcal en Catalunya.

Patrimonio cultural

Durante mucho tiempo Caixa Catalunya era la entidad de propiedad parcialmente pública más importante del país. Eso antes de la crisis le permitió tener una actividad importante en el ámbito cultural y cívico. En 1980 la fundación de Caixa de Catalunya compró el edificio de la Pedrera, de Gaudí, declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Más tarde se crearon fundaciones como la Territori i Paisatge, destinada a salvaguardar de la especulación zonas de naturaleza salvaje. También se creó la fundación Un Sol Món, dedicada a la solidaridad y la fundación Viure i Conviure, dedicada a dar servicios especialmente a la gente mayor. Todas estas entidades se fusionaron en la fundación Caixa Catalunya, creada en 1987. Con la crisis la Fundación tomó el nombre de Fundació Catalunya y se desligó de la entidad bancaria. Ahora sus ingresos dependen sobre todo de las entradas de visitantes de la Pedrera.

La carrera para privatizar Cataluña Caja llegó a la última etapa con pocos compradores. Los que parecían más bien colocados eran Caixabank, la antigua Caja de Pensiones; El Banco Santander, y a última hora se habló del grupo francés Société Générale. Finalmente ha sido el BBVA quien en una finta inesperada se ha quedado la entidad que tiene su sede institucional frente a la plaza de la Catedral de Barcelona.

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