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La Hepatitis C: una epidemia silenciosa

La doctora Teresa Casanovas y Pedro Santamaría, curado de Hepatitis C.

Blanca Blay

La Hepatitis C sigue siendo una epidemia silenciosa. Las asociaciones de afectados calculan que el 75% de los infectados por el Virus de la Hepatitis C (VHC) nacieron entre 1945 y 1970, ya que fue este colectivo el que pudo infectarse en hospitales del país durante las décadas de los setenta y los ochenta, cuando los centros aún no disponían de los protocolos necesarios para evitar el contagio.

Es el caso de Pedro Santamaría. Él nació en 1952 y cuando tenía poco más de treinta años (el año 88) fue a un hospital público por una úlcera en el estómago y perdió mucha sangre. Fue entonces cuando a causa de la transfusión de sangre que recibió de urgencia, se infectó con el virus que afecta principalmente el hígado y es una de las principales causas de cirrosis, cáncer y trasplante hepático.

“A partir del año 89 se descubrió el VHC pero hasta entonces existía la hepatitis 'no A no B' y ya se sabía que los bancos de sangre eran un riesgo enorme de transmisión. Podías infectarte por una transfusión o en un procedimiento quirúrgico porque todavía no utilizaban agujas de un solo uso y el material podía estar contaminado”, recuerda la hepatóloga Teresa Casanovas. Ella trabajaba entonces en el Hospital de Bellvitge (Barcelona), donde ha pasado buena parte de su vida como especialista hasta que se jubiló hace pocos meses. Desde entonces es la presidenta de la Asociación Catalana de Enfermos de Hepatitis C (ASSCAT).

Un 70% de los infectados desconoce que lo está

A partir de los 80 el material que se utilizaba en los hospitales ya era de un solo uso y a partir del 90 las transfusiones ya eran seguras. “La mayoría de los afectados se infectaron en la década de los setenta y ahora algunos ya tienen evolución a cirrosis. Hay que considerar que las personas que han recibido transfusiones o productos sanguíneos [antes de los 90] son población de riesgo y se debería ver si han estado en contacto o no con el virus”, explica esta doctora que ha dedicado media vida a las hepatitis. En este sentido Pedro Santamaría coincide en que la sanidad pública debería hacer un seguimiento de las personas que pueden haberse infectado. “El parlamento escocés creó un ministerio específico para hacer este seguimiento, por ejemplo”, comenta Casanovas.

Según datos de la ASSCAT, se estima que en España unas 700.000 personas están afectadas por el VHC pero entre un 65 y un 75% desconocen que están infectadas ya que el virus no suele presentar síntomas evidentes durante años.

Pedro se enteró de que tenía el virus 'no A no B' -que después se diría C- al cabo de un año de la transfusión. Pero, como dice él, se enteró por una serie de casualidades y no porque alguien le informara del riesgo. “Tenía una serie de descompensaciones pero creía que era una diabetes ya que los síntomas eran similares y mi madre la había tenido. Fue entonces cuando al acudir a los médicos estos vieron que había quedado infectado de un virus”, relata. A partir del 90 le confirmaron que el virus que tenía era el C e inició un recorrido clínico que define como “largo y bastante complicado”.

El avance en el tratamiento

No existe ninguna vacuna contra el VHC pero la terapia para curar la enfermedad ha evolucionado mucho en los últimos años con la llegada de nuevos fármacos orales que son muy eficaces y permiten tratamientos de entre dos y seis meses de duración.

Pedro ha tenido que pasar por cuatro tratamientos diferentes: desde inyectarse interferón en 91 -no le bajó la carga viral y además le producía efectos secundarios- hasta el último tratamiento, que hizo hace un año y medio y que consistía en medicarse con antivirales de acción directa. Estos fármacos actúan directamente sobre el VHC y no sólo sobre la respuesta inmunitaria de la persona infectada. Como dice la doctora Casanovas, actúan como una “diana”.

Gracias al último tratamiento Pedro se curó definitivamente -la curación se entiende cuando la carga viral es indetectable durante la terapia y las doce semanas siguientes- y ahora es una persona libre de VHC. Con todo, uno de los problemas principales es el acceso al tratamiento. “Los laboratorios han puesto precios astronómicos y el Estado no puede hacerse cargo de todos los casos”, lamenta la doctora, que también reconoce que harían falta más profesionales especialistas para agilizar el ritmo de tratamientos y que “las hepatitis nunca han sido una prioridad” para los responsables públicos. “Las farmacéuticas tienen más poder que los gobiernos”, critica Pedro.

La importancia de la prevención

A pesar de los avances en el tratamiento, el contagio de nuevos casos de VHC continúa produciéndose. Es por ello que tanto la doctora Casanovas como Pedro coinciden en la importancia que tienen la prevención y la concienciación, que se hagan más actuaciones en salud pública.

“Entre los médicos de primaria hay un desconocimiento total. El VHC es una epidemia silenciosa porque puedes pasar muchos años sin saberlo, es por eso que es muy importante hacerse la prueba específica”, asegura Teresa Casanovas. “Si un tumor está muy avanzado los tratamientos ya no son tan eficaces o puedes curar el virus pero los cambios estructurales del hígado ya no retroceden”, dice.

“Aquí ha faltado y sigue faltando voluntad política de informar de lo que es la hepatitis. Después de 16 años en la asociación sigo diciendo que es una enfermedad silenciada. Funcionamos con cifras estimativas, hay oscurantismo”, dice Pedro. “El Plan estratégico está muy bien sobre el papel pero hay que desarrollar todas las patas del plan”, dice Casanovas en relación al Plan Estratégico para el abordaje de la Hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud. “No podemos permitir que haya nuevos casos”, sentencia Casanova.

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