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Catalunya busca agua en sus acuíferos en plena sequía histórica pero el 40% están contaminados

La fuente del Figueral, en la localidad de Calldetenes (Osona), con valores de nitratos que triplican los recomendados para consumo humano

Pau Rodríguez

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El agua del grifo en el municipio de Saus, Camallera y Llampaies proviene de cuatro pozos distintos, aunque todos están conectados al mismo acuífero. En dos de ellos, sin embargo, suelen detectarse valores de nitratos superiores a los recomendados, lo que obligó al Ayuntamiento a instalar una planta de tratamiento del agua y a proyectar otra. Pero aun así, el pasado verano no dieron abasto. “Con la sequía y el consumo de las segundas residencias, los pozos no daban más de sí. Para no cortar el suministro tuvimos que traer agua en camiones cisterna”, explica el alcalde de la localidad, Esteve Gironès. 

Inmersa en la peor sequía de su historia, Catalunya sigue dando pasos para ahorrar agua como sea. A la próxima declaración de emergencia en toda la zona de Barcelona y Girona se le han sumado recientemente las primeras multas a pueblos que incumplen los consumos máximos decretados, el anuncio de replantear el canon del agua para penalizar los derroches o la petición de cerrar las duchas en algunas instalaciones deportivas.

Con los embalses cada vez más vacíos y las desaladoras funcionando ya al 100%, una de las principales alternativas está bajo tierra. Son los acuíferos o aguas subterráneas, con muchísima más capacidad de almacenamiento que los embalses. Este miércoles la Agencia Catalana del Agua (ACA) ha abierto una convocatoria de subvenciones de hasta 10 millones de euros para que los ayuntamientos recuperen o construyan nuevos pozos. El problema es que muchos de ellos están en mal estado químico principalmente debido a un exceso de nitratos causado por los purines de las granjas de cerdos y por los fertilizantes agrícolas. 

“La contaminación de los acuíferos por nitratos viene de muy lejos, hace décadas que tenemos este problema que viene de las granjas”, reconoce el alcalde de Saus, Camallera y Llampaies. Su municipio está en la comarca del Alt Empordà, que tiene 389.431 cabezas de ganado porcino. Pero en otras comarcas, como Osona, esta cifra supera el millón. Y se nota en las aguas subterráneas. Allí hay fuentes que sacan agua con unos niveles de nitratos que multiplican por diez los recomendados. “Lo llaman zonas vulnerables a la contaminación, pero realmente son zonas ya vulneradas”, opina Ginesta Mary, presidenta de la asociación ecologista Grup de Defensa del Ter (GDT). 

De las 37 masas de agua subterránea que hay en Catalunya, 17 presentan un mal estado químico por nitratos, un 46%. Esto significa que se detecta en ellas valores superiores a 50 mg/litro. Además, según los datos de la Agència Catalana de l’Aigua, un total de 466 municipios, el 49% del total, están en zonas consideradas como vulnerables a estos excesos. Unos porcentajes que son parecidos a los del resto de España, según los análisis de Greenpeace.

“Hay que tener en cuenta que en casi ningún país los acuíferos están en perfecto estado. El problema de los nitratos es mundial”, advierte Albert Folch, hidrogeólogo e investigador en el Grupo de Hidrología Subterránea de  la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).



El acuífero, el gran y desconocido embalse

Las masas de agua subterránea son las grandes desconocidas no solo para la población en general, sino a menudo para la Administración. “La mayor parte del agua dulce que nos rodea está en los acuíferos”, explica Jesús Carrera, ingeniero del CSIC especializado en la materia. De estos grandes embalses debajo de la tierra se alimentan ríos y lagos, con lo que hay que ser muy cuidadoso a la hora de explotarlos para el consumo doméstico o el riego.

“En un escenario ideal, se debería recurrir a ellos solo en períodos de sequía, puesto que si los usas de forma continua cuando vienen las vacas flacas no están llenos”, añade. En Catalunya, se estima que el 40% del agua que se consume procede de este recurso. 

