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Las mil maneras de esconder urnas de la policía en el 1-O

Urnas en un centro de votación el 1-O

Emma Reverter / Sergi Franch

'¿Dónde están las papeletas?'. '¿Dónde están las urnas?'. Dos cánticos que hace días recorrían las ciudades catalanas en tono de burla hacia la imposibilidad del Gobierno español de encontrar el material electoral, cogieron visos de realidad este domingo: algunos colegios electorales cerrados por la policía ocultaron las urnas y papeletas para mantener la convocatoria de referéndum tras el paso de la policía. Además, se desplegaron todo tipo de obstáculos para dificultar el acceso de los policías en diferentes localidades.

En la mayoría de los casos, se improvisaron escondites previendo la llegada de los agentes. Se trataba de ganar tiempo para esconder las urnas, teniendo en cuenta la contundencia de la actuación de la policía que detallaban las imágenes de algunos episodios de violencia policial. Una vez se marchaba el operativo policial se ponían de nuevo encima de la mesa las urnas “salvadas” y se retomaba el operativo electoral.

Este particular juego del gato y el ratón se inició bien temprano en el centro del Cole Verde (Girona), a las ocho y media de la mañana cuando decenas de agentes intentaban entrar mientras que los presentes trataban de impedírselo. Como resultado de las escaramuzas, varios ciudadanos terminaron en el suelo. Mientras, los organizadores pensaban qué hacer con las urnas.

Cerrar las puertas del centro fue una de las opciones. En el Cole Verde, tal como cuenta una de las responsables del centro, los policías tuvieron que “encaramarse a la puerta de más de dos metros para entrar”.

“Los policías no consiguieron entrar hasta el cabo de una hora”, relatan los testimonios. Una vez dentro, los agentes buscaron las urnas “durante media hora”. No las encontraron, y se fueron. A las diez y media de la mañana, dos horas más tarde, se reanudó la votación.

En la escuela Pau Romeva del barrio de les Corts (Barcelona) también consiguieron esconder las urnas de la Policía Nacional. Lo mostraron en las redes sociales después de sortear la persecución del material del referéndum.

El mismo caso detalla un representante de Girona Vota que estaba en el Centro Municipal de Ocupación de Sant Narcís donde se pudo votar hasta la una de la tarde. En ese momento, la Policía Nacional entró por una puerta lateral con resultado de varios heridos. Pero “mientras se organizaban para entrar hemos tenido tiempo de evacuar niños y esconder las urnas”, explicó Martí Carreras, testimonio del episodio.

En Sant Iscle de Vallalta, la creatividad alcanzó niveles artísticos. Los presentes se convirtieron en actores de una teatral partida de dominó, un escenario de normalidad en el hogar del jubilado, que era el centro electoral dispuesto por la Generalitat. Mientras se jugaba, las urnas se encontraban escondidas. ¿Dónde? Pues en un nicho vacío del cementerio, cercano al centro electoral.

Habida cuenta de los destrozos provocados por la Polícia Nacional o la Guardia Civil en busca de las urnas, decenas de colegios electorales reservaron urnas llenas de papeletas “simuladas” a punto para satisfacer a los agentes y evitar males mayores. Tras la visita, las urnas con los votos auténticos se volvieron a poner sobre la mesa.

En el barrio barcelonés de Nou Barris, esperaron a cerrar el colegio para enviar un mensaje vía redes sociales a la policía para alertarles que las urnas que se habían llevado contenían sobres vacíos. En Aiguaviva (Girona), donde la Guardia Civil protagonizó un desalojo del centro electoral con gases lacrimógenos, el dispositivo policial se cerró con doce heridos y la incautación de urnas con sobres vacíos.

Estrategias fuera de los colegios electorales

En este juego de persecución de las urnas e impedimentos destacó la “caída” causada por un “golpe de viento” de un pino que cortó la carretera de acceso entre las poblaciones de Monistrol de Calders y Sant Llorenç Savall. La “caída” se produjo cuando se supo que 30 antidisturbios de los Mossos d'Esquadra estaban incautando la única urna del municipio vecino de Granera, de 79 habitantes.

En este despliegue imaginario de obstáculos del referéndum, las balas de paja fueron también un recurso recurrente en las vías de acceso a Castelló d'Empúries, Esquirol o Navarcles. También, los municipios apostaron “vigilantes” en las entradas de los municipios para alertar a los colegios electorales que los vehículos policiales se dirigían ya a buscar las urnas.

El Govern cifra en 319 el número de colegios cerrados por mandato judicial, lo que representa el 14% de los más de 2.315 colegios electorales dispuestos para el referéndum, según un balance provisional hecho una antes de la hora del cierre de los colegios.

Terminada la jornada, antes del recuento de las papeletas, se divulgaban las imágenes de las urnas perseguidas que se encontraban ya sin peligro y a punto del recuento. Quedarán como historias de los pueblos y ciudades qué fue lo que los vecinos se inventaron el 1 de octubre para mantener a salvo unas urnas. Episodios que podrían inspirar, también, la particular pugna entre Piolín y Silvestre.

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