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ENTREVISTA

Raül Romeva: “ERC es un socio necesario para Sánchez, le guste más o menos”

El exconseller de Exteriores Raül Romeva en una salida de la cárcel de Lledoners.

Arturo Puente

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Fue eurodiputado con ICV, encabezó la coalición electoral de Junts pel Sí y ocupó la conselleria de Exteriores en el Govern que acabó haciendo el referéndum del 1-O y la fracasada declaración de independencia de 2017. Ahora Raül Romeva (Madrid, 1971) lleva casi tres años en la cárcel y se ha convertido en una de las voces de ERC que con más insistencia defiende la vía del diálogo con el Gobierno central en busca de una “solución global”. “Parece que el PSOE está optando por la cronificación del conflicto y por una polarización al alza”, se lamenta, pese a lo que llama a Pedro Sánchez a entender “la mano tendida de Catalunya como una oportunidad”.

Se han pedido indultos por dos de sus compañeras, Dolors Bassa y Carme Forcadell. Si algún grupo o persona particular pidiera un indulto para usted, ¿le parecería bien? ¿Lo aceptaría?

Los indultos son medidas de carácter personal. No resuelven una situación política, resuelven una situación personal. Creo que lo necesario son medidas políticas que reconozcan la dimensión política del conflicto y que sirvan para poner el contador de nuevo a cero, o sea, una solución global para todas las personas afectadas. Le podemos llamar amnistía o el nominativo que se considere para definirla.

Bassa decía hace unos días que si podía salir con un indulto, lo haría, porque ella no quería ser Nelson Mandela. ¿Usted opina igual, para su caso, que es más importante salir que cómo salir?

Intento evitar hacer determinadas comparaciones con momentos y personajes históricos. Desde la humildad puedo hablar de mí y de nuestro caso. Me considero inocente, he afrontado dos años de prisión preventiva, un juicio donde los hechos que se querían juzgar y las acusaciones que se querían imputar quedaron absolutamente desmentidas, y a pesar de todo tengo una condena de 12 años, de los que llevo casi tres preso.

Actualmente paso 21 horas al día en una celda, no se está bien, es cierto, sin embargo creo que la pregunta o la atención no está en la dureza de la cárcel o en el cómo se sale de una cárcel, sino en el por qué estamos presos y en el por qué no estamos donde deberíamos estar, que es haciendo política en libertad. Si miramos sólo el dedo no vemos lo que está señalando.

Ustedes piden una ley de amnistía, medida que es inconcebible con las actuales mayorías en el Congreso y que además es difícil de encajar en la Constitución. ¿Pedir medidas imposibles no es una forma de congelar el conflicto?

Quisiera una solución política global. Yo quiero solucionar el conflicto político, no quiero congelar nada. Pedir esto no es pedir una solución imposible ni faltan mayorías para hacerlo, el problema no es legal, es de voluntad. En cuanto a la amnistía precisamente un grupo de juristas ha redactado un propuesta de ley, y este 11 de setiembre la asociación Amnistíaa y Libertad empieza una campaña de recogida de firmas y apoyos.

En todo caso, resulta que cualquier propuesta que viene del independentismo se tacha de imposible, de ilegal, de complicada, etc. Lo que haría falta es abandonar las coartadas para evitar actuar. Y primero, escuchar lo que se plantea, para mirar cómo y en qué vías se pueden encontrar soluciones. En el Estado, especialmente en el PSOE, faltan personas capaces de asumir un reto que conlleva coraje para romper determinados guiones. El independentismo siempre pide hablar y negociar, no quiere congelar nada, pero parece que el PSOE está optando por la cronificación del conflicto y por una polarización al alza, y Podemos de momento simplemente va detrás de estas decisiones del PSOE.

ERC ha sido ambigua respecto a las condiciones previas para que se volviera a reunir la mesa bilateral. Para usted, para que se reúna la mesa, ¿deben pedir que el tema de los presos esté en el orden del día?

No soy consciente de esta ambigüedad, creo que ERC ha sido muy consciente de la importancia de negociar, y de tener una mesa donde hacerlo. También de que esta mesa no sea sólo una escenificación. El PSOE debería comprender que apelar al diálogo está bien, pero luego te tienes que sentar, y escuchar, y hacerlo con voluntad de llegar a acuerdos. Desgraciadamente hace tiempo que parece que las decisiones de la Fiscalía son el único plan político que tiene el Estado para Catalunya.

