La pandemia acaba con el monotema: los independentistas se desmovilizaron en 2020 y perdieron interés en el procés

Arturo Puente

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En el año 2015, dos de cada tres catalanes consideraban que el procés acabaría con resultados tangibles, bien la independencia (17,1%) o bien un acuerdo con el Estado (46,1%). Cinco años después, apenas la mitad de los catalanes sigue pensando lo mismo y ni siquiera el 10% de ellos confían en que la situación política se dirija a una secesión efectiva. Este es uno de los datos que muestra cómo la movilización del procés, sus expectativas y el interés que genera para los catalanes ha caído paulatinamente en los últimos años y de forma especial durante 2020, coincidiendo con la pandemia. La situación sanitaria ha acabado así con el debate independentista como único tema para centrarse en cuestiones como la gestión de la crisis de la COVID por parte del Gobierno y la Generalitat.

Son los datos recopilados por el Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS), adscrito a la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y dependiente de la Diputación, que acaba de publicar un estudio sobre los efectos de la pandemia en el debate nacional. Las dos investigadoras que firman la publicación, Lucía Medina Lindo y Maria Freixanet Mateo, observan una pérdida de interés y centralidad de la cuestión territorial. “Con la llegada de la pandemia la importancia atribuida al tema de la independencia y la movilización política a su alrededor decaen”, observa el estudio.

Para comprobar el efecto de la pandemia en el procés el estudio se basa en diferentes indicadores, como el interés por la política de los independentistas, que cae 11,5 puntos en el año de la pandemia; el interés por la política catalana, que desciende 9,5 puntos; la frecuencia de la discusión política fuera de la familia, que pierde otros 11,4 puntos; o la participación política, que también se desploma 9,1 puntos. Todos estos indicadores son además mayores entre independentistas que para los no independentistas, por lo que el análisis concluye que, aunque la preferencia por la secesión se mantiene en alza, son los soberanistas los que han perdido intensidad y movilización por su opción. 

Con todo, el debate soberanista sigue siendo importante tanto para los independentistas como para quienes no lo son. De entre estos últimos, el 70% consideraba en 2018 que el tema de la secesión era muy importante, un porcentaje que en 2020 cayó por debajo del 60%. En este grupo también se detecta una caída de la preocupación por este asunto y de su debate fuera de los círculos familiares. “La pérdida de centralidad del procés a raíz de la pandemia parece más acentuada en el caso de los independentistas que entre los no independentistas, porque estos últimos, que partían de un techo de movilización mucho más bajo, ya habían empezado a desinteresarse mucho antes de la cuestión territorial”, indica el estudio.

Mientras que la preocupación e interés por las cuestiones relativas al independentismo se estancaba o incluso decrecía, un nuevo asunto emergió desde el primer trimestre de 2020: la pandemia. Un nuevo gran tema de debate que tenía enormes efectos en la percepción de la situación personal, para cada catalán, pero también para el conjunto de Catalunya y España, y en cuestiones sociales, políticas o de la marcha de la economía.

“En 2020 la percepción de la situación personal se agrava”, constata el estudio. “El 18,8% de las personas entrevistadas cree que las cosas les han ido mal o muy mal, un dato que si se extrapola al conjunto de la población mayor de edad supone algo más de un millón de personas y un incremento de cerca de 350.000 personas respecto de 2019”. Esta percepción va ligada a la economía. De pronto se disparan los encuestados que consideran que la situación de Catalunya y España es “mala o muy mala”, y en ambos casos crecen hasta 20 puntos porcentuales respecto a 2019.

Una de las cuestiones que remarca el estudio es que los encuestados vinculan fuertemente su situación personal con la de la marcha económica general y viceversa, aunque en el año 2020 incluso aquellos que estaban en buen momento personal veían con pesimismo el futuro para el conjunto. “Los datos del sondeo ponen de manifiesto un importante impacto pandémico, tanto sobre la valoración de la situación personal como sobre la percepción de la economía, y muestran que las dos están relacionadas”, explica el estudio.

Sin embargo, las investigadoras alertan que sus datos “no permiten aclarar cuál es el sentido causal de la relación entre los dos tipos de evaluaciones ni, por lo tanto, determinar en qué medida el aumento de las situaciones personales negativas responden a razones económicas, de salud o de otra naturaleza”.

Pese a las dificultades de analizar la causalidad de los resultados, los datos demuestran que en el año 2020 la pandemia tuvo una afectación prácticamente total para evaluar tanto la situación personal como la marcha de la economía en Catalunya y en España. Así se pasó de un monotema a otro, desplazando la pandemia al anterior debate sobre la cuestión territorial.

Pero que la pandemia y todas sus derivadas conquistasen totalmente el debate político en Catalunya no significa que todas las demás preferencias políticas desaparecieran. A la hora de valorar la gestión de la crisis de la COVID-19 por parte del Gobierno central y de la Generalitat, las opiniones venían marcadas en buena parte por la adhesión partidista previa. Así, mientras que los votantes de Junts son los que tiene más tendencia a describir como buena la gestión catalana, también juzgan con mucha severidad la gestión del Ministerio. Con los 'comuns', pasa lo contrario: tienden a valorar más positivamente el papel del Gobierno en el que participan.

Más curioso es lo que ocurre con PSC y ERC, donde se intercambian los papeles. Republicanos y socialistas son algo más severos con el papel de sus propios ejecutivos y ambos dan más aprobados que suspendidos al otro. Mientras, para los partidos de la derecha, PP, Vox y Ciudadanos, tanto la gestión catalana como la española sobre la pandemia merecen sonoros suspensos. Este equilibrio finalmente hace que, pese a que hay opiniones muy diferentes dependiendo del partido al que se vote la valoración del Gobierno y la Generalitat respecto a la pandemia sea muy similar en términos globales.