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Tomates contra la especulación: vecinos de Sants recuperan un huerto para el barrio

L'Horta Alliberada, en el barrio de Sants, un ejemplo de vida comunitaria

Yeray S. Iborra

“¡Lleno de ratas!”, exclama una vecina de la calle Tinent Flomesta de Barcelona mientras arrastra una bolsa de la compra. Sólo un gran camión que recorre la calle contigua, Cáceres, diluye sus efusivas explicaciones: “Antes estaba lleno de ratas, y ahora mira, ¡mira qué bonito!”. La señora, ya jubilada, exhibe con orgullo de abuela el solar, ahora sembrado con verduras de invierno y con “sólo” un par de personas trabajándolo. El frío aprieta esta mañana. “En verano esto estaba lleno de vecinos”.

Lo cierto es que no es la única vecina que ahora, seis meses después de la ocupación de este solar abandonado por la especulación en el corazón de Sants, se alegra del desenlace del espacio antes vacío. La esquina donde ahora resurge L'Horta Alliberada era un lugar de casitas bajas hace unos años, con un pequeño almacén y un par de locales. Una vez derruidas para hacer “pisos de lujo” –recuerda otro vecino– la crisis engulló el terreno, que fue pasando de una inmobiliaria a otra hasta que quedó en manos de las ratas.

Hace un par de años la situación se tornó insostenible. Los vecinos pidieron una solución para el espacio: las plagas, de roedores y mosquitos, y las humedades afectaban a las casas colindantes. El Síndic de Greuges emitió un informe en 2013 para que el Ayuntamiento limpiara y desinfectara el espacio. Según los mismos vecinos, la intervención se limitó a “cortar matojos”. La Agencia de Salud Pública no pudo actuar a fondo al tratarse de una propiedad privada.

Cansados de la situación, y con el consentimiento de las personas de la zona, un grupo de vecinos entró al espacio el 30 de abril de este año. El primer día se limpió la zona; el segundo se hicieron talleres de agricultura urbana; el tercero de carpintería; ese mismo día se hizo una asamblea de más de 50 personas, que decidió dedicar el espacio a una huerta comunitaria y al ocio vecinal.

Actualmente hay plantadas acelgas chinas, guisantes, col calé (variedad japonesa) o espinacas. También hay una zona de niños, y unos palés donde sentarse para tomar el fresco. La primera cosecha, la de verano, dio hace unas semanas hortalizas a decenas de vecinos que las recogían los martes y viernes. Todos los vecinos podían acceder a ellas: en L'Horta Alliberada no hace falta trabajar para recoger frutos. Aquí no sirve aquello de quien siembra recoge, aquí siembra quien puede y recoge todo el mundo. “Cada uno se implica como puede”, dice Mario, vecino activo en diferentes luchas del barrio que prefiere usar un nombre ficticio.

Según cuenta, se sigue haciendo una asamblea semanal (los martes a las 20:00h) y las tareas alrededor de L'Horta se han repartido entre los participantes, en cuatro comisiones: comunicación (con información activa en redes sociales), huerto, plantas y compostaje, gestión del espacio y programación de actividades.

“Al final L'Horta es una excusa para ganar un espacio al barrio y generar lazos entre los vecinos, para plantear qué hacemos con las ciudades, y poner en jaque a la especulación”, comenta Mario.

L'Horta ahora es un espacio estable después que el juez archivara el pasado 27 de octubre una denuncia de los Mossos de Esquadra tras no encontrar al propietario del espacio (tampoco este diario ha podido acceder a él). Por si acaso, el pasado miércoles 12 de octubre hicieron una celebración para pagar a la abogada que les llevó el caso: bingo, vermú, paella y exhibición de un documental. Recaudaron suficientes fondos.

“El éxito de los vecinos es cómo se eligió el espacio. Estaba atascado en un limbo legal”, explica Mario. Durante dos meses se estuvo haciendo búsqueda de espacios en el barrio: los que ocuparon ya sabían que el propietario tenía varias sociedades a su nombre, con edificios sin construir consecuencia de la crisis.

De momento, diferentes actores políticos han dado el visto bueno a la gestión de los vecinos en este espacio de Sants. Es el caso de la regidora de Sants-Montjuïc de la CUP, Lluïsa Pahissa, que declaró a Sants 3 Ràdio que la ocupación del solar era un ejemplo de cómo combatir el cemento y la especulación en los barrios.

El caso de L'Horta Alliberada no es único en Barcelona, existen otros espacios de agricultura urbana autogestionados. Bien cerca está la experiencia de la Farga, Can Vies o Can Batlló, con los que L'Horta Alliberada quiere tejer lazos.

Entre los objetivos del espacio de Sants está el de reanimar la Xarxa d'Horts Comunitaris de Barcelona (red de huertos comunitarios) –la Xarxa ha cesado su actividad los últimos años– cuyo primer encuentro tuvo lugar en noviembre de 2009, en Can Masdeu. Ya en aquel momento el catálogo de huertos en Barcelona era extenso.

En 2015 diferentes agentes coincidieron en un encuentro estatal de redes de huertos. En el encuentro se encontraban personas que habían pertenecido a la Xarxa d'Horts Comunitaris de Barcelona; tras algunas charlas se contempló la idea de reavivar la red en la ciudad. Se empezaron a recabar nuevos contactos, que fructificaron en un encuentro hace unas semanas. “Fue un éxito”, comenta una de las personas que estuvo en Madrid. Maria, desde 2008 en el huerto del Forat de la Vergonya, explica que la idea de darle ahora un nuevo impulso a la Xarxa d'Horts Comunitaris es firme.

En Barcelona, existen otras fórmulas que hacen de la ciudad un vivero de huertos urbanos. Según el Ayuntamiento de Barcelona, existen hasta 300 espacios de huerta urbana: los huertos de la red municipal (Xarxa d’Horts Urbans, nacida hace más de 20 años), huertos de escuelas, huertos de entidades o de asociaciones. Existe un mapa en el que se pueden consultar todos ellos.

L'Horta Alliberada no tiene candado. Está abierta todo el día para el uso de los vecinos. “La gente lo respeta, es de todos”, comenta un vecino que se acerca a mirar las acelgas. “Las vecinas, las familias con peques, vienen a pasar el rato, aún sin estar implicadas en el proyecto. Esta es ahora una plaza más del barrio”, concluye Mario.

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