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L'Hospitalet se confina a medias: “Hasta que no sea obligatorio, la gente seguirá bajando al bar”

Vecinos de La Florida (l'Hospitalet de Llobregat) este miércoles.

Pol Pareja

L'Hospitalet —

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La recomendación de quedarse en casa no le ha hecho alterar la rutina a Manuel Pizarro, 86 años, acostumbrado a bajar cada mañana a tomar su café al bar Campoy. Reconoce, no obstante, que algunos de los vecinos con los que suele desayunar en esta terraza de la Torrassa (l’Hospitalet de Llobregat) han preferido quedarse en casa este miércoles. “Yo he pasado tanto que nada me asusta ya”, afirmaba confiado mientras sostenía su bastón.

En la primera mañana en este municipio desde que la consellera de Sanitat, Alba Vergés, recomendó a los vecinos de los barrios de Collblanc, Torrassa y Florida quedarse en sus domicilios, se percibía una disminución de la actividad respecto al pasado lunes aunque la imagen estaba muy lejos de lo que sería una ciudad confinada. “Hoy hemos notado un bajón importante”, explicaba Estela Campos desde dentro del bar Campoy observando a Pizarro, uno de los pocos clientes a las 12 de la mañana.

Las terrazas estaban mucho más vacías, aunque en ellas no resultaba difícil encontrar vecinos que no han seguido las recomendaciones del Govern. Lo de confinarse no es obligatorio, es una recomendación, y así se lo han tomado muchos vecinos de estos tres barrios donde viven unas 121.000 personas.

Olga Hernáez, 56 años, en el paro desde antes de la pandemia, vive en una habitación alquilada en un piso compartido en La Torrassa. “He ido a comprar y he aprovechado para tomar una cervecita”, explicaba desde la terraza del Bar Jaqueline. “Hasta que no sea obligatorio quedarse en casa, creo que la gente seguirá bajando al bar”, señalaba. Manuel Expósito, 55 años, la acompañaba en la mesa. “Desde el domingo que se empezó a notar, pero mucha gente sigue saliendo a la calle, es difícil saber qué está bien hecho y qué no”.

En las plazas de debajo de los bloques de la Florida también había grupos de jóvenes, familias y mayores pasando la mañana, ajenos a las recomendaciones de Sanitat mientras que delante del CAP de la Torrassa los servicios de desinfección del Ayuntamiento pasaban cada hora fumigando las calles. En la plaza Espanyola, el centro neurálgico de la Torrassa, las terrazas estaban a medio gas. 

“Tampoco hay que volverse locos, no voy a dejar de desayunar”, replicaba Juan desde el bar Ángel de la Florida. “Estoy trabajando, si esto no me lo han prohibido lo que no haré es dejar de hacer todas las otras cosas”.

El confinamiento recomendado por la Generalitat, más allá de que es solo una recomendación, contempla diversas excepciones para salir a la calle: ir a trabajar, asistir a centros de salud, cuidar a personas dependientes, desplazarse para hacer compras imprescindibles de alimentos y medicamentos, acudir a entidades financieras, realizar actuaciones con las administraciones públicas, atender huertos familiares de autoconsumo y llevar a cabo pruebas oficiales y mudanzas inaplazables. “Todo lo que sobrepase estos motivos y se pueda ahorrar, recomendamos encarecidamente a la población que no lo haga”, señaló el martes por la tarde Vergés.

Algunos vecinos optaban por una opción mixta entre ir a un bar y quedarse en su domicilio: sacar su silla a la calle para tomar el aire. Era el caso de María Fernández, 45 años, vecina del Passatge d'Oliveres de la Torrassa. “Yo de aquí no me pienso mover, estamos bastante asustados”, señalaba sentada en una silla en la puerta de su domicilio. “Le he prohibido a mi hijo ir a ningún lado y hasta que no pase todo esto no me pienso ir de aquí”.

Más confusa era la situación en Collblanc, donde una calle separa este barrio cuyos vecinos deberían estar confinados de la ciudad de Barcelona, donde todavía no existe esta recomendación. “Ya ves tú, estamos en la frontera del confinamiento y nadie nos dice nada”, ironizaba desde el lado barcelonés de la calle Pepa Martínez, 75 años, vecina de Collblanc desde hace 50. “Como no se pongan firmes esto no va a servir de nada”.

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