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Diez razones por las que València está mucho mejor con Ribó

Gustau Muñoz

Con el alcalde Joan Ribó, pero también -evidentemente- con Sandra Gómez y Jordi Peris, con Compromís, el PSPV y València en Comú, con el Gobierno llamado de La Nau, en definitiva. La gestión del tripartito que gobierna la ciudad de València, de momento, es claramente positiva, un éxito considerable, y la ciudadanía responde, como se puede comprobar en el ambiente, en las encuestas y en diversos signos, aquí y allá, que muestran que la ciudad ha dejado atrás una época oscura. Una época que puede parecer pleistocénica, pero que nos perseguirá largo tiempo. Y que fue un desastre, a pesar de la apariencia superlativa y la exaltación permanente de una gestión –la del PP- que congeló los problemas reales. Dicha gestión se basaba en el engaño y era vendida con una mercadotecnia peculiar, a medio camino entre las fantasías de los gabinetes de comunicación postmodernos y las argucias de los vendedores de feria, con la difunta Rita Barberá por bandera.

En València se puede decir que sí que se nota el cambio. No tanto tal vez como algunos querríamos, pero la historia -y el sentido común- enseña que las cosas no se hacen en dos días. Lo que cuenta es la orientación tomada, el camino iniciado, las decisiones de calado que darán fruto más adelante. Por supuesto, no todo es magnífico y exento se sombras, y en el presente repaso se verá que hay cuestiones que deberían enfocarse de otra manera.

Ya no se roba

Esto es decisivo: el nuevo gobierno es honrado y como el de la Generalitat y todos los gobiernos del cambio, mantiene un compromiso inequívoco y firme contra cualquier tipo de corrupción, incluyendo las corruptelas –que por ahí empieza todo. La financiación ilegal del PP municipal, y del PP valenciano en su conjunto, el enriquecimiento ilícito de algunos con las comisiones cobradas, es un capítulo penoso y horrible que se está dilucidando en los tribunales. Además de ser éticamente inaceptable y un fraude a la democracia, la imagen que la cascada de casos de corrupción ha proyectado de València es nefasta. Por eso conviene que el PP se tome su tiempo –estas cosas llevan tiempo- para regenerarse y reconstruirse con una nueva fisonomía y un nuevo discurso más acorde a los criterios democrático avanzados, a los que como sociedad debemos aspirar. Y esto la gente lo sabe.

Conquista del espacio público

Un aspecto simbólico, si se quiere, pero muy positivo ha sido la apertura de los espacios públicos de la ciudad, la conquista de espacios centrales –como la plaza del Ayuntamiento o el entorno de la Lonja- por la ciudadanía, en diversas ocasiones o de manera permanente, como un elemento de apropiación colectiva de la ciudad por sus auténticos propietarios, que son la gente, el ciudadano, que no debería ser sujeto pasivo, sino protagonista y beneficiario de la acción municipal. En esta misma línea va la preferencia dada a los peatones y la limitación del tráfico de vehículos en el centro histórico.

Relanzamiento de la Marina

Hay herencias envenenadas que no tienes más remedio que asumir. De estas ha habido unas cuantas en esta época post-PP. Por ejemplo, la Marina de València (afortunadamente le han cambiado el nombre obsecuente, que tanto habría indignado a Blasco Ibáñez). No sin problemas, ese espacio del Puerto se está transformando en un polo innovador, en un espacio de promoción de empresas basadas en el conocimiento, en un laboratorio de ideas que puede dar mucho de sí, con el concurso de la iniciativa privada y el impulso, desde la administración pública, de equipos imaginativos y solventes. Podría ser un ejemplo y un acicate para lo que debe hacerse en València, en el terreno económico, desde el Ayuntamiento: la promoción de la economía del conocimiento, la innovación, el aprovechamiento de las nuevas tecnologías, la creación de entornos favorables a la actividad económica avanzada a partir de activos tan formidables como los espacios libres y abiertos, la proximidad al mar, los equipamientos universitarios, el ambiente amable y un clima excepcional.

Movilidad sostenible

El anell ciclista de la ronda interior y la expansión de la red de carriles para bicicletas a tota la ciudad, con trazados racionales y conectivos, ha sido un acierto, pese a las críticas iniciales emanadas de las mentalidades más conservadoras y reactivas a los cambios. Es una gran idea aprovechar la condición física de ciudad llana y el buen tiempo que suele hacer para promover una forma de transporte tremendamente beneficiosa: no contamina, implica ejercicio físico, descongestiona el tráfico… Dentro de unos años el acierto será recordado y celebrado. Con iniciativas como estas València gana un plus de modernidad. De modernidad bien entendida: sensata y europea. Lo moderno hoy es ser informales e ir en bici, pero tener un alto nivel de formación y una mentalidad despierta, más interesada en los contenidos que en formas encorsetadas o convencionalismos. Hay que añadir asimismo en este apartado las mejoras de la EMT, que ya se van notando: una dirección muy competente, atenta a la mejora permanente del servicio y a la adecuación de líneas y horarios.

