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La maniobra de Puigdemont divide al independentismo y provoca el rechazo del PP

Partidarios de la independencia, con gesto de decepción tras la comparecencia de Puigdemont

Arturo Puente

Declaración de independencia en suspenso. El president de la Generalitat, Carles Puigdemont declaró el inicio del proceso hacia la República de Catalunya este martes, ante el pleno del Parlament. Lo hizo en una comparecencia en la que dio por válidos los resultados del referéndum del 1 de octubre, pero en la que a la vez abría un periodo para la mediación internacional y el diálogo con España.

“Asumo presentarles los resultados del referéndum, el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta un estado independiente en forma de república”, afirmó Puigdemont, una llamada que entendió como una declaración de independencia por parte de los diputados de su bancada. “Las urnas, el único lenguaje que entendemos, dicen sí a la independencia y este es el camino que estoy dispuesto a transitar”, apostilló.

El freno de Puigdemont a una DUI (declaración unilateral de independencia) con todos los efectos provocó la decepción inmediata de muchos de los seguidores convocados por la ANC y Òmnium cerca del Parlament. La maniobra provocó la quiebra más evidente producida en los últimos meses entre los partidos independentistas. La CUP anunció que da por terminada su participación en esta legislatura y dijo que su confianza en el Govern había quedado “dañada”.

El Gobierno también rechazó la decisión del presidente catalán de no ir hasta el final. “Ni el señor Puigdemont ni nadie puede sacar consecuencias de una ley que no existe”, respondió Soraya Sáenz de Santamaría en una comparecencia sin preguntas, “de un referéndum que no se ha producido y de una voluntad, la del pueblo de Cataluña, de la que una vez más quieren apropiarse”.

El Gobierno de Rajoy está decidido a aplicar el artículo 155 de la Constitución como respuesta al discurso de Puigdemont, pero tiene como prioridad conseguir antes el apoyo del PSOE para su aprobación en el Senado.

Este fue el momento clave del discurso de Puigdemont donde valida el mandato del referéndum para justo después de los aplausos proceder a la suspensión de la declaración de independencia:

Puigdemont reclamó al Parlament que suspenda la declaración de independencia en búsqueda de la mediación internacional, con un periodo indefinido. El president hizo además una llamada directa a la Unión Europea y al Estado español para que acepten esta mediación. Según sus propias palabras, el mandatario catalán hacía “un gesto de responsabilidad” para “resolver el conflicto de manera serena”.

Finalmente el Govern se decidió por una vía intermedia entre la declaración unilateral efectiva y la declaración en diferido, asumiendo la voluntad de llegar a la República catalana, pero dejándola suspendida para buscar la oferta de diálogo. Pese a esa suspensión, los diputados independentistas firmaron una declaración de independencia en papel después de la finalización de la sesión parlamentaria. Ese documento, firmado por “los representantes de Catalunya”, no aparecerá publicado en el diario oficial de la Cámara.

Fuentes cercanas al Govern aseguran que el mensaje recibido desde instancias internacionales en las últimas horas era que una declaración de independencia a las bravas no sería aceptado por los grandes actores diplomáticos mundiales. Aseguran estas mismas fuentes que tanto en el Govern como en la mayoría parlamentaria eran conscientes de que las palabras de Puigdemont tenían el riesgo de no contentar a nadie, pero era la única forma de mantener levantada la bandera de la mediación.

Por eso, el objetivo de la fórmula usada por Puigdemont es dar el máximo protagonismo a la voluntad pactista y de mediación, pero sin renunciar a poner en vigor la ley de transitoriedad jurídica, aprobada por el Parlament y suspendida por el Constitucional. De acuerdo con la ley del referéndum, también tumbada por el TC, proclamar unos resultados en los que el 'sí' haya obtenido un voto más que el 'no' significa declarar la independencia.

Así son los números surgidos del 1-O y que Puigdemont llevó ante el Pleno. Con una participación de 2.286.217 de personas, el a la independencia obtuvo el apoyo del 38,5% sobre el censo y del 90,2% sobre los votos válidos. Una vez oficializados por el president, entraría en vigor la ley de transitoriedad, que estipula en su artículo primero que “Catalunya se constituye en una República de derecho, democrática y social”.

Cuando Puigdemont acabó de hablar, y a diferencia de los diputados de Junt pel Sí, los de la CUP no se levantaron ni aplaudieron. Los anticapitalistas habían estado trabajando en el texto durante la hora que se había retrasado el pleno, ya que no estaban de acuerdo con algunos de sus aspectos, aunque finalmente acudieron a sus escaños. “Nosotros no podemos suspender los efectos de nada. ¿Negociación y mediación con quién?”, se preguntó Anna Gabriel, portavoz de la CUP, en su intervención en la Cámara.

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