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Catalunya se pregunta por qué se ha hundido más que el resto de España en PISA

Alumnos y alumnas en una clase de instituto.

Pau Rodríguez

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Catalunya es una de las comunidades autónomas que ha salido peor parada del informe PISA de 2022, hasta el punto de que sus estudiantes de 4º de la ESO sufren en una década caídas de nivel en comprensión lectora que equivalen a dos cursos escolares. Si hace años los alumnos catalanes se situaban a la cabeza del ranking académico en España, hoy han descendido hasta la media, en un retroceso más pronunciado que en el resto del país y que va más allá de los efectos de la pandemia, que han pasado factura a los escolares de la mayoría de países de la OCDE. 

El desplome en PISA se ha vivido como un duro golpe en Catalunya. Se contaba con un empeoramiento de los resultados –de acuerdo con las pruebas externas de la Generalitat de los últimos años–, pero no que fuese peor que en el resto de España. La noticia ha desatado una tormenta política con la oposición casi en pleno acusando a la Generalitat de haber desatendido el sistema escolar, mientras académicos y comunidad educativa se preguntan cuáles pueden haber sido las causas de semejante diagnóstico. 

En matemáticas, Catalunya es la comunidad que más empeora respecto a las pruebas de 2012. Baja 24 puntos, un descenso igual que la media de la Unión Europea (parecido a Francia, Finlandia, Alemania o Países Bajos), pero lejos de una España que resiste mejor el golpe con una caída de solo 14 puntos. En ciencias, el retroceso es más moderado, mientras que en lectura la magnitud de la bajada supera no solo al resto de comunidades autónomas, sino a casi todos los países de la OCDE. 



“La pandemia no puede ser la explicación, puesto que los colegios cerraron igual en toda España”, constata Enric Prats, profesor de Pedagogía Internacional de la Facultad de Educación de la Universtat de Barcelona (UB). “El batacazo es grande, y también en comunidades como el País Vasco o Navarra, que eran referentes, pero establecer causas es siempre complicado hasta que no podamos analizar los datos más en detalle”, advierte el académico. 

El Departamento de Educación apuntó inicialmente a un exceso de alumnado inmigrante en la muestra de la prueba, pero acabó reconociendo que no hubo errores en la selección de los examinados. En la rueda de prensa posterior a la publicación del informe reconocieron también “cierta relajación” en la enseñanza de la lectura. Y un día después, la consellera Anna Simó señaló otras razones: la pobreza infantil y la segregación escolar

Mientras tanto, los académicos y docentes consultados, con más o menos prudencia según a quien se pregunte, lanzan otras hipótesis para explicar qué ha hecho peor Catalunya –o que tiene de diferente su sistema educativo–. Entre las razones emergen la falta de financiación, una de las ratios de profesorado por alumno más altas de España, las crecientes desigualdades sociales y la incapacidad para atender a las necesidades de la inmigración, la burocracia o los cambios de modelo pedagógico. Todo ello condicionado por el paso de seis consejeros de Educación en tan solo siete años. 

¿Qué hay de cierto en el papel de la inmigración?

Tras el señalamiento de la Generalitat a la población escolar migrante, ¿se puede establecer si influye o no en los resultados y cuánto? Según Lucas Gortázar, director de Educación en EsadeEcPol y buen conocedor de PISA, el aumento reciente de la inmigración en Catalunya, superior al de cualquier otra comunidad (ha pasado de suponer el 14% al 24% de los alumnos) puede explicar parte de la caída, dado que los estudiantes extranjeros tienden a sacar en todos los países peores resultados que los nativos. En el caso catalán, podría explicar un 35% del descenso, de acuerdo con sus cálculos, pero el resto sería de otras causas. 

“Tenemos un alumnado de origen más diverso, lo que plantea fuertes retos educativos y de atención a distintas necesidades sociales en un sistema al que tradicionalmente le ha costado dar respuesta a ello”, sostiene Miquel Àngel Alegre, sociólogo y responsable de proyectos de la Fundació Jaume Bofill. “Cargamos desde hace años con una escuela bastante infrafinanciada en materia de compensación de desigualdades”, asegura, y pone como ejemplo el modelo de aulas de acogida durante el primer boom migratorio de los años 2000, que ahora no se ha desarrollado al mismo nivel.

Catalunya aparece en el informe PISA dentro de la media estatal en cuanto al índice de estatus socioeconómico, pero es de las pocas –junto con Madrid, País Vasco, Canarias y Ceuta– con “rendimientos ligeramente inferiores” a los que cabría esperar debido a su renta y capital cultural. Además, el informe da la razón a quienes apuntan a una mala gestión de las desigualdades sociales: es la comunidad donde hay más diferencia de resultados entre ricos y pobres (de 96 puntos, diez más que la media española). Pero no solo eso: también está entre las comunidades que tienen mayor brecha entre la pública y la privada.



