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Vecinos y comercios se oponen al fin de la mayor peatonalización de Barcelona: “Fui detractor, pero ahora me gusta”

Transeúntes pasean por una de las nuevas plazas con áreas verdes surgidas a partir de la peatonalización de Consell de Cent en Barcelona

Carla Quintana

Barcelona —

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“Resulta incomprensible revertir la peatonalización de Consell de Cent, y dudo que la sentencia judicial tenga mucho recorrido”. Habla Stefano, mientras comparte un desayuno con su compañero Gabi en la vermutería la Cova de la Mari. Ambos viven en esta vía donde también regentan, desde hace 10 años, una cervecería en el número 261. “Es un chiste que digan que van a volver a levantar la calle después de sufrir nueve meses de obras”, añade Gabi. Como la mayoría de vecinos y comerciantes de la zona, están completamente a favor de la pacificación de la calle. “Me atrevería a decir que el 90% de los negocios están encantados con el cambio; hay más paso de gente y se nos da más visibilidad”, asevera Stefano.

Una magistrada de Barcelona tumbó el jueves la peatonalización de la calle Consell de Cent, el mayor proyecto de pacificación del Consistorio de Ada Colau. La juez estimó la demanda de un grupo de grandes comerciantes y obliga al Ayuntamiento a regresar a la configuración anterior, a pesar de que las obras ya están acabadas. A juicio de Xavier Riu, presidente de la Asociación de Vecinos y Vecinas del Eixample Esquerra, la sentencia emitida ha enojado incluso a los que en un principio estaban en contra. Además, la califica de “ridícula” y “demencial”.

“La sentencia llega tarde, porque son los lobbies económicos dedicados al comercio de lujo y la actividad turística los que querían disputar una batalla política contra la gestión de Ada Colau”, explica Riu. Este vecino sostiene que la mayoría de los detractores iniciales del plan ahora reconocen que han salido beneficiados con la peatonalización de Consell de Cent, que es hoy el eje verde con más recorrido de la ciudad. “Los residentes y los comercios de proximidad hemos salido ganando”, remata Riu.

Jordi espera en un banco la hora de ir a su cita médica. Lleva 22 años viviendo en la intersección de la calle de Consell de Cent con Villarroel y, aunque inicialmente desaprobaba el proyecto de peatonalización, ahora tiene sentimientos encontrados y no desea volver al pasado. “Es más agradable habitar un entorno pacificado, pero hace falta más mantenimiento en estas áreas verdes”, argumenta, refiriéndose a la dejadez que hay en algunos tramos y a los actos incivismo de algunas personas que ensucian. “Esto no es Suecia, aquí hay gente que incluso roba flores de las jardineras”, explica en un tono jocoso.

Si por él fuera, detendría a tiempo las reformas de pacificaciones que se están ejecutando en Vía Laietana, otra de las grandes arterias de la ciudad. “Barcelona es una capital, no un pueblo y necesitamos más vías para el tráfico, como en Madrid”. Jordi añade que la peatonalización en su calle no evita la entrada de vehículos durante los horarios de carga y descarga. “Al final, también se convierte una lucha de movilidad entre coches y peatones”, concluye.

Por su parte, Javier, también residente en Consell de Cent con Muntaner, señala que el consistorio debería haber dialogado más extensamente con los vecinos acerca de los “efectos colaterales de la peatonalización”, aludiendo a factores como la gentrificación de la zona, el aumento del alboroto generado por las terrazas y los botellones cuando cae la noche. Eso sí, este vecino agradece poder pasear a su perro por un eje verde alejado del ruido de los motores.

Los comercios no quieren revertir la medida

La mayoría de los negocios tradicionales y de proximidad ubicados a lo largo de los más de dos quilómetros de eje verde que abraza la calle Consell de Cent se oponen a volver al modelo anterior. Hay sintonía entre los establecimientos de la zona acerca de la conveniencia de la medida, especialmente en aquellos del gremio de la hostelería, que han visto favorecido el aforo de sus terrazas.

Otro tipo de establecimientos dedicados a la alimentación, como la frutería de Antonio Leiva, situada en el número 271, o la panadería de Mari Carmen Mata, en el 287, ambos con más de dos décadas de historia en el barrio del Eixample, coinciden en que la peatonalización de la vía ha tenido un impacto positivo en sus negocios y ha aumentado sus ingresos. “El comercio se ha activado más, porque hay más flujo de gente y tenemos más visibilidad”, relata Antonio. “Durante el verano hemos notado un incremento de las ventas, en parte gracias a los turistas que pasean por aquí”, agrega Mari Carmen.

“Cualquier tienda ubicada junto a un paseo con afluencia de personas se beneficia”, confirma Carmen Flores, quien trabaja como limpiadora en la portería del número 329, justo al lado de la Rambla de Catalunya. “La calle se ha abierto así a la parte más neurálgica de la ciudad, porque antes la gente no se sentía interpelada a pasear por aquí, con dos carriles de carretera y aceras muy estrechas”, asegura.

A lo largo de sus 11 años trabajando en esta zona, Carmen también ha observado que con la peatonalización han emergido muchos más comercios, especialmente aquellos orientados al turismo, como los brunch de almuerzo inglés. Sin embargo, lamenta que en los últimos años hayan desaparecido muchas galerías de arte, ya que históricamente Consell de Cent solía albergar una gran cantidad de ellas.

Cristina, empleada en la galería anticuaria Art Petrixol, coincide con la perspectiva de Carmen. “La pacificación de la calle invita a la gente a entrar más o quedarse mirando tranquilamente las piezas de arte desde el escaparate”, constata la galerista. Durante el proceso de las obras y, previamente, con el diseño de vía anterior, la trabajadora asegura que quienes observaban sentían que entorpecían el paso.

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