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Empoderarse para conquistar un entorno laboral libre de estigma hacia el VIH

cc by-sa 2.0 Ernest McGray, Jr. (Flickr)

Blanca Blay

Mientras que los avances médicos en el tratamiento del VIH son notorios, otros aspectos, como el de la inserción laboral de las personas infectadas, aún tienen en ocasiones el estigma o la discriminación como telón de fondo. Este fue el caso de Daniel Jiménez, el joven que fue despedido del bar donde trabajaba en Madrid tras confiar a su superior que era seropositivo. Un año después, Daniel ha venido a Barcelona para participar en la VIII Jornada de las relaciones laborales de las personas que viven con VIH -que tuvo lugar la semana pasada- ya que se ha convertido en un referente y una de las caras visibles de la lucha contra la discriminación y el estigma tras atreverse a denunciarlo y hacerlo público en parte gracias al apoyo de su familia y de la ONG Imagina Más, según asegura.

Desgraciadamente el estigma aún existe. Según un estudio de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA) sólo cerca de un 7% de los españoles - dato que se basa en una muestra de diferentes comunidades autónomas- sería compañero de trabajo de una persona con VIH. El mismo documento señala como esta u otras reacciones hacia diferentes tipos de relación con personas con VIH “tienen importantes repercusiones tales como el aislamiento social o la dificultad de emprender un proyecto de vida laboral”.

De hecho, según recoge Julio Gómez Caballero, Coordinador Trabajando en Positivo, en un artículo publicado en la revista Gehitu, uno de los factores que explica el alto nivel de paro entre las personas que tienen el VIH -que puede llegar a superar el 50% - tiene que ver con los prejuicios y la falta de información adecuada en torno al virus, que acaban generando situaciones de discriminación y vulneración de derechos.

Cada vez hay perfiles más capacitados

La situación de desventaja laboral pero no responde únicamente a los prejuicios o la falta de información que puedan tener los demás. Algunos estudios atribuyen las dificultades de inserción laboral a que este colectivo, y en especial los que conocen la infección desde hace más años, cuentan con una falta de cualificación y experiencia que limita sus posibilidades. En este caso la mejora depende de la capacitación e interés individual. Un ejemplo de superación es el de María José Fuster, infectada de VIH desde hace 27 años. “Si no me hubiera esforzado en estudiar en un momento que parecía que tuviera que morir hoy no sería doctora en psicología social”, explica a El Diari de la Sanitat. Según ella, que es una de las voces que trabaja con temas de VIH y ha participado en diversos estudios, se ha acumulado un porcentaje muy grande de personas con baja especialización. “Más del 40% de personas con VIH tienen un nivel máximo de estudios primarios”, dice. “También ahora hay nuevos perfiles pero: ahora hay más perfiles de hombres que tienen sexo con hombres, son hombres jóvenes, perfiles más formados y más capacitados”, añade.

Con todo, ella matiza que hay varios grados de dificultades en el ámbito laboral que suponen barreras: “Cuestiones como revelar o no al empleador su condición, la autoestigmatitzación -uno mismo por miedo deja de ir a buscar trabajo - o las personas que están en el mundo laboral y que deberían flexibilizar el trabajo por motivos de salud pero que no lo hacen porque no quieren revelarlo”, menciona.

El acompañamiento, clave en el proceso

María José afirma que atreverse a denunciar una situación como la que vivió Daniel Jiménez puede tener que ver con el tiempo de diagnóstico pero también con el proceso que vive cada uno. “El hecho de llevar muchos años con VIH debería ayudar al proceso de resiliencia de la persona pero depende de cómo vive el proceso cada uno. Si lo vives en solitario, sin apoyos y viviendo con la anticipación que te rechazarán te convertirás en una persona indefensa”, explica.

El mensaje de Daniel para personas que hayan sufrido una situación similar a la suya es la de buscar apoyo. “El acompañamiento que yo recibí me ayudó a entender lo que yo tenía y cómo combatirlo”, asegura a este diario. Según explica, después de hacer el paso y que se publicara su historia comenzó a recibir mensajes de personas de otros lugares de España y de América Latina que se habían encontrado en situaciones de discriminación al trabajo. “Había casos de personas que habían sido despedidas con la excusa que necesitaban gente más activa en el trabajo”, dice.

“Para una persona tirarse al vacío sola es más difícil, aquí juegan un papel las entidades. Nosotros animamos a la gente que denuncie y que reivindique sus derechos”, asegura Quim Roqueta, presidente de Gais Positius, a este medio.

Visibilizar el VIH en el trabajo

“La gente no tiene porque decirlo y cuando lo hace normalmente es porque sabe que tiene un ámbito de trabajo agradable pero normalmente la visibilidad no trasciende al ámbito laboral y se queda en un ámbito familiar o de amistades. También tiene que ver el hecho de que a nivel médico se ha avanzado mucho y en este sentido no es necesario, como antes, que tal vez la persona se ausente por visitas ”, explica Quim Roqueta.

Diferentes iniciativas contribuyen precisamente a que el VIH no sea un tema tabú en el trabajo y que cada vez más empresas se comprometan con la lucha contra el estigma. “Las empresas podrían ofrecer servicios, espacios donde los trabajadores puedan hablar o obtener información sobre esta u otras enfermedades para reducir la distancia actual”, asegura María José Fuster.

Con la idea de tejer puentes entre empresas y personas que buscan trabajo y promover el papel de las empresas como agentes de cambio social nació precisamente la Federación Trabajando en Positivo, que busca, entre otras cosas, el apoyo de las empresas en la lucha contra la discriminación que existe en el mundo laboral hacia las personas con VIH.

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