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OPINIÓN

Recuperar el prestigio de la educación

Imagen de archivo con alumnos de primaria EFE/Nacho Gallego

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Hace apenas unos días conocíamos los resultados de PISA 2022, un análisis que evalúa las competencias matemáticas, de ciencias y lectora del alumnado de 15 y 16 años de 37 países de la OCDE, y que ha evidenciado lo que ya era previsible: el sistema educativo de Catalunya necesita mejorar, y mucho. Además de la gran caída de la Europa Occidental y de la resistencia del sistema educativo español, que registra malos resultados pero mejores que la media europea y de la OCDE, para Catalunya han sido los peores resultados PISA de la historia.

A ellos se suman los del último informe PIRLS (Estudio Internacional de Progreso de Comprensión Lectora), que ya pusieron de manifiesto el bajo nivel de comprensión lectora de los alumnos catalanes de cuarto de primaria. También apuntaban a lo mismo los malos resultados de las últimas pruebas de competencias básicas organizadas por el Departament de Educación, que constataron una caída general en matemáticas y catalán entre el alumnado de primaria, así como una evolución negativa también del inglés en secundaria.

La caída de más de 30 puntos en lectura y matemáticas de Catalunya, un retroceso que nos sitúa de nuevo a la cola de España -un curso por debajo de Castilla y León- y a la altura de países como Turquía o Vietnam, ha sacudido al conjunto del país.

Desde el Partido de los Socialistas de Catalunya hace años que alertamos del abandono del sistema educativo por parte de los gobiernos independentistas de la última década, unos gobiernos que hablaron mucho de estructuras de Estado pero nunca consideraron el sistema educativo como una de estas estructuras, y que lo recortaron sin que estos recortes se hayan revertido en su totalidad.

No obstante, no son las únicas causas de la bajada de estos resultados. A día de hoy continuamos sin ver en el gobierno de la Generalitat el revulsivo necesario para corregir el rumbo de las políticas educativas de los últimos años. Y, si bien no existen soluciones mágicas, podemos saber qué funciona y qué no funciona en el sistema educativo.

Empecemos por preguntar a aquellos centros educativos que obtienen buenos resultados, especialmente aquellos que los obtienen teniendo niveles importantes de alumnado pobre o de origen inmigrante o con necesidades de apoyo educativo, de qué manera lo consiguen. Preguntemos a los equipos directivos y a los profesionales de la docencia qué necesitan para mejorar: escuchémoslos y dotémoslos de los recursos necesarios, sean profesionales de apoyo a la escuela inclusiva, aulas de acogida o más horas de tutoría. Y ayudemos y acompañemos a aquellos centros que necesitan corregir el rumbo, revisar las metodologías y el propio proyecto educativo, con un asesoramiento clave de inspección.

Ahora bien, hay algunas evidencias a tener en cuenta: no puede funcionar igual la escuela que cada día hace una hora lectiva menos que la que tiene una sexta hora; ni el instituto que hace jornada compactada que aquel que funciona también por las tardes; ni aquel centro que cada curso renueva una parte importante del profesorado y revisa constantemente las metodologías sin evaluar los resultados que el que dispone de una plantilla estable, coordinada, con formación permanente y un proyecto consolidado; o aquel que tiene profesorado especialista que aquel que no puede cubrir las bajas.

En los últimos años se han tomado decisiones polémicas sin consensuar con la comunidad educativa que pueden haber contribuido también a estos resultados: un adelanto del calendario escolar que deja poco tiempo a los equipos docentes para la planificación del curso, la aprobación de los currículums una vez empezado el curso o la modificación de la plantilla a medio curso, la eliminación de la sexta hora en los centros de máxima complejidad y la retirada de recursos en estos centros.

Y, por otro lado, se han tomado medidas que quizás no eran las más efectivas para mejorar este rendimiento educativo: la gratuidad del Infantil 2 cuando no se ha garantizado su oferta universal, la reducción de ratios en I3 cuando en la educación secundaria tenemos aulas cada vez más complejas. Tratamos con 30 o más jóvenes con necesidades diferentes sin los recursos de apoyo suficientes ni las horas de tutoría necesarias, por no mencionar un cheque escolar para adquirir libros y material escolar que se podría haber entregado únicamente al alumnado vulnerable.

Es necesario abordar la mejora del sistema educativo de manera urgente. No se hará buscando culpables ni buscando excusas, ni manteniendo la inercia que nos ha llevado hasta aquí, sino buscando soluciones viables, concretas y medidas a muy corto plazo, escuchando a los y las profesionales que están a pie de aula. No lo superaremos tampoco reabriendo debates generalistas ni elaborando planes centralizados que supongan más burocracia y poca ayuda para los centros educativos.

Centrémonos en aquello esencial que se puede hacer como muy tarde en el próximo curso escolar. Desde el PSC queremos contribuir decididamente porque solo el consenso nos permitirá dar el salto necesario que nos permita recuperar la vitalidad, la calidad y el prestigio de la educación en Catalunya, mejorar el bienestar de la comunidad educativa y ganar en equidad y cohesión social.

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