Para comprender su importancia, con datos de toda España los acuíferos almacenan 400.000 hectómetros cúbicos, siete veces más capacidad que los embalses, señala Julio Barea, hidrogeólogo y responsable de campañas de Consumo y Biodiversidad de Greenpeace. “Se trata de reservas estratégicas de las que dispondríamos en épocas de sequía si no hubiese esos niveles de sobreexplotación o contaminación”, lamenta el activista.

Si en otras zonas de España la principal amenaza de los acuíferos es la extracción descontrolada de agua –a menudo mediante pozos ilegales, como en Doñana o las Tablas de Daimiel–, en Catalunya no es este el principal problema. “En algunas zonas los acuíferos están mejor que en la gran sequía de 2008, en parte porque ahora hay desaladoras y hay más reutilización, lo que evita que se explote tanto el agua subterránea”, precisa Folch. 

El mayor daño que sufren los acuíferos catalanes es el de los nitratos, un compuesto químico derivado del nitrógeno que la naturaleza absorbe como nutriente pero que en exceso tiene consecuencias para el agua: no tanto porque se desaconseje para el consumo humano –especialmente para los bebés– sino porque puede conducir a procesos de eutrofización, que hacen que se creen algas y los embalses se pudran y los peces se mueran. El caso más conocido en España es el del Mar Menor

El modelo ganadero, en el punto de mira

Las zonas consideradas vulnerables por contaminación de nitratos coinciden casi a la perfección con las extensiones de granjas de cerdos, desde el Segrià (Lleida) hasta el otro extremo de la comunidad, en el Alt Empordà (Girona), pasando por las comarca central de Osona y el Lluçanès. “Son las masas de agua situadas, mayoritariamente, en zonas vulnerables de la cuenca alta de la Muga y el Empordà, Bajo Ter, Fluviodeltaics del Ter, Muga y Fluvià la plana de Vic, la Selva, Osona, la Garrotxa, el Vallès, el Maresme, el Penedès y el Campo de Tarragona”, constata el ACA en su Plan de gestión del distrito de cuenca fluvial de Catalunya 2022-2027

La forma en que los purines –las deyecciones ganaderas– se acaban infiltrando en los acuíferos es conocida. Los ganaderos los usan como abono para el campo y de la superficie acaba alcanzando los acuíferos. De nuevo, en determinadas cantidades no sería negativo. “Si se vertieran correctamente en los campos durante los meses de verano se evaporarían y serían absorbidos por los cultivos”, puntualiza Folch. Pero las necesidades de las granjas de deshacerse de los residuos son tales que se acaban vertiendo todo el año, en épocas en que esto no ocurre. “Si coges los purines de Osona y los repartes por todo el territorio catalán, no habría problema. Pero esta opción es demasiado costosa por el transporte”, dice Folch.

El vertido de purines como abono para los cultivos es legal. Lo que establece la regulación vigente son las condiciones que deben cumplir las granjas. Y prohíbe nuevas explotaciones en zonas vulnerables si no acreditan alternativas para deshacerse de las deyecciones (entre ellas, llevarlas a territorios sin ese riesgo).

Para el Grup de Defensa del Ter (DGT), sin embargo, el uso de purines como fertilizante debería estar vetado. “En Osona a menudo lo tiran en campos donde no hay nada plantado. Dicen que es un buen abono, pero en realidad es la forma más económica de deshacerse de un subproducto de la carne barata”, denuncia la activista local Ginesta Mary. 

Y por si fuera poco, descontaminar un acuífero es una tarea prácticamente imposible de llevar a cabo, dada su extensión y la lentitud con que se mueve el agua. “Lo que contamines hoy puede que siga ahí durante 150 años, que es la media de residencia del agua. Descontaminarlos requiere una energía y unas inversiones que solo se llevan a cabo cuando hay alguna sustancia muy muy tóxica”, expone Carrera. A veces, como en el caso de Saus, Camallera i Llampaies y en otras localidades catalanas, se opta por instalar plantas de desnitrificación. Por su parte, Carrera trabaja en proyectos de recarga artificial de acuíferos, por ejemplo con agua depurada, que podría contribuir a rebajar los nitratos. Pero todavía son pilotos que no se desarrollan a gran escala. 

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