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El profesor pederasta de los Maristas asegura que el colegio conocía los abusos desde 1986 y que se sintió “amparado”

Joaquín Benítez, en el banquillo de los acusados

Pau Rodríguez

El profesor pederasta del colegio Maristas Sants-Les Corts, Joaquín Benítez, ha soltado la bomba ante el tribunal este martes. Durante su declaración como acusado ha asegurado que el centro conocía desde 1986 sus abusos sexuales a alumnos y que, al no recibir ningún tipo de castigo, se sintió “amparado” para seguir con sus actos durante décadas. “Por eso no tenía miedo a ser descubierto”, ha expresado el que fue docente de gimnasia durante 30 años.

El acusado ha relatado que un joven a quien hizo tocamientos en 1986 lo denunció al colegio a través de su familia. Se reunieron ellos, Benítez y el director, que le dijo al profesor que lo iba a trasladar al vicario provincial de los Hermanos Maristas. Le advirtieron también de que era “importante” que no se volviera a repetir y que a lo mejor le sancionarían con una suspensión de sueldo de tres meses, ha explicado, pero llegó el verano, él se fue al Empordà y, al volver, sólo le dijeron: “Primera advertencia, si vuelves a hacerlo te vas”.

Las palabras de Benítez ponen en un brete a los Maristas como institución, aunque no estén como parte acusada. El que fuera vicario provincial hasta 2016, Pere Farré, insistió este lunes en su declaración como testigo –por lo tanto, con la obligación de decir la verdad– que los Marista sólo tuvieron constancia de sus abusos a niños en 2011, cuando lo denunció otra familia.

Fue entonces, indicó Farré, cuando el colegio pactó su salida –no lo despidió– y se llevó el caso a la Fiscalía de menores. En la denuncia, sin embargo, no se especificó que el profesor había confesado. La investigación se cerró porque la víctima no quiso seguir adelante y, de esta forma, el abusador siguió trabajando de monitor con niños hasta que todo salió a la luz en 2016.

Reconoce a dos de las cuatro víctimas

Benítez, que había asegurado anteriormente que tenía ganas de que llegara el juicio para contar toda la verdad, ha optado finalmente por responder solo a su defensa. Pese a que había confesado ya sus abusos a los medios de comunicación, ha reconocido sólo a dos de los cuatro casos que han llegado a juicio. Sí ha admitido que lo que hizo con ellos fue “engañarles” para llevarlos a su despacho, en el que disponía de una camilla, con el pretexto de hacerles masajes para corregirles problemas físicos. En ese momento abusaba de ellos de acuerdo, ha afirmado, con un “impulso” que sentía.

En el caso de T. B., ha confesado ante el tribunal que tras dos encuentros en su despacho para hablar de sus dolencias en la espalda le hizo un masaje y le acabó practicando una “felación”. Aun así, ha expresado que no apreció resistencia en su víctima ni que estuviera en ‘shock’. “Lo veía relajado”, ha manifestado, para acto seguido negar que le forzara a penetrarlo analmente, tal como explicó la víctima en la instrucción y en el juicio.

La segunda jornada del juicio, que se celebra en la sección 21 de la Audiencia de Barcelona, era la más esperada por la declaración de Benítez. El pederasta confeso que trabajó como profesor de gimnasia en Maristas Sants-Les Corts durante 30 años se enfrenta a hasta 35 años de cárcel por cuatro delitos de abusos sexuales –dos de ellos continuados–. Todo ello contando que sólo cuatro de las 17 denuncias que recibió han prosperado, puesto que el resto habían prescrito.

El exdocente se enfrenta también a una posible indemnización que, según solicita el Ministerio Público, ascendería a un conjunto de 70.000 euros para las víctimas. En este punto, la Fundación Champagnat, responsable de los colegios de Hermanos Maristas, está presente en la causa como responsable civil subsidiaria.

El mayor escándalo de pederastia

Los abusos de Benítez, desvelados por El Periódico en 2016, dieron pie a una oleada de denuncias de abusos sexuales en distintos colegios de los Hermanos Maristas. En total, afloraron más de 40 casos perpetrados presuntamente por una docena de profesores y religiosos en distintas épocas. Todos ellos han prescrito también, con lo que la mayoría de denuncias del que ha sido uno de los principales escándalos de pederastia de la historia de España quedarán sin resolver.

Sobre el 'caso Benítez', el lunes, primer día del juicio, los dos agentes de los Mossos d’Esquadra que declararon como testimonios relataron un “patrón” de actuación por parte del abusador. Convencía a algunos de sus alumnos de que iba a resolver sus dolencias físicas y les llevaba a un reservado de que disponía en el centro, con una camilla, donde empezaba a hacerles un masaje que podía acabar con tocamientos en los genitales, masturbaciones e incluso felaciones.

Ni trastorno ni falta de consciencia

Además de Benítez, este martes han comparecido ante el tribual como testimonios una psicóloga y cuatro peritos forenses. Estos últimos han valorado los actos y el comportamiento del acusado. “No es una persona con trastorno cognitivo ni trastorno mental que le impida conocer la realidad”, han manifestado, contradiciendo así la versión del propio pederasta, que en medios de comunicación aseguró que él no era del todo consciente de lo que hacía.

“No había afectación en su capacidad de conocer la realidad y de actuar conforme a ese entendimiento”, han expresado los peritos. Han relatado además que él les explicó algunas de las prácticas sexuales con los alumnos, no las negó, pero sí les alegó que esos actos habían contado con el consentimiento de las víctimas.

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