Guastavino, el arquitecto de Nueva York, es reconocido en Valencia, su ciudad natal
“En la Escuela de Arquitectura no me hablaron nunca de Guastavino”, lamenta el arquitecto José María Tomás Llavador. Rafael Guastavino (Valencia, 1842 - Asheville, 1908) por fin ha recibido un reconocimiento público de su ciudad natal en una céntrica plaza, además, que se estrena remodelada. El Ayuntamiento de Valencia ha incluido en la plaza de la Reina una escultura, obra de Alfredo Llorens, dedicada al genial arquitecto valenciano que triunfó en Estados Unidos. “Un detalle importante”, señala José María Tomás Llavador, autor de la remodelación de la plaza.
Guastavino nació a pocos metros de donde ahora se ha situado su estatua, hijo de un ebanista de origen italiano. A pesar de ser definido tras su muerte como el “arquitecto de Nueva York” por el New York Times, su ciudad natal ha tardado en reconocerlo.
Tras una estancia en Barcelona, donde se formó en la Escuela de Artes y Oficios y de donde huyó con su amante y con una orden de busca y captura por alzamiento, Guastavino aterrizó en Nueva York en 1881 sin saber inglés. Allí se convertiría en una de las figuras clave de la arquitectura. Guastavino exportó las técnicas arquitectónicas mediterráneas que había aprendido, una tradición “muy valenciana y mediterránea” que consistía en “aligerar y facilitar la construcción de bóvedas”, explica José María Tomás.
El arquitecto valenciano patentó el Guastavino system de la construcción de la bóveda tabicada de ladrillo plano. También creó la Guastavino Fireproof Construction Company, centrada en la construcción de edificios resistentes al fuego tras los grandes incendios de Chicago en 1871 y de Boston en 1872.
El arquitecto construyó con el Guastavino system hasta 360 edificios en Nueva York y un centenar en Boston, entre otras ciudades. Eran bóvedas para fábricas, masías y fincas que suponían un importante ahorro económico, ya que no requerían de encofrado y eran resistentes al fuego. La resolución de Guastavino de las bóvedas —“uno de los grandes problemas de la arquitectura”, según Tomás— hizo fortuna.
“Introduce en la aplicación del cemento al ladrillo una fina capa de hormigón que hace de cascarón y añade mayor resistencia a la estructura”, señala José María Tomás Llavador. Aún se puede apreciar el diseño de sus bóvedas en edificios emblemáticos de Nueva York, como la Grand Central Terminal, la estación ferroviaria con mayor actividad del mundo, o la catedral de San Juan el Divino, además de la biblioteca pública de Boston o el edificio de la Corte Suprema en Whashington. También en Nueva York el zoológico del Bronx, Carnegie Hall, el edificio de la Reserva Federal o el puente de Queensboroug’s.
La ciudad natal de Guastavino recupera así una de sus figuras más internacionales y, paradójicamente, más olvidadas.
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