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ANÁLISIS

Todos contra el PSC

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta

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Miquel Iceta será el candidato más veterano en las próximas elecciones catalanas. También es el único que repetirá como cabeza de lista puesto que, a falta de que Carles Puigdemont decida si quiere ir simbólicamente de número 1 de Junts, el resto son todos nuevos. Por diferentes motivos, Inés Arrimadas, Oriol Junqueras, Xavier Domènech y Xavier García Albiol ya no están en el Parlament. El anterior candidato de la CUP, Carles Riera, puede que esté en la lista pero no ocupará el primer puesto.

Ahora serán Carlos Carrizosa (C's), Pere Aragonès (ERC), Laura Borràs (Junts), Jéssica Albiach (En Comú Podem), Alejandro Fernández (PPC) y Dolors Sabaté (CUP) los que protagonizarán la próxima contienda. A ellos hay que sumarle el PDeCAT, con Àngels Chacón, y el PNC, con Marta Pascal, ambas con dificultades para obtener representación, y Vox, con Ignacio Garriga, cuya entrada en el Parlament se da por hecha. Faltan dos meses pero la campaña ya hace semanas que está en marcha. Lo saben los partidos en Barcelona pero también en Madrid y eso explica algunas de las últimas decisiones que están tomando.

La prisa que ERC y Podemos (o para ser más exactos los 'comuns') tenían para que la reforma del Código Penal que permitirá modificar el delito de sedición así como la tramitación de los indultos a los presos estuvieran resueltos antes del 14F es inversamente proporcional a la del PSC. Los socialistas catalanes no quieren perder ni un solo voto de los que prestaron a Ciudadanos el 21D en 2017, tras la aplicación del 155 y el encarcelamiento de Junqueras y varios exconsellers. El descalabro que, según todos los sondeos, sufrirá el partido de Arrimadas permitirá al PSC recuperar un votante que hasta hace cinco años fue siempre suyo. De ahí que Carrizosa centre sus ataques en los socialistas y no pare de repetir a quien quiera escucharle que el PSC se ha vendido al independentismo por el acuerdo entre ERC y el Gobierno de Pedro Sánchez que ha permitido sacar adelante los Presupuestos del 2020.

Pese a que Iceta asegura que los socialistas no gobernarán con ERC y que todos los dirigentes republicanos, empezando por Junqueras y Aragonès, también descartan esta opción, tanto Ciudadanos como PP, Vox y Junts insisten e insistirán en que el propósito del PSC y ERC es aliarse en una entente en la que estarían también los ‘comuns’. El candidato socialista, además, añade que su partido tampoco apoyará a los republicanos desde fuera del Govern, esto es, garantizándole la estabilidad necesaria en el Parlament. “Con quien quiera la independencia o un referéndum de independencia no pactaremos. Y ERC dice que no pactará con nadie que no sea independentista”, ha reiterado en varias ocasiones el líder socialista. 

Es cierto que los republicanos aseguran que no habrá un nuevo tripartito. Aragonès afirmaba hace poco en una entrevista en 'La Vanguardia' que el futuro Govern debe tener alianzas más allá del independentismo pero en esa ecuación incluía a los comuns y excluía a los socialistas. “Estamos en las antípodas del PSC de Iceta, no hay acuerdo posible”, resumía el dirigente republicano. “Lo descartamos totalmente porque no hay ningún proyecto compartido”, remataba. Y aprovechaba para emular la estrategia que Jordi Pujol aplicó durante años para hilvanar sus alianzas con Felipe González, al asegurar que ERC se lleva mejor con el PSOE que con el PSC.

El partido de Junqueras prefiere referirse al “Estado” como enemigo del secesionismo para señalar que es el Poder Judicial o algunas actuaciones policiales las que van en contra de sus intereses. Así busca evitar que una parte del independentismo focalice sus ataques en el Ejecutivo de coalición de PSOE y Podemos. En eso su estrategia difiere de la de Junts, que apunta a Sánchez y a sus socios por sus incumplimientos presupuestarios o por lo que consideran una falta de valentía para abordar de cara el conflicto político.  

Junts hurgará en los acuerdos entre socialistas y republicanos para presentarse como el partido que está dispuesto a mantener la confrontación con el PSOE y en menor medida con Podemos pese a que el partido de Puigdemont también mantiene alianzas con los socialistas. La más importante es el pacto en la Diputación de Barcelona, cuya presidenta, Núria Marín, está salpicada por el caso de presunta corrupción en el Consell Esportiu de L’Hospitalet. La dirigente socialista, tras poner su cargo a disposición de la dirección del PSC y de la del PSOE, que le mantienen la confianza, se ha convertido en objetivo de críticas de todos los partidos menos de Junts. Esta semana, durante un pleno monográfico dedicado a la corrupción, su nombre salió varias veces. Ciudadanos y PP saben que es un punto débil del PSC y se explayaron en las críticas.  

La batalla en la derecha

Ciudadanos y PP compiten entre ellos pero también con los socialistas y con Vox, cuya entrada en el Parlament se da por asegurada. Arrimadas, situada en tierra de nadie en el Congreso, multiplicará su presencia en Catalunya mientras que el PP confía en que Isabel Díaz Ayuso le aporte los votos que Cayetana Álvarez de Toledo no supo arrastrar en las últimas generales. La presidenta madrileña está bien vista por algunos sectores económicos por su gestión de la pandemia, en la que ha priorizado la economía a las medidas sanitarias, así como por su política fiscal, basada en favorecer a las grandes rentas en detrimento de los servicios públicos. Pero una cosa es que les guste Ayuso y otra es que estén dispuestos a votar al PP catalán.

Arrimadas y Casado tienen en Catalunya un nuevo problema del que hasta ahora se había librado esta comunidad y es la irrupción de Vox. Santiago Abascal ya escogió a su candidato, Ignacio Garriga, para que tuviese sus minutos de publicidad durante la fracasada moción de censura y celebró el Día de la Constitución en Barcelona con un acto breve al que asistieron 200 personas, entre ellas un grupo con bandera y saludos neonazis.

Vox reiterará que “el golpe de estado sigue vivo”, un mensaje pensado para captar votos de los sectores más duros del antiindependentismo y movilizar a aquellos que esta vez no tienen decidido ir a votar. No existe la tensión que marcó los comicios del 21D y los sondeos apuntan que donde más puede bajar la participación es precisamente entre los catalanes que no siempre votan en las autonómicas pero que se activaron para frenar lo que consideraron un riesgo real de secesión. Una parte de este electorado es, según las encuestas, el que forma parte del 30% de indecisos. En ese tercio también hay independentistas que no tienen decidido su voto. De ahí que la guerra entre ERC y Junts promete ser encarnizada. 

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