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Los más de 150 murales que salvaron a Penelles de la despoblación y el olvido

Murales en la población leridana de Penelles, donde tiene lugar el Gargar Festival el primer fin de semana de mayo.

Jordi Sabaté

Penelles —
11 de mayo de 2024 22:04 h

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En la raya administrativa que divide las comarcas leridanas de l'Urgell y la Noguera se asienta Penelles, sobre un llano de campos de secano y granjas de cerdos que da la espalda por el norte a la sierra de Bellmunt-Almenara y se extiende por el sur hasta Lleida capital, a 42 kilómetros de distancia. En este paisaje tan peninsular, que es verde en primavera, dorado en verano, pardo en otoño y ceniza en invierno, pasan cosas extraordinarias.

Como cada año, durante el primer fin de semana de mayo tiene lugar en Penelles el Gargar Festival, un certamen que reúne en sus calles a creadores de todas las disciplinas artísticas urbanas, ya sean grafiteros, muralistas, pintores, tatuadores, ilustradores o escultores. Lo excepcional del mismo es que se da en un medio 100% rural, tiene lugar al aire libre y consiste en pintar las paredes exteriores de las casas de este pequeño pueblo de 428 habitantes hasta convertirlo en una peculiar pinacoteca a cielo abierto.

El objetivo primordial es muy claro: combatir la despoblación que afecta a toda la Catalunya rural y por extensión a toda la España vaciada. Y a tenor de las cifras lo consiguen: “En nuestro mejor año, que fue 2019, conseguimos atraer unas 12.000 personas durante los tres días del festival”, explica Jordi Solsona, socio del estudio Binomic.cat y promotor, junto a Mar López-Pinto, del Gargar Festival.

“A lo largo del año calculamos que pasan más de 50.000 personas, ya sea para visitar los murales o atender a los diferentes cursos que realizamos relacionados con el arte mural”, añade este barcelonés de origen reconvertido en gestor cultural rural.

Un Ayuntamiento volcado

Además de la gente de Binomic.cat, el festival de Penelles se sustenta sobre otros dos pilares: uno es la artista Olga Cortadelles, que lleva toda la parte pedagógica y de cursos a lo largo del año, ya que el festival cuenta con la participación de alumnos de diversas escuelas de arte, como es el caso de la Escola D'Art Ondara de Tàrrega (Lleida), que ayuda a los muralistas a pintar.

La otra pata es el alcalde de la población, Eloi Bergós. Según destacan tanto Cortadelles como Solsona, “ha apoyado el festival desde el minuto cero”.

El “minuto cero” es cuando el proyecto solo era una protesta informal de Solosona, López-Pinto y Cortadelles. De esto hace ya nueve ediciones, y sin él, destacan, “no hubiera sido posible este recorrido”. En todo este tiempo han pasado por Gargar Festival artistas no solo de Lleida y Catalunya, sino de toda España y más: de todo el mundo, desde Chile a Nueva Zelanda y por supuesto Europa.

“Estamos ya inmersos en la novena edición, en la que se sumarán diez murales más a los 150 con los que ya cuenta el pueblo”, declara Bergós, que explica que el objetivo del festival es “preservar la actividad humana en el pueblo, amenazado como tantos otros pueblos de la zona por la despoblación”. Es decir, atraer gente no solo en los tres días que dura el festival “sino todo el año con actividades relacionadas con el festival”.

El alcalde explica que el festival se denomina Gargar “porque es la onomatopeya que da nombre al canto de la perdiu de garriga [Pterocles alchata], un pájaro estepario que anida en la sierra de Bellmunt-Almenara y que está en peligro de extinción, como la vida humana en estas comarcas”. “Queremos transmitir que pueblos como este son espacios fenomenales para vivir por su calidad de vida, y lo hacemos demostrando que el arte urbano no es una cosa exclusiva de las grandes ciudades, sino que también se puede dar en pueblos como Penelles”, agrega.

Asegura Bergós que el festival ha sido un éxito porque atrae visitantes todo el año, tanto en fin de semana como entre semana “cuando vienen los colegios a visitar los murales”. “Los fines de semana vienen visitantes de todo el Estado, y en verano especialmente aparecen extranjeros”, apostilla. “Hay un matrimonio de california que viene todos los años a visitar los nuevos murales, lo mismo que un grupo de pescadores deportivos polacos”, interviene Olga Cortadelles, el tercer pilar del Gargar, que llegó desde Agramunt hace años.

En la novena edición

Aterrizó en Penelles buscando un taller para hacer grabados y serigrafías. Sus abuelos tenían una casa en el pueblo, así que se estableció, montó el taller, también para impartir cursos, y creó un pequeño hospedaje que durante el festival sirve de albergue a los artistas. “Cuando Mar y Jordi propusieron al ayuntamiento que cediera algunas paredes para hacer murales, yo me apunté inmediatamente; la cosa fue a mayores y surgió la idea de hacer el festival, que Eloi [Bergós] compró inmediatamente y ha apoyado desde entonces”, expone Cortadelles.

Un modo parecido de ir a parar a Penelles tuvieron López-Pinto y Solsona: “Mar y yo procedemos de Barcelona”, explica él, que añade que “llegamos a Penelles hace quince años porque los abuelos de Mar eran del pueblo y tenían casa”. Como diseñadores y artistas urbanos trasplantados al medio rural, ambos creyeron que la pintura mural era una buena receta para atraer visitas al pueblo, pero también crear un cierto ambiente artístico y creativo. “Propusimos en 2016 la idea al ayuntamiento y así empezó el festival, que tuvo su punto de inflexión ya en la segunda edición”, asegura Solsona. Desde entonces la asistencia de público ha sido notable.

