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La cara menos visible del cáncer: el impacto sobre el bienestar emocional

Gohar Yeritsyan antes de la consulta con su psicóloga. / © SANDRA LÁZARO

Blanca Blay

  • Este es un artículo publicado en El Diari de la Sanitat. El 4 de febrero es el Día Mundial contra el Cáncer

“He pasado por muchas cosas pero el cáncer es lento y aburrido”, explica Gohar Yeritsyan. Hace tres años le diagnosticaron un cáncer de mama. Después de meses convencida que no necesitaba ninguna ayuda llegó el día: tras operarse de una mastectomía y someterse a una reconstrucción de pecho, Gohar acudió a Oncolliga, entidad que tiene por finalidad la atención psicosocial a personas con cáncer y a sus familiares. “Un día me levanté, no sabía donde ir y vine aquí”, reconoce.  

El cáncer afecta cada vez a más personas en España. Según los últimos datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) en 2015 se diagnosticaron 247.771 tumores, sobrepasando la cifra de las estimaciones hechas. El cuarto cáncer más diagnosticado es el de mama, por detrás del colorrectal, el de próstata y el de pulmón. Sólo en 2015, 22.747 mujeres recibieron este diagnóstico.

A Gohar Yeritsyan la noticia le llegó un 26 de junio de 2014. Estaba en el Hospital Sant Pau. Allí le hablaron por primera vez de Oncolliga, pero en ese momento decidió no ir. Durante su lucha por superar esta enfermedad, sin embargo, el impacto sobre la salud mental, a menudo poco visible, la llevó hasta este servicio de apoyo.

Gohar se autodefine como una persona fuerte y luchadora. Su psicooncóloga, Patricia Martí, asiente con la cabeza cuando Gohar elige estos adjetivos para describirse. “El impacto que genera un diagnóstico de cáncer y los tratamientos tienen efectos diferentes en cada persona”, puntualiza Martí. “Hay quienes lo ven como una debilidad, pero no va de esto. Pedir ayuda es ser sabio con uno mismo”, añade.

Esta profesional, especializada en psicooncología, explica que incluso hay personas que acuden en busca de ayuda dos o tres años después de superar un cáncer. En el caso de Gohar, una complicación médica –una infección– fue el detonante para que se decidiera a pedir ayuda psicológica porque retrasó su recuperación y la reconstrucción del pecho.

“La persona dice cosas que no diría en otro contexto”

Patricia Martí explica que en las sesiones lo importante es que la persona sienta que tiene un espacio de seguridad al cerrar la puerta sin miedo a sobrepasar quien tiene delante porque sabe que es un profesional. “A diferencia de lo que puede compartir con sus familiares o amigos, aquí la persona se atreve a decir cosas que no diría en otro contexto”, añade. “Tener un profesional al lado te da mucha confianza para explicar según qué cosas. Yo me sentía muy sola”, comenta Gohar.  

El impacto de la enfermedad va más allá del enfermo. Es por ello que en Oncolliga el servicio de apoyo no está solo dirigido a pacientes. Los familiares, la pareja o los amigos también pueden buscar ayuda en este espacio. “Damos unas pautas para saber cómo manejarse en situación de alto impacto emocional y para que expresen sus miedos y su crispación”, explica esta psicooncóloga.

Un proceso de varias fases

El soporte psicológico que se ofrece tiene como objetivo ayudar a la persona a afrontar la fase en la que está para luego adaptarse lo mejor posible a ella. Sin embargo, cada fase es distinta. En el momento de esperar el diagnóstico, explica Patricia Martí, los niveles de ansiedad se disparan enormemente porque hay una alerta y pasan unos días hasta que no se verifica si es algo maligno o no.

“Durante los tratamientos se necesitan más espacios de escucha para que la persona pueda quejarse y no sentir que minimizan su malestar. Hay estrategias y recursos para antes de la quimio o después, antes de la cirugía, etc.”, comenta. Con todo, matiza, a menudo los recursos los tiene la persona pero puede ser que no los vea.

Gohar explica, por ejemplo, que tras la operación no se sentía con fuerzas para salir de casa y que había preguntas que no se atrevía a hacer en el hospital. “Hay mujeres por ejemplo que les da vergüenza decirle a su médico que le da miedo perder el pelo porque sienten que desde el punto de vista médico eso será secundario y será minimizado”, cuenta Martí. Precisamente entre los servicios que ofrece la entidad donde trabaja también hay uno de estética oncológica.

La última fase –cuando ya se han terminado los tratamientos– pasa, en la teoría, por volver a la normalidad. Sin embargo, enfatiza Martí, la vida de una persona que ha pasado por un cáncer nunca vuelve a ser como antes. “Esto genera frustración, hay una presión comunitaria muy fuerte y a menudo la persona se culpabiliza por no llegar a todo lo que llegaba antes”, explica.

“Venir aquí me ha ayudado mucho a entender lo que he vivido y a ver la realidad de otro modo, a pensar diferente. El cáncer es un examen de vida”, dice contenta Gohar.  Desde la Federación de Entidades Contra el Cáncer (FECEC) han iniciado esta semana una campaña para recabar dinero para que entidades como Oncolliga puedan desarrollar programas como este de apoyo psicológico. 

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