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Ocho kilómetros al día en silla de ruedas para plantar más de un millón de árboles en Burkina Faso

Daniel Balimà, el protagonista del documental "The Man of the Trees", plantando un árbol

Marc Vilajosana

Vive en Tenkodogo (Burkina Faso), tiene 67 años y lleva 50 trabajando. De pequeño padeció polio, una enfermedad que afecta al sistema nervioso, en su caso en las piernas, lo que le impide caminar. Pero su silla de ruedas, en forma de triciclo y con un volante artesano para dirigirla, le permite desplazarse. Cada día recorre varias veces los cuatro kilómetros que le separan del vivero donde planta sus árboles. Esta es la historia de Daniel Balimà, el protagonista del documental The Man of the Trees, que se ha proyectado en los Cinemes Girona en el marco de la 26ª edición del Festival Internacional de Cine del Medio Ambiente de Barcelona, renombrado desde esta edición como SUNCINE.

“Es una historia preciosa para todos nosotros”, sostiene Andrea Trivero, el director del documental. Trivero es un ingeniero italiano de 50 años que se especializó en desarrollo de tecnología de bajo presupuesto para países en desarrollo. Tras los estudios, Andrea entró en un proyecto de cooperación de una ONG italiana con el objetivo de remediar la desertificación del Sahel, una zona situada en el noreste del continente africano. “Teníamos que plantar de manera urgente entre 50.000 y 60.000 árboles en la zona, pero queríamos apostar por los horticultores locales”, narra Andrea.

Para ello se mudó en 2004 a Tenkodogo, un pequeño pueblo situado a 300 kilómetros de la capital del país, Uagadugú. Y fue entonces cuando conoció a Daniel. “Me encontraba en mi oficina rodeado de papeles cuando llamaron a la puerta. Vi que se abría, pero que no entraba nadie”, recuerda el ingeniero. Pero se equivocaba: allí se encontró con un hombre que se desplazaba con sus brazos y manos. “Mi oficina estaba situada en un cuarto piso, de modo que Daniel dejó la silla de ruedas fuera del edificio y subió las escaleras solo con sus brazos”. El horticultor se comprometió a garantizarle los 50.000 árboles que necesitaban cada año y así empezó una colaboración que duró cuatro años. Este proyecto se clausuró con más de 200.000 árboles plantados, tras lo cual Andrea volvió a Italia con su familia.

La idea de filmar un documental no llegó hasta varios años después. El ingeniero siguió volviendo a Burkina Faso cada año, para comprobar el estado del proyecto de plantación y visitar a Daniel y a toda la gente de Tenkodogo, que ya lo consideraban uno más. En uno de esos encuentros, entre 2010 y 2011, se pusieron a calcular cuántos árboles había plantado el horticultor a lo largo de su vida, y la cifra superó el millón doscientos. “Para él era algo normal, era su vida”, explica el italiano, pero fue el momento en que se dio cuenta que podía grabar un documental sobre su historia. “Es un gran ejemplo de resilencia”, afirma Andrea.

“Lo que más me sorprendió es que cuando le pregunté por qué hacía este trabajo, me contestó que sentía que lo necesitaba”, rememora el ingeniero Andrea Trivero. El padre y el abuelo de Daniel habían trabajado durante toda su vida plantando árboles, y aunque durante su adolescencia tuvo un oficio de zapatero, a los 17 años sintió “la llamada de la tierra” y volvió a dedicarse a la arboricultura. Trivero también destaca la religiosidad de Balimà, quien empieza cada día rezando junto a su familia antes de ir a trabajar. El ingeniero sostiene que Daniel es un ejemplo de cómo reconstruir una vida: “Está casado y tiene cuatro hijos, dos de ellos en la universidad”.

El objetivo de Trivero con The Man of the Trees era doble: mostrar una realidad menos conocida del continente africano y contar una historia personal. “Cuando se menciona África, e n Italia solo es para hablar sobre guerra, enfermedades o inmigración”, critica el ingeniero, que quiere poner solución a este problema: “En África solo conocen una parte del mundo europeo, y nosotros solo conocemos una parte de África”. Por el otro lado, el director del documental confía que la historia de Balimà pueda motivar a otras personas a actuar de forma distinta, en especial por su aportación al planeta. “Para mí, Daniel es como El Principito”, confiesa Trivero.

Tras la primera emisión del documental durante el año pasado, The Man of the Trees recibió varios premios por parte de organizaciones italianas, y Trivero invitó a Daniel a viajar a Italia para recogerlos. “Solo había salido una vez de su pueblo para ir a la capital de Burkina Faso, de joven, después de esto no había vuelto a viajar”, resalta el ingeniero, que recuerda con cariño la fascinación que este viaje supuso en el horticultor, que quedó altamente sorprendido con los castillos medievales y la gran abundancia de árboles y ríos. “Nos dijo que no éramos conscientes de la riqueza y la naturaleza que tenemos en nuestro país”, hace memoria Trivero

Desde su estreno el año pasado el documental ha sido reproducido en festivales de cine de todo el mundo y la historia de Daniel ha llegado a decenas de países. Sin embargo, Andrea no termina de estar contento con ello. Tras la publicación de The Man of the Trees pusieron en marcha una campaña de micromecenazgo para financiar y mejorar el proyecto llevado a cabo por Balimà. El objetivo de la campaña era de 15.000 euros e incluía el suministro de agua para regar o la construcción de una red de protección para evitar que los animales salvajes comieran los cultivos, pero a fecha de hoy el proyecto no alcanza los 1,500€. “Daniel no necesita nuestra ayuda, es un emprendedor, pero para mí es un placer colaborar con él”, confiesa el ingeniero, que tiene claro el objetivo a cumplir: plantar otro millón más de árboles.

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