“En esta edición presentamos como novedad, además de los Dj's y las actuaciones musicales, un ciclo de monólogos de comedia, el Gargar Comedy, y por supuesto diez nuevos murales, con tres artistas de Lleida, que para nosotros son prioritarios, dos artistas internacionales y otros cinco artistas que proceden de Zaragoza y de Barcelona”, apunta Solosa.

Artistas de Finlandia o Francia, pero también octogenarios

Los dos artistas internacionales a los que se refiere Solsona son la finlandesa Anetta Lukjanova y el francés Matthieu Antignac. Lukjanova conocía el festival porque residió durante unos años en Barcelona, así que seguía las evoluciones del mismo a través de su Instagram. “Les mandé un email diciéndoles que quería participar; ellos miraron mi obra y me pidieron que les enviara una propuesta”. Para ella el festival es realmente “muy estimulante” por lo que supone crear en medio del campo.

Por su parte Antignac, que responde al apodo de Koga.one, procede de Metz y también contactó con el festival por Instagram. “Sigo el festival desde hace años, tiene mucho renombre internacional entre los muralistas, así que les propuse venir”. El francés expresa con jovialidad: “Es sorprendente ver en un pueblo tan pequeño tal cantidad de murales”.

Pero este año, el Gargar cuenta de un modo especial con la presencia de Pilarín Bayés, la octogenaria ilustradora que ha estado toda su vida profesional vinculada a la legendaria revista infantil Cavall Fort, durante un tiempo censurada en diversos ayuntamientos de la Comunitat Valenciana donde Vox participa del gobierno municipal.

Bayés pinta su mural ayudada de alumnas y alumnos de la Escola D'Art Onda, a los que va corriendo y enseñando a aplicar el pincel como una abuela comprensiva pero pertinaz en su enseñanza. “Estoy pintando el canal D'Urgell, que con la sequía está cerrado, con el clot del dimoni y una niña que maneja un tractor”, explica Bayés, que se declara “encantada de participar en el festival”. Ella no tuvo que mandar propuesta sino que fue invitada por la organización, al igual que sucedió con Roser Capdevila, creadora e ilustradora de Las tres mellizas, obra traducida a 35 idiomas, unos años antes.

Gran variedad de propuestas estilísticas

Jordi Solsona también destaca la gran variedad de propuestas estilísticas que presenta Gargar: “Al principio traíamos más muralistas de retrato, que es lo que te pide la gente del pueblo que presta sus paredes para el festival, pero hemos ido ampliando, sobre todo en las paredes de los edificios públicos, a estilos de grafiti old school, temática de tattoo, abstracta, etc.”

Cisco Kaesele es leridano aunque tiene su estudio de tatuaje en Barcelona. Explica que está pintando un mural de temática tattoo japonés, “para meter un poco de variedad” y a la par renovar la pared que él mismo pintó en la primera edición del festival hace nueve años. Su intención es pintar “una gran espalda tatuada”, al estilo de los mafiosos de la yakuza.

Irene López León es una muralista de L'Hospitalet de Llobregat y esta es su segunda participación en el festival: “Entre que el sol ha descolorido la pared que pinté hace cinco años y que he evolucionado mi estilo, hemos decidido renovarla”, explica mientras perfila su mural, en el que asoman los primeros brochazos de un gran retrato femenino. Explica que vive de su arte, “de los murales y los cuadros” que pinta.

También de L'Hospitalet de Llobregat es Dirty 1984, un artista que empezó en las calles y ha ido evolucionado su estilo desde el old school hasta formas más sinuosas, abstractas y tubulares, que navegan entre el pop art de los 70 y los murales de Keith Haring. Montado en la grúa, situada dentro de un olivar vallado en las afueras del pueblo, pinta su primer mural.

También participa del estilo de la vieja escuela del grafiti y del rap del Bronx de los setenta y ochenta el leridano Sergi Montoliu. Explica que su especialidad es hacer el grafiti clásico “pero siempre con un toque de humor”. No se gana la vida con esto (“tengo familia y debo ser pragmático”) pero de vez en cuando, asegura, “me escapo a pintar”.

Por su parte, el artista y tatuador zaragozano Isaac Mahow, que procede de la importante “movida grafitera” de la capital aragonesa, también se estrena en el festival con un mural de estilo muy particular en el que se puede ver a tres chicas maravilladas en la observación de la luz que emite la pantalla de un móvil. “Una evocación muy actual”, comenta con ironía el artista, que explica que antes ha participado en otras iniciativas similares en Aragón.

Finalmente, los alumnos de la Escola D'Art Ondara de Tàrrega también participan este año con su mural, en el que pintan una serie de trenes sobre una larga tapia. “Haremos una composición con los trenes que los alumnos han pintado: los montaremos en un GIF animado que se podrá descargar desde un QR que pintaremos también en el muro”, explica Guillem Font, profesor de muralística en la escuela que también pintó su mural hace cuatro años en la plaza del pueblo (y que se puede apreciar en la foto de portada de este reportaje, el primer mural empezando por la izquierda).

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