¡No me cuadra!
A mí que no me gustan los números y que en muchas ocasiones no me cuadran las cifras esta semana me veo obligada a escribir de eso, de cifras… porque eso es lo que son para la mayoría de nosotros, números: de parados, de beneficiarios de ayudas sociales, de escolares becados, de fracaso escolar…hasta de imputados en las Cortes Valencianas.
Y esta semana hay dos de ellas, en especial, que no me cuadran. Me refiero a las cifras del paro, según la última EPA, y a las de beneficiarios de los servicios del Banco de Alimentos. ¡No, lo siento! No me cuadran.
Porque ayer nos despertamos con una muy buena noticia: 17.800 alicantinos han salido de las listas del paro en el tercer trimestre del año. 26.700 personas en la Comunitat. Se supone que son 17.800 personas que pueden levantarse cada mañana con la ilusión de acudir a su lugar de trabajo y desempeñar su oficio (o uno nuevo aprendido), que pueden vestirse cada mañana y afeitarse y peinarse o maquillarse. 17.800 personas que tienen una obligación por la que recibirán un salario a fin de mes. 17.800 personas que podrán comprar comida para ellos y para sus familias, ropa, zapatos, algún capricho (¡aunque sea pequeño!). Hasta ahora se trataba de esto, ¿no? Tener trabajo era esto. Sentirte útil, poder desarrollar tus habilidades en un campo para el que te habías formado, relacionarte, pasar buenos y malos momentos entre compañeros, pelear por ese proyecto que no acababa de cuajar para después llegar a casa y poder hacer la comida o la cena y compartirla en compañía de los tuyos. ¿Era eso, no?
Pues hay algo que no me cuadra. Otras cifras. Las que también esta misma semana ofrecía el delegado del Gobierno, Serafín Castellano. La de los 98.000 beneficiarios del Banco de Alimentos en la provincia de Alicante. 98.000 personas que comen gracias a algún alimento de las 5.155 toneladas de víveres que esta Fundación reparte en toda la Comunidad. Las peticiones, aunque a un ritmo inferior que en los primeros años de la crisis, siguen creciendo.
Así que, por un lado me encuentro con más personas trabajando y, por otro, con más personas que no tienen qué comer. ¡No me cuadra! Hasta que dejo de pensar en números y lo hago en personas. Como esa vecina que, a pesar de que trabaja limpiando casas y cobra en negro y por horas, tiene que recurrir a Cruz Roja para poder darles de cenar a sus dos hijos que comen en el colegio gracias a una beca. O al de esa joven que reparte publicidad por los buzones y que te pide ayuda para comprarle unas deportivas a su hijo porque las que lleva le quedan pequeñas. O ese otro padre de familia ¡sí! el que tenía un coche igual que el nuestro y que ahora va andando a todas partes porque tuvo que venderlo cuando le obligaron a reducir su jornada si quería continuar contratado.
¡Ahora todo cuadra! Tener trabajo ya no es garantía de nada. La pobreza ya no es exclusiva de los desempleados. También la sufren muchos trabajadores con contratos en precario y con sueldos que les impiden hacer frente a sus necesidades.
¡Ah!, para las otras cifras, las de imputados en las Cortes Valencianas, no he encontrado ninguna explicación.
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