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¿Twitter propició la DUI? Radiografía de la influencia de las redes en la fase crítica del 'procés'

Puigdemont cruza la puerta del pleno del Parlament con dos móviles en las manos

Arturo Puente

“Sin Twitter no habría ni políticos en la cárcel, ni en el exilio ni 155”. Así lo aseguró este martes quien fuera conseller de Empresa en el Govern de Carles Puigdemont, Santi Vila, que acaba de presentar su libro sobre los años del 'procés'. No es una teoría nueva. El periodista Enric Juliana ha vinculado varias veces en La Vanguardia la decisión de Carles Puigdemont de declarar la independencia en vez de convocar elecciones a un tuit del diputado de ERC Gabriel Rufián, que en la mañana del 26 de octubre escribió: “155 monedas de plata”.

Para Juliana, como para Vila, unos pocos caracteres escritos en el momento y la red social adecuada cambiaron la historia de Catalunya. Es probablemente el ejemplo extremo, pero la influencia de internet y las redes sociales sobre las decisiones que tomó el Govern entre septiembre y octubre es difícil de cuestionar. Sin ir más lejos, fue a través de Twitter cómo los consellers reunidos se enteraron de que dirigentes  del PDeCAT como Albert Batalla y Jordi Cuminal dimitían si se apostaba por la convocatoria electoral.

Pero el caldo de cultivo generado en las redes durante el 'procés' no tiene necesariamente que ver con cargos políticos. Como movimiento ciudadano con fuerte arraigo asociativo, las redes han sido un terreno favorable al independentismo durante años. Diferentes líderes de opinión se han distinguido por su uso intensivo de Twitter para difundir sus ideas, muchas veces con mayor éxito que con artículos publicados en medios.

Es el caso del filósofo Jordi Graupera, que compagina su actividad como investigador de la Universidad de Princeton con artículos y análisis en diferentes medios. Tiene, además, cerca de 130.000 seguidores. “Supongo que Twitter tiene efectos sobre los políticos, al menos en parte, en especial si mucha gente dice o pide algo a la vez y sobre todo si esa gente tiene ascendencia sobre su base electoral”, asegura Graupera.

“Santi Vila nos quiere vender la idea de que él había convencido a Puigdemont para hacer A, y fue la presión de la turba de Twitter quien lo llevó a hacer B. Al final Vila se queja de que sin Twitter le hubiera podido manipular él solo”, remacha el filósofo. El día que el Govern estaba reunido decidiendo si elegía elecciones o declaración de independencia, Graupera hizo esta cadena de tuits, argumentando a favor de la declaración:

Para Graupera, Twitter es una herramienta de utilidad demostrada para mejorar la política, ya que “permite fiscalizar a los políticos de forma directa”. A su entender, la propia declaración de Vila lo ejemplifica, puesto que, según la hizo, “inmediatamente ha salido un familiar de Jordi Cuixart a decirle que el día 26 ya había presos políticos, y tiene miles de RTs y cientos de miles de vistas, lo que permite que se vea la farsa de la frase en el momento”.

De la manifestación a Twitter

La misma mañana del 26 de octubre, cuando el Govern estaba reunido en el Palau de la Generalitat decidiendo sobre la oferta del Gobierno de Rajoy para ir a elecciones a cambio de no aplicar el 155, una manifestación de estudiantes llegó hasta la plaza Sant Jaume. “Alerta Convergència se'ns acaba la paciència” fue una de las frases más coreadas bajo las ventanas del Palau, con el recuerdo del día 10 de octubre como telón de fondo, cuando Puigdemont había dejado en suspenso la declaración.

¿Tuvieron más influencia los tuits de Rufián y los alcaldes que aquellos gritos o lo que los estudiantes podían estar diciendo desde sus cuentas de Twitter? Es decir, ¿ejerce más presión la acción individual, por más ascendente que tenga el protagonista, o un clima social generado por miles de pequeños nodos de una red?

“Las redes sociales han rebajado la barrera de entrada del debate político. Lo que antes solo podía entrar por vía de un medio de comunicación, como el apoyo a un partido político nuevo, ahora puede entrar si tiene una masa suficiente en redes sociales. Eso ha hecho que la capacidad de influencia se disperse”, explica Albert Sáez, adjunto al director de El Periódico de Catalunya y autor del libro 'El periodisme després de Twitter'.

Según defiende el periodista, ninguno de los grandes nuevos fenómenos políticos como el independentismo, Podemos, Ciudadanos, pasando por la victoria de Pedro Sánchez en las primarias o el resultado del Movimiento 5 Estrellas italiano, se entenderían sin las redes sociales. Por eso Sáez considera que lo que revelan las palabras de Vila es “la inquietud de unas élites que no se acaban de adaptar a un mundo nuevo en el que los monopolios de la opinión cada vez son más débiles”.

Haciendo política con un ojo en la pantalla

Verónica Fumanal es asesora en comunicación política y certifica el fin del monopolio de la opinión editorializante en los medios. Según explica, los llamados “prescriptores” pueden tener un peso definitivo a la hora de generar opinión, pero no exclusivo. Otro fenómeno que describe es que las comunidades en redes sociales son cada vez más cerradas, “por lo que la opinión está muy polarizada y aumenta el consumo de informaciones que dan la razón a tus creencias previas”, señala.

