Freddie de Tommaso y Mariangela Sicilia triunfan en una brillante ‘Luisa Miller’ de Mark Elder

La interpretación de la obertura de Luisa Miller a telón bajado, con buen criterio, permitió escuchar con atención una Orquestra de la Comunitat Valenciana de extraordinario sonido y cuidada expresión, dirigida con minuciosa pulcritud por Mark Elder, que se estrenaba en el foso como titular. Destacaba el solo de clarinete, y era el preludio de una brillante representación de esa obra. Ya había sido interpretada en 2008 bajo la dirección del desaparecido Lorin Maazel, primer director musical del teatro y responsable de la formación de una orquesta que continúa haciendo gala de altísima calidad. Era el pasado 13 de diciembre. Por desgracia, el sonido del mensaje de alarma de Protección Civil por lluvias torrenciales en los móviles a las 19.23, que atronó de forma masiva, avanzado el primer acto, emborronó la representación y hubo unos momentos de duda. Elder decidió seguir adelante y entró en escena Gianluca Buratto en el papel del malvado Wurm, nombre que en alemán significa “gusano”. Volvió a sonar la alarma en algún momento, pero con menor intensidad. A lo que parece, solo se oía en aquellos móviles que estaban encendidos, aunque estuvieran en silencio. Conviene insistir en que no es suficiente con silenciar los dispositivos en conciertos y representaciones de ópera; hay que apagarlos por completo. 

Si Elder debutaba en el foro, el tenor inglés de origen italiano Freddie de Tommaso lo hacía en el Palau de les Arts como Rodolfo. Con solo 32 años de edad, ya es artista exclusivo del sello Decca, ha cantado en el Covent Garden, el Liceu, la Scala de Milán y la Staatsoper de Viena. De poderosa figura escénica, posee una voz potente, clara, de rotundos agudos y gran fuerza dramática, que en algún momento recordaba a Pavarotti. Hizo una bellísima versión de la célebre aria Quando le sere al placido y un desgarrador tercer acto. No fue menos impresionante la Luisa de Mariangela Sicilia, quien ya había cantado en el Palau de les Arts en 2018 (Die Zauberflöte) y 2020 (Il viaggio a Reims). Desplegó una auténtica exhibición de dominio del filato y las agilidades vocales en el segundo acto y gran intensidad dramática en el tercero.

Luisa Miller, estrenada en 1849 en el Teatro di san Carlo de Nápoles, es inmediatamente anterior a Stiffelio, del año siguiente, y a la llamada Trilogía popular, integrada por Rigoletto, Il trovatore y La traviata. En Luisa Miller hay una clara evolución de un belcantismo inicial en el primer acto, que va evolucionando hacia una escritura lírica en el segundo y marcadamente dramática en el tercero y último por lo que respecta a los dos personajes principales, Luisa y Rodolfo. El libretista, Salvatore Cammarano, es autor también de los textos correspondientes a Lucia di Lammermoor, Roberto Devereux y Poliuto de Gaetano Donizetti. Para Verdi redactó además los libretos de Alzira, La battaglia di Legnano e Il trovatore. Por temor a la censura, Cammarano cambió el lugar de la acción de la Alemania original al Tirol, eliminó las alusiones políticas del texto de Schiller, y cambió el nombre del protagonista masculino, Ferdinand, para evitar que coincidiera con el del rey de Nápoles. Así, en lugar de Fernando fue denominado Rodolfo. No obstante, la versión de Verdi y Cammarano conserva el espíritu de la obra de Schiller, escrita en los años previos a la Revolución Francesa, contra los privilegios de la nobleza y los prejuicios de clase.

La dirección de escena de la argentina Valentina Carrasco, en esta coproducción con el Maggio Musicale Fiorentino, sitúa la acción en una fábrica de muñecas en la época de la revolución industrial, que vincula al carácter burgués de la historia. En cualquier caso, esa concepción convierte en burgués, aunque poderoso, al Conde de Walter, que aparece como el propietario de la fábrica. La escenografía de Carles Berga, con vestuario de Luciana Gutman e iluminación de Antonio Castro, es plásticamente atractiva. La acción se desarrolla en dos niveles: el despacho de dirección en la planta alta, y la zona de montaje, en la baja. El despacho está situado al fondo, pero se desplaza al primer término del escenario cuando es el lugar de la acción. Quizá lo más sorprendente es que, contra lo que establece el libreto, Luisa Miller no bebe el veneno que ingiere Rodolfo, sino que desaparece hacia el fondo del escenario en medio de la neblina y su padre queda lamentando su muerte y la de Rodolfo con una muñeca que parece ocupar el lugar de Luisa.

La representación tuvo un altísimo nivel por la cuidada dirección de Elder, que extrajo lo mejor de orquesta y coro, siempre con un sonido bien dosificado y cuidado. Los demás cantantes fueron extraordinarios en el aspecto técnico y artístico. Gianluca Buratto encarnó siempre con una perfecta línea de canto al despreciable Wurm. Maria Barakova, de espléndida figura escénica, estuvo muy bien en su papel de condesa Federica. También Germán Enrique Alcántara expresó con acierto los amplios matices del papel de Miller, el padre de Luisa. Magnífico, como siempre, Alex Esposito, bien conocido del público valenciano, que hizo un Walter lleno de fuerza. Muy bien Lora Grigorieva, del Centre de Perfeccionament, y Antonio Lozano, del Cor de la Generalitat. El público aplaudió con intensidad.