Una enorme tarta nupcial presidía el centro de la Plaza de la Reina de Valencia. Coronaba el gigantesco pastel una pareja simbolizando a unos recién casados, cuya altura, en contrapicado, se correspondía con la del Micalet. Tamaña bravuconada, ¿para qué? Pues para presentar el último espectáculo de La Cubana, Campanadas de Boda. Llegados desde Madrid, algunos de los actores del elenco artístico descendieron de una lujosa limusina blanca para bailar con sus trajes nupciales alrededor de la tarta.
¿Hacían el indio? Diríase que sí, a tenor del griterío que acompañaba sus pases alrededor de la hoguera que simbolizaba el pastel blanco y rosáceo. La Catedral, al fondo, enmudecía. Tambores de guerra, siempre en tono de parodia, contra la “parafernalia” que, a juicio de Jordi Milán, director del espectáculo, representan las bodas. “No nos reímos de ellas, sino de la parafernalia que montamos al casarnos”. En eso, después de todo, consisten los ritos: en la puesta en escena de aquello que representa algo muy valioso para los seres humanos.
La risa, por tanto, tiene su razón de ser. “Todas las bodas son puro teatro”, subrayó Milán. Y tanto más teatro, tanta más boda a representar, de ahí el espectacular montaje de La Cubana en la Plaza de la Reina, como adelanto de las Campanadas de Boda que traerán a Valencia. El Teatro Olympia acogerá la función del 24 de abril al 1 de junio, dos años después de ser estrenada en el Teatro Tívoli de Barcelona, adonde volverá para cerrar una gira que, cuando llegue a Valencia, llevará 630 funciones y 450.000 espectadores.
“Va de bodas y de bodorrios”, explicó Milán, tras su visera negra y sus gafas negras, sin aclarar la diferencia. En todo caso, quedó claro que una boda “es un gran espectáculo de teatro”. Y, como tal, La Cubana se lo monta a lo grande para dejar en buen lugar al teatro y, pese a todo, a la parafernalia que entrañan esas bodas parodiadas. Escrita y dirigida por Jordi Milán, Campanadas de Boda pone en escena la historia de dos hermanas que llegan a Valencia a finales de los 70 para montar un pequeño puesto de flores, que luego será un gran negocio llamado Mañicas Flowers. De lo que les sucede a estas dos mañas y sus correspondientes parejas, trata el espectáculo.
Música, baile, vodevil y humor de brocha gorda o fina pincelada, según lo requiera cada ocasión, son los ingredientes del menú con los que La Cubana parodian el rito nupcial. Se ríen “de los preparativos, de la distribución de los invitados, de los regalos” que, según Milán, dibujan la parafernalia del gran teatro que supone toda boda. En la Plaza de la Reina ofrecieron un aperitivo. El resto del ágape nupcial será servido ya dentro del Teatro Olympia a finales de abril, para permanecer en Valencia durante todo el mes de mayo. “Aseguramos dos horas de diversión”, remachó Milán. Y es que a la gente le va la marcha, sobre todo, por lo que se ve, si es nupcial.