Junts pel Sí acepta dejar el debate sobre Mas en el congelador
La conferencia ofrecida por la CUP para clarificar su postura ante la negociación con Junts pel Sí ha tenido un efecto balsámico en las relaciones entre ambas formaciones. Si la izquierda independentista proponía el jueves comenzar a negociar por lo concreto, en los ejes social, de desobediencia legal y de proceso constituyente, el miembro de la comisión negociadora de Junts pel Sí, Raül Romeva, recogía el guante el viernes, asegurando que está de acuerdo “practicamente en todo”. Poco después era Marta Rovira, secretaria general de ERC, quien mostraba su concordancia con los ejes expuestos por la CUP.
Con estos dos posicionamientos, Junts pel Sí ha aceptado el esquema de negociación que quiere poner en práctica la CUP, dejando en el congelador el debate sobre la investidura de Mas. Este es el principal escollo para el pacto, por lo que ambas formaciones quieren afrontarlo cuando se alcancen compromisos en el resto de temas.
En cualquier caso, tanto Romeva como Rovira han dejado claro que el aplazamiento del debate no significa que cedan ni un milímetro en su pretensión de reelegir a Mas. “Lo descarto absolutamente del todo”, ha asegurado Romeva en Rac 1 a la pregunta de si podría convertirse en president, “no he sido nunca candidato y no soy candidato”.
Las reuniones entre las dos formaciones independentistas, Junts pel Sí y la CUP, han sido hasta ahora poco más que tomas de contacto que no han pasado de sondeos mutuos. Será a partir de esta semana cuando comenzarán las negociaciones sobre las cuestiones centrales, que podrían dilatarse durante casi un mes, el plazo máximo que el reglamento permite al president Mas para convocar la sesión constitutiva. Según la hoja de ruta trazada por la CUP este jueves, serán Junts pel Sí y el actual Govern quienes tengan que mover ficha en primer lugar y mientras se llevan a cabo las negociaciones, con pasos tangibles hacia la ruptura con el Estado.
Las “medidas de irreversibilidad” que quiere la CUP tienen que ver con aspectos como la desobediencia al Tribunal Constitucional, que ha retirado diversas leyes salidas del Parlament catalán en los últimos meses, como la ley de pobreza energética y contra los abusos hipotecarios, suspendida este miércoles. Además, consideran imprescindible paralizar hasta 10 privatizaciones y poner en marcha 39 medidas de choque contra la pobreza, que la CUP aún no ha mostrado. Pero la principal medida que la candidatura de Unitat Popular propone es comenzar una “desconexión legal” plena y antes de la investidura, haciendo caso solo a las leyes emanadas del Parlament.
Según ha opinado este viernes el cabeza de lista de la formación, Antonio Baños, el Parlament es soberano desde el 27 de septiembre, razón por la que estaría legitimado para “saltarse los bloqueos” del Constitucional, un tribunal que considera “foráneo y desprestigiado”. Pese a esa apuesta de ruptura total que, tal y como anunció el diputado Benet Salellas en la propia conferencia, puede hacerse “de una o con pequeñas microrupturas”, el número uno de la candidatura ha lanzado un mensaje de orden asegurando que “no habrá vacío legal” en ningún caso, ya que “nos regiremos por la legislación catalana”.
Del #PressingCUP al #PressingJuntsPelSí
Desde la celebración de las elecciones, hace 10 días, el entorno de Convergència ha presionado a la CUP para que acepte la presidencia de Mas. La amenaza implícita que durante estos días ha sobrevolado a la candidatura de la izquierda independentista era que, de no reelegir al actual president, se le haría responsable de hacer descarrilar el proceso soberanista, una retórica que inauguró el propio Mas en campaña pero a la que estos días se ha sumado el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, o la portavoz del Govern, Neus Munté.
Estas advertencias, magnificadas en diferentes medios de comunicación y tribunas, han sido parodiadas por miembros de la CUP en las redes bajo la etiqueta #PressingCUP, un título bajo el que agrupaban lo que consideraban salidas de tono de políticos y periodistas partidarios de la investidura de Mas.
La conferencia de la formación ha servido también para darle la vuelta a esa situación. Después de que la CUP pusiera de relieve sus exigencias, diferentes actores políticos han acusado a Junts pel Sí de ceder ante las peticiones de los anticapitalistas. La líder de Ciutadans, Inés Arrimadas, ha culpado a Artur Mas de haber llevado a Catalunya a un “callejón sin salida” y ha deseado que el president no asuma las reclamaciones de la CUP. De forma más airada, el PP ha acusado a Mas de dejar el futuro político catalán en manos “de un formación anticapitalista y chavista” como la CUP.
El propio Gobierno central ha mostrado su postura sobre la formación del nuevo Gobierno catalán. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de cada viernes, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha reclamado al president en funciones de la Generalitat a “no contagiarse” del plan de la CUP. Para la vicepresidenta, la CUP es “un partido antisistema” con un programa “de abierta desobediencia a la convivencia”.
En vista de las advertencias que había levantado su conferencia, la CUP devolvió la pelota a Junts pel Sí, a los que dedicaba un tuit, esta vez con la etiqueta #PressingJuntsPelSí.