A la atención a la diversidad se le añade además en Catalunya un modelo impulsado desde 2017 de inclusión del alumnado con discapacidad en los centros ordinarios, una política que aglutinó un importante consenso en la comunidad educativa catalana pero que hoy muchos docentes denuncian que se ha llevado a cabo sin recursos suficientes, lo que derivaría en una peor atención al conjunto de la clase. “Estamos pinchando en atender a las necesidades más complejas, pero no sé si hay alguien que se esté preguntando cómo mejorarlo más allá del resultado en matemáticas o ciencias”, advierte Mar Hurtado, docente y presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, que plantea que quizás habría que desarrollar nuevos enfoques didácticos para estas realidades.

Por su parte, Prats amplía un poco el foco y apunta a una disminución del compromiso social con la educación. “Ocurre a nivel político y de familias, y esto genera desafección en el profesorado, que no ha visto resueltas sus inquietudes y sus carencias desde los recortes de la crisis del 2008”, señala. El malestar  y el desánimo entre docentes, aventura, podrían ser superiores en Catalunya que en el resto de España.

El modelo pedagógico, cuestionado

Los resultados decepcionantes han avivado también el debate sobre el modelo pedagógico y curricular actual, basado en la introducción del llamado aprendizaje por competencias y en metodologías docentes más activas, como el trabajo por proyectos en detrimento de clases más magistrales. Los dos principales sindicatos de profesores de Secundaria de la enseñanza pública, USTEC y ASPEPC, señalan abiertamente estos cambios, que consideran más avanzados en Catalunya, como un factor decisivo.

“La política educativa basada en competencias, en pedagogías más libres sin una propuesta clara y definida, aboca a los centros a cambios de dinámicas muy marcados por la innovación que dicta la OCDE”, valora Iolanda Segura, de USTEC. “Ya sabíamos que esto muestra malos resultados y el tiempo nos ha dado la razón”, añade.

Desde la Generalitat defienden el sistema competencial, aunque estos días no descartan que algunos aspectos de su aplicación puedan haber afectado. “Hay un posicionamiento ideológico que dice que debemos volver a los contenidos. Y uno más competencial o por proyectos [...]. Son elementos de los dos lados. Trabajar por proyectos no quiere decir dejar de dar una parte estrictamente curricular y seguramente esto a veces no se ha acabado de aterrizar así”, reconocía en el Ara Joan Cuevas, director general de Innovación, Investigación y Cultura Digital. 

“Para trabajar por proyectos primero debes haber adquirido unos conocimientos previos, pero esto no ocurre. Los alumnos que llegan a los institutos procedentes de escuelas de Primaria donde predominan estos métodos tienen carencias en lectura y matemáticas”, señala Xavier Massó, secretario general del sindicato de Secundaria Professors de Catalunya, que señala también una bajada de la “exigencia” en los currículums.

Pero otros docentes y académicos consultados, como Huerta, Prats o Alegre, discrepan. “Si el modelo competencial tiene efectos, los veremos dentro de 10 años. En la práctica, lleva cuatro o cinco años aplicado y extendido en las escuelas. Deberíamos analizar los centros que lo han asumido y los que no en un estudio más riguroso”, sostiene Prats. “No es que tenga interés especial en defender el modelo, pero no creo que la causa sea metodológica”, añade. “La ESO es el paradigma de una enseñanza más convencional, en Catalunya y en todas partes”, precisa Alegre.

El aprendizaje de la lectura, fundamental

El empeoramiento de las competencias de lenguas, que la Generalitat conoce desde hace algunos años gracias a sus evaluaciones externas y a informes como el PIRLS, emergen como otro factor que podría explicar no solo el fuerte retroceso en esta materia en PISA, sino en todas las demás. “Sabemos perfectamente que la comprensión lectora es un aspecto fundamental para la adquisición de las otras competencias, entre ellas las de mates o ciencias, pero parece socialmente que no le hemos dado la importancia que merece”, expresa Montse Ayats, editora, docente y encargada desde 2022 del Plan Nacional del Libro y la Lectura en Catalunya, impulsado por la Generalitat precisamente debido a la caída de los índices de lectura. 

Ayats considera que se ha desprestigiado la lectura, tanto en los centros escolares como en los hogares. “Es muy importante la idea de leer en familia, de dar valor a la lectura en casa y de ayudar a los niños y niñas a adquirir vocabulario”, desgrana. 

Sobre los métodos usados para enseñar a leer y escribir en clase, la editora descarta que hayan sido determinantes en este descenso. “Se ha debatido mucho sobre si es mejor una técnica fonético-fonológica o una más globalizada. Pero para mí la clave es que los docentes se aseguren de que los alumnos salen de Segundo de Primaria sabiendo leer, y quizás con esa idea de respetar los ritmos de cada alumno esto no siempre se ha garantizado”, constata. “Pero de nada servirá hablar de técnica y mecánica si no logramos inculcar el hábito”, añade.

Ayats descarta por último que el abuso de los móviles y los dispositivos con pantallas en clase hayan podido contribuir a los resultados. No porque niegue su impacto en caso de usos excesivos, sino porque esto no se percibe en las demás comunidades autónomas: “Móviles y pantallas las hay en todo el mundo”. Hurtado, por su parte, sí incide en la cuestión de las pantallas: “La exposición a mensajes cortos, mucha imagen y todo sin pausa merma la capacidad de atención”.

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