¿Cree que sería positivo que ERC aprobara los presupuestos del Estado, si se ponen de acuerdo con las medidas económicas, o cree que debe pedir también otras cosas? Y en este caso, ¿qué debería pedir en concreto?

Son el PSOE y Podemos quien primero deberían explicar qué presupuestos quiere aprobar, para qué los quieren y con quién. En general creo que Esquerra debe sentarse a escuchar siempre y, si debe negociar, hacerlo con criterios ideológicos claros y de forma coherente con las ambiciones nacionales de Catalunya. Y esto hoy pasa también para hablar de cómo afrontamos la emergencia sanitaria y social que estamos sufriendo, y como responderemos a sus consecuencias económicas y sociales, y a partir de qué prioridades.

¿Qué incentivos tiene el Gobierno central para hacer que la mesa bilateral de negociación funcione y llegue a soluciones políticas?

El presidente Sánchez y el vicepresidente Iglesias tienen el incentivo de generar para España un proyecto alternativo a un Estado que se ha negado a escuchar, hablar y llegar a acuerdos. Tienen el incentivo de romper una historia de desencuentros y de hacerlo con colaboración, desde el reconocimiento y entendiendo que hay dos sujetos capaces de acordar la forma en que se decide el futuro. Tienen el incentivo de interpretar la mano tendida de Catalunya como una oportunidad.

Cualquier otro posicionamiento a la larga no les lleva a ninguna parte. Desde 2006, cuando se aprobó el Estatut, el Estado ha seguido un camino que ha comportado la degradación de sus instituciones y un retroceso general de su funcionamiento democrático, que va desde el Tribunal Constitucional hasta la Monarquía. Al final el resultado de no aceptar la propia pluralidad degrada y lo pagan todos.

ERC ha pasado de ser uno de los socios necesarios para el PSOE a un socio accesorio por el cambio de posición de Ciudadanos. Sin esta capacidad de influencia, ¿el independentismo catalán tiene herramientas para obligar al Estado a hablar?

El resultado de esta degradación está implícito en la pregunta, un movimiento político que es mayoritario en la sociedad catalana, que se encuentra representado en una mayoría parlamentaria en Catalunya, y que tiene 23 diputados en el Congreso no tendría que obligar a hablar, lo que sería normal es el diálogo o la política, lo que es excepcional y reaccionario es que no se haya aceptado mucho antes. Esto es un vicio respecto a lo que significa la política o cómo entendemos un comportamiento democráticamente normal en un Estado de derecho. El diálogo y la negociación son la base natural del funcionamiento de la democracia. Y algo falla cuando se tiene que hacer una bandera de ello como si fuera algo excepcional. En todo caso, creo que para Sánchez, ERC es un socio necesario, le guste más o menos, y aunque busque constantemente parejas de baile por todos lados.

Usted viene del mundo de ICV y lo conoce bien. ¿Cree que los 'comuns' pueden aprobar unos presupuestos con Ciudadanos o mantendrán su línea roja?

No suelo comentar lo que deben hacer otras formaciones políticas, pero en todo caso es un escenario que ideológicamente parece poco plausible.

¿Tiene esperanzas en que a las instancias judiciales europeas terminen dándoles la razón?

Tengo esperanzas de tener al menos allí un juicio limpio y justo. Los juicios que han habido en Luxemburgo, Bélgica o Alemania contra las euroórdenes, donde ha perdido la justicia española, deberían como mínimo hacer pensar sobre qué criterios pesan más en su funcionamiento.

Esta semana hemos visto al presidente del CGPJ quejarse de que hace dos años que está pendiente la renovación del órgano de gobierno de los jueces. Dos años de incumplimiento de un mandato constitucional. Desobedeciendo porque el PP no acepta perder parte de su cuota de poder. Esto muestra cómo es de controlable la justicia por los partido políticos, que hace tiempo que decidieron utilizarla como arma de lucha política. Los partidos a cambio ofrecen cargos en la administración o ascensos al poder judicial, estamos acostumbrados a leer en los medios por cada vocal del Consejo si es del PP o del PSOE, y el mismo respeto magistrados del Tribunal Supremo, del Tribunal Constitucional, del Audiencia Nacional, del Tribunal de Cuentas, etc.