“Puigdemont pudo no decidir por un tuit, pero sí por unos cuantos”, asegura Fumanal, que recuerda cómo el tuit de Rufián abrió la veda a muchos perfiles cercanos a ERC que delataron hacia donde iban a ir sus principales competidores. La asesora además recuerda que, si bien los políticos no hacen política a golpe de tuit ni de encuesta, lo que pasa en Twitter forma parte del proceso de toma de decisiones. “Y, sobre todo los políticos de nuevo cuño, leen su 'timeline' y sacan conclusiones a través de él”, explica.

Que el 27 de octubre la mayoría de medios catalanes amaneciesen con editoriales contrarios a la declaración de independencia no impidió que la declaración finalmente se produjera. ¿Tomó Puigdemont la decisión para evitar un escrache 2.0 en Twitter? Probablemente no, pero sí pudo comprobar vía Twitter que dejaba en bandeja a ERC a su sector de afinidad si convocaba unas elecciones en ese momento.

“Felizmente hay redes sociales”, aseguró la semana pasada el propio Carles Puigdemont, en una entrevista de Rac1 en la que le preguntaron directamente por el libro de Santi Vila. “La hostilidad mediática de todos los soportes convencionales ha sido total, como la propaganda de todos ellos hacia candidaturas del 155, muy especialmente Ciutadans y el señor Iceta”. El president cesado es un amante declarado las redes sociales, y en su perfil de Twitter figura que se unió en diciembre de 2007.

“Creo que entrar en un juego de reproches e intentar ver quién hizo qué aquel día... todos cometimos errores, todos. Y todos mantuvimos, pese a eso, posiciones de dignidad, cada uno con sus opiniones”, zanjó Puigdemont. En el capítulo de los errores, el líder de JxCat señaló como propio no haber declarado plenamente la independencia el mismo día 10 de octubre, cuando la dejó “en suspenso”. En aquella decisión también pesó un tuit, en este caso del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk:

Bien organizados y activos

Según explica Fumanal, el independentismo es una de las comunidades mejor organizadas en las redes sociales. “No solo tienen Twitter muy trabajado, también los grupos de WhatsApp o Telegram, que además son mucho más eficaces”, explica la experta. Durante años, el independentismo ha utilizado las redes para marcar opinión, para organizarse, para difundir información y propaganda o para socializar.

Pero, con motivo del referéndum del 1-O, las redes sociales dieron un salto cualitativo convirtiéndose en una herramienta imprescindible para la organización del referéndum. Las cuentas institucionales difundieron por la red los manuales de instrucciones para los miembros de las mesas, que habían sido incautados, o difundieron aplicaciones para que los votantes encontraran su punto de votación cuando las tarjetas censales cayeron. El uso que hizo tanto la Generalitat como las cuentas de la ANC y Òmnium de las redes sociales fue muy intenso. Algunas campañas expecíficas, como la de “Escoles Obertes”, logró organizar a miles de personas para pasar la noche en su punto de votación.

Twitter sirvió, sin duda, para organizar el referéndum. ¿Sirvió también para empujar después a la declaración de independencia? Antonio Baños, quien fuera por un breve periodo diputado de la CUP y hoy portavoz de la organización independentista Súmate, hizo los siguientes tuits en la mañana del 26 de octubre:

“Me hace cierta gracia que se pretenda que esto pase a la historia como la tarde en la que gobernó Antonio Baños y Gabriel Rufián. Es una tesis ridícula que unos cuantos tuits y una manifestación decantaran la decisión del president”, asegura el propio Baños, que explica que aquel día estaba rodando un programa de televisión mientras iba recibiendo información de lo que pasaba dentro de Palau.

En un momento determinado de la mañana, el periodista y exdiputado se cambió la foto de avatar, hasta entonces Felipe VI boca abajo, por la foto de Puigdemont dada la vuelta. “En aquella reunión no estaban pendientes de la foto de perfil de Baños, estaban pendientes de una confirmación de Madrid, de si aplicaba el 155, de qué decían las instituciones europeas, de si Rajoy daba garantías...”, asegura.

En su foto sí se fijaron, en cambio, miles de tuiteros, que recibieron del periodista el mensaje de que Puigdemont convocaría elecciones. Tanto es así que, según recuerda, le llamó una cadena de televisión para preguntarle qué significaba su cambio de avatar. Así que en las siguientes horas, Baños volvió a cambiar su foto varias veces, siempre la foto de Puigdemont volteada pero en diferentes ángulos, según si la información que le llegaba era más o menos favorable.

“La influencia en las redes es real, existe, pero es efímera, pierde todo su sentido fuera de la cadena de comentarios y se le da poca trascendencia. El poder sigue estando en la llamada que se hace, la cena a la que vas, la conversación que tienes es un despacho”, reflexiona Baños. “Y más vale que los gobiernos no tomen decisiones en base a Twitter, que es un medio impulsivo y compulsivo, y donde cualquiera puede poner tu foto al revés”.

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