Salvador Sunyer es el fundador y director del Temporada Alta, de Girona y Salt, uno de los festivales más importantes de artes escénicas de Europa. Con una propuesta de espectáculos amplia, extensa y múltiple, nacional e internacional, autoproducida y adoptada convierte Girona en un enclave visible y atractivo para la cultura en mayúsculas. Desde 1992, el festival se ha mantenido sobre todo gracias al público. Sunyer sabe cómo moverse en el marco de la reciente coyuntura económica.
¿De qué manera está afectando la crisis económica a la cultura?
La situación ya era muy delicada, venimos de un contexto histórico en el que Cataluña y el resto del Estado tienen mucho menos presupuesto para la cultura que el resto de sectores. Y ahora, si no se da un cambio fuerte-que no se dará-, habrá un 30-40% de gente que vive de la cultura que lo tendrá que dejar con el agravante de que no hay trabajo en ninguna parte. Dicho esto, la crisis nos puede ayudar a sacar grasa, a dar músculo, a plantear el futuro de otra manera ya abrir nuevas vías para la gente joven. Hasta ahora ha habido una generación tapón, de la que formo parte yo mismo.
Concretamente, ¿cómo ha vivido los primeros recortes y ajustes en Temporada Alta 2012?
Este año hemos tenido un 30% menos de presupuesto, hemos hecho un festival con menos espectáculos-el año pasado tenía 96 y este 74 - intentando que no baje en absoluto la calidad de los espectáculos... Y, como hay 35 estrenos, la calidad no la ves hasta que la has estrenada!
El festival se mantiene fiel a su estructura ya su filosofía...
El festival comenzó como algo pequeñísima, el primer año tenía un presupuesto de un millón de pesetas y ahora tiene 2 millones de euros a pesar de haber bajado 1 millón. A diferencia de otros es orgánico, no es creado desde las instituciones. Ha ido creciendo con dinero de empresas privadas y con un aliado principal, el público, luego vino la colaboración administrativa. El público sigue llenando casi todo, ocupa una media del 90% de localidades, si no hubiera sido por esta afluencia de espectadores, este año no sé si habríem podido terminar todo el festival. La Generaliatat nos debe aún la subvención de dos años. Las empresas lo pasan mal pero este año tendrán aportado igual, y la parte institucional está muy mal, lo que les tendremos que pedir es más implicación, más codo con codo para ir todos juntos.
¿Puede mantener la fórmula del festival que hacíais utilizado hasta ahora?
Será difícil pero no me da miedo la situación, nos ayudará a coger unas líneas nuevas que son más de futuro. El futuro pasa por abrirnos a Europa y el resto del mundo [hay un proyecto en Argentina, de la mano del dramaturgo Claudio Tolcachir y su compañía, Timbre 4]. Encuentro excitante pensar qué haremos, cómo podemos hacerlo más bonito, más barato y que esté mas bien. Tenemos una ventaja, somos un país y una cultura que están por hacer y podemos ser los primeros de Europa en hacer festivales como tendrán que hacer en los próximos años: menos estructura, menos funcionarios y dedicando el máximo de energía posible en la base, que es la programación artística. Tenemos que conseguir que la mayoría del dinero vaya a los artistas, a las producciones y haya una parte pequeña que vaya a estructuras.
Y por si parecía poco, a los “productos culturales” les suben el IVA...
Es una agresión al mundo de la cultura, pero sobre todo a los ciudadanos. Económicamente ha sido una catástrofe: en Barcelona comparando en septiembre de este año con el pasado la recaudación del teatro ha bajado un 40%, si el Estado lo ha aumentado un 13%, quiere decir que por medio han perdido mucho dinero. Estoy seguro de que tendrán que hacer atrás.
Otro punto grave, las intituciones no tienen dinero y quién paga la cultura son los ciudadanos. Están sacándonos esta fuente de ingresos, una venganza hecha esencialmente por el Ministerio de Hacienda a la gente de la cultura porque no los considera cercanos.
¿Es también algo parecido a la crisis de valores añadida de la que todos hablan?
Es una operación ideológica, no es una operación económica. Dicen que el teatro, el cine y el arte son entretenimiento y no son los libros. ¿Será porque la editorial más potente es del señor Lara que tiene Antena 3? Además, como puedes decir que todo esto es entretenimiento y en cambio el rejoneo tiene IVA reducido?
Alemania con Merkel (y Francia con Sarkozy) es de centro-derecha, pero una derecha civilizada (en Francia 2,4% del presupuesto va a cultura, en Cataluña un 0,9), saben que la cultura es la esencia de un país, que lo cohesiona. Aquí no ven que desmontan el que articula un país, tenemos una cultura pedestre.