¿Cree que una victoria judicial en instancias europeas acerca la independencia o son dos cuestiones diferentes?

Son cuestiones diferentes pero que tienen relación ya que dan argumentos y razones sobre el por qué mucha gente considera que no tiene cabida en este Estado. En Catalunya ha habido un cambio cultural y de mentalidad muy profundo, en millones de personas, que han asumido una idea, y que no desaparecerá a pesar de que parte de la política española y del poder judicial tengan la tesis errónea de que lo hará a base de condenas judiciales. El independentismo, con todo lo que ha pasado, ha madurado en muchos aspectos, y ahora debe seguir creciendo.

El independentismo creció con la idea de que la Unión Europea sería un aliado o entendería mejor la causa que España. Todo lo que hemos visto desde el otoño de 2017 lo desmiente. ¿Por qué cree que ha pasado?

Creo que el independentismo creció a base de hablar de los porqués de la soberanía. Explicando por qué se quiere un país nuevo entre todos, de por qué no es un capricho esta voluntad histórica de ser, y de ser lo contrario de lo que demasiadas veces representa para Catalunya el Estado. El independentismo creció porque durante años elaboró un relato abierto, empático, social, atrayente y comprometido con los valores democráticos y con la concepción republicana de la nación. Un relato que en los últimos tiempos ha quedado tapado por discusiones internas, que muchas veces son la vía de escape a una represión autoritaria que sufren muchas personas. Creo que es esencial recuperar la iniciativa y renovar los argumentos, y sobre todo dirigirse al conjunto de la sociedad.

ERC asegura que hace falta que el independentismo supere la barrera del 50% del electorado. ¿Qué cree que se podría hacer con una mayoría absoluta de votos independentistas que no se puede hacer hoy?

Publiqué el libro 'Esperanza y libertad' antes del juicio, en enero del año 2019, en el que hablaba ampliamente de la cuestión del porcentaje de votos. Allí explicaba que pasar del 50% en una votación homologable no es, en sí mismo, garantía de nada, pero sí que simplifica mucho el relato de cara al exterior, lo dota de mayor legitimidad de cara adentro y permite desactivar una parte, aunque no toda, de la argumentación que no somos mayoría.

En todo caso es un debate recurrente que lleva mucho tiempo instalado como contraargumento. Estoy seguro de que el independentismo pronto romperá esta barrera. Pero la pregunta que me haces tiene dos direcciones. ¿Qué porcentaje de voto independentista considera el Estado que se necesita para poder votar? Cuando Cameron ofreció a Escocia un referéndum de independencia fue porque el SNP había ganado las elecciones con el 44% de los votos. Antes del primer referéndum que se hizo en Quebec, el Partido Quebequés había ganado las elecciones del 1976 con el 41,37% de los votos. Y antes del segundo, el mismo partido había ganado, en 1994, con el 44,75% de los votos. En las últimas elecciones, la suma de los partidos republicanos llegó el 48% de los votos, mucho más que no tenía el SNP cuando Cameron aceptó hacer el referéndum y mucho más que los que nunca ha conseguido el Partido Quebequés.

Pero usted estuvo en un Govern que prometía que haría la independencia, pese a no haber alcanzado el 50% de los votos. ¿Mentían o estaban equivocados?

Ni una cosa ni la otra. Es un proceso, y el trabajo que conlleva no ha terminado todavía, sabemos que este camino es difícil, largo y doloroso, pero también lo considero irreversible. 

Hemos oído de muchos de los presos “lo volveríamos a hacer”. Pero, en su caso, ¿hay algo que piense que tenía que haber hecho de otra forma o incluso que no tenía que haber hecho?

Seguro que si lo volvemos a hacer todo igual, el resultado será el mismo. Seguramente hay que hacer cosas diferentes, está claro que hemos aprendido, o deberíamos haber aprendido muchas cosas de todo lo que ha pasado. Hemos visto qué acciones pueden ser útiles y cuáles no. Qué nos acerca a los objetivos y qué nos aleja. Ahora y a partir de estos aprendizajes, toca continuar y trabajar, y en el debate de cómo afrontar esta nueva etapa cada uno debería poner sus propuestas sobre la mesa y hacerlo de la manera más rigurosa posible.

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