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El Govern afirma que la relación con el Gobierno sigue congelada mientras prepara la reunión de Sánchez y Aragonès

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se saludan a su llegada als Premis Pimes de Pimec en el Camp Nou

Arturo Puente

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Es necesario que el Govern vaya actualizando semana a semana si las relaciones con el Gobierno central están o no congeladas porque, si no lo explicitase de palabra, sería imposible saberlo. La semana pasada la consellera de la presidencia fue a visitar al ministro Félix Bolaños y ambos acordaron una reunión en los siguientes semanas entre los presidentes Pedro Sánchez y Pere Aragonès, un reinicio de los contactos entre ambos ejecutivos que ambos dibujan como la antesala de una nueva edición de la mesa de diálogo. Los equipos de ambos gobiernos ya trabajan en buscar la fecha, el lugar y el contenido. Y, pese a todo ese ajetreo, el Govern insiste en que las relaciones están “congeladas” debido al caso Pegasus.

“Hoy no existen motivos para descongelar nada. Las relaciones no son normales no se ha recuperado la confianza. Es verdad que hay unos ámbitos técnicos, a los que no se renunciará, pero las relaciones no están normalizadas y no lo estarán hasta que se den todas las explicaciones”, ha asegurado este martes la portavoz del Govern, Patricia Plaja. Negar que las relaciones se hayan reemprendido es la idea salomónica a la que han llegado los socios del Ejecutivo, después de que Junts mostrara su malestar por lo que consideraba un incumplimiento por parte de ERC del acuerdo de abril pasado, que suspendía contactos hasta que la Moncloa no diera explicaciones por el espionaje.

ERC, sin embargo, optó la semana pasada por abandonar la posición de ruptura con el Gobiern que, aunque estaba pensada como un castigo a Sánchez, en realidad se estaba convirtiendo en un aislamiento que sumía a ERC en la irrelevancia. El líder de los republicanos en Madrid, Gabriel Rufián, ya había reenfocado su discurso en Madrid, pasando de los supuestos déficits democráticos del Estado al disparado precio de la fruta. “Los altos precios les puede arrasar a ustedes y a nosotros”, dijo el republicano, en un intento de reconducir la conversación hacia campos que pueden ponerles mucho más de acuerdo que la transparencia del CNI.

Pero el reinicio de las relaciones de ERC con el Gobierno enervó a Junts y avivó la tensión en la coalición de gobierno catalana. Hasta el punto que este lunes el partido de Laura Borràs llevó la cuestión al órgano de coordinación entre socios, un espacio de arbitraje para cuando todo está a punto de estallar. Según ha explicado la portavoz del Govern, el acuerdo fue mejorar el intercambio de información y evitar exponer en público las discrepancias. Lo que explicado en plata significa que los republicanos reconocieron que no habían informado adecuadamente del paso que daba la consellera Laura Vilagrà cuando acudió a Madrid, al tiempo que Junts aceptaba que no es buena idea lanzar pullas a través de los medios.

La información fluirá mejor y habrá menos reproches públicos, se prometen el uno al otro, pero no habrá ningún rectificación ni cambio de estrategia. La parte republicana del Govern defiende que retomar los contactos con el Gobierno no supone ningún cambio respecto a lo pactado para reaccionar al Pegasus, al contrario, entienden que esta es la forma de presionar a Sánchez para que dé explicaciones sobre el espionaje. Y por donde no están dispuestos a pasar de ninguna forma es por la petición de Junts de que Aragonès consensúe con ellos sus visitas a Sánchez. “La presidencia es una institución que tiene vida propia”, ha defendido Plaja, defendiendo la autonomía plena de Aragonès para diseñar su agenda.

Sea o no un asunto que deba tratar el conjunto del Govern, la agenda del president se ha convertido en objeto de discusión pública porque los avances en la relación con el Gobierno prácticamente se resumen en las reuniones y promesas de reuniones entre Sánchez y Aragonès. Ahora el Palau de la Generalitat trabaja a contrarreloj para tratar de fijar una cita a lo largo del mes de julio, a poder ser durante la primera quincena y, por tanto, antes del debate sobre el estado de la nación que el Gobierno quiere celebrar antes de las vacaciones estivales.

En medio la batalla entre ERC y Junts a cuenta de las reuniones, el calendario fue caprichosos y este lunes Sánchez y Aragonès coincidieron en una entrega de premios de la patronal catalana PIMEC. Los presidentes se saludaron en el Camp Nou y cenaron hombro a hombro, por lo que pudieron intercambiar unas palabras. La portavoz del Govern afirmaba este martes que había sido una conversación sin contenido político porque, a su parecer, las cuestiones importantes debían tratase entre ambos presidentes en su próxima cita.

“Las expectativas son bajas”, ha afirmado sin embargo la portavoz del Govern. Y, pese a eso, si los presidentes se reunieran en las próximas semanas acabarían por cumplir una promesa que ya habían hecho para “principios” de este año y después para la primavera. Haya o no acuerdos explícitos, esa cita supondría además retomar la plena normalidad en las relaciones entre gobiernos y permitiría la reincorporación de ERC al bloque de la mayoría en el Congreso, en un momento idóneo para que el Gobierno no deba buscar apoyos fuera sus socios tradicionales. Ahora bien, incluso si todo eso ocurriese tal y como aparece en el guión, sería necesario que la portavoz del Govern aclarase si las relaciones están o no congeladas.

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