Servicios sociales

Se percibe también una intensificación de la actividad en servicios sociales, área

que debe examinar constantemente la eficacia de su acción. Las emergencias sociales, la ayuda a los sin techo, el empadronamiento de gente sin domicilio fijo, y tantas otras actuaciones, son básicas en una ciudad en la que existe un núcleo importante de población marginada y desahuciada. Nunca será suficiente el énfasis que se ponga en estas actuaciones –y no todo depende del Ayuntamiento. Pero se puede percibir que la sensibilidad del gobierno municipal en este campo es mucho mayor, como corresponde y era lógico esperar.

Buena gestión de les fiestas

El calendario festivo de València es denso, tal vez en demasía. Una incógnita era qué relación tendría el gobierno de izquierdas y valencianista con el “mundo fallero”. Y no solo con él. También con la Junta Vicentina, el Corpus, la Semana Santa Marinera y así sucesivamente. Desde siempre la derecha más rancia se ha apropiado de casi todas estas manifestaciones, en la estrategia de presentarse como los únicos y los auténticos valencianos. La interferencia eclesial, por otra parte, dado el carácter tan extremado de la Iglesia Valentina (que no ha digerido aún el Concilio y que se encuentra muy alejada del papa Francisco), no iban a poner las cosas fáciles. Sin embargo, la asignatura se ha superado con sobresaliente, gracias a la actitud abierta, decidida, valiente y franca de los responsables, empezando por el concejal de Fiestas, Pere Fuset. El clima integrador y distendido con que se han empezado a vivir estas cosas constituye una aportación notable a la normalización de la vida ciudadana.

Potenciación del valencià

El nuevo gobierno municipal parla valencià. Se ha superado aquella época diglósica y coenta en la que las autoridades no decía “ni mu” en valenciano y no hacían esfuerzo alguno para ayudar a la plena recuperación de la lengua histórica y propia de la ciudad. La realidad multicultural no puede ser excusa para no avanzar en una línea de dignidad colectiva y devolver el valenciano al lugar que le corresponde en todos los terrenos, especialmente en la vida social y pública. Es mucho todavía lo que queda por hacer en este ámbito. La rotulación comercial, las megafonías, los cursos de valenciano para extranjeros y para autóctonos, y una estrategia cultural más estructurada, harían mucho bien. El cambio en este terreno se nota, pero aún hay mucho camino que recorrer.

Plan del Cabanyal (los barrios)

Difícilmente se podía esperar un cambio a corto plazo en un barrio tan degradado y con tantos problemas estructurales como el Cabanyal, herido de muerte por el abandono y la obcecación del anterior gobierno municipal, que lo quería partir por la mitad y que, como no lo logró, lo dejó caer. El choque con la cruda realidad ha sido duro. ¿Cómo resolver la ecuación de casas ocupadas, población marginal, venta de droga, relanzamiento social y económico del barrio, reparación del tejido urbano y preservación del carácter de barrio popular (evitando la “gentrificación”)? Pues con un dispositivo mucho más potente que el que se ha puesto en juego hasta ahora. Los obstáculos legales, financieros, administrativos, burocráticos, se han de superar con una firme decisión política.

No es exagerado aseverar que el gobierno de izquierdas se la juega en el Cabanyal. Y también en Natzaret (para el que se han avanzado soluciones muy interesantes). Y en general en los barrios populares como Torrefiel, Nou Moles, Patraix, Benimaclet, Marxalenes, Malilla, Malva-rosa, Orriols, Sant Marcel·lí, etc. Todos deben percibir vívidamente que el gobierno municipal está con ellos y a su servicio. Que hace acto de presencia. Que escucha y hace las inversiones y las actuaciones necesarias. Que actúa día tras día para mejorar sus condiciones de vida.

El Parque Central

Lentamente va tomando forma el Parque Central. Se supone que algún día habrá una nueva Estación para resolver el enlace de la alta velocidad y desenmarañar el nudo ferroviario al sur de València. Esto depende de muchos factores, del Ministerio de Fomento, de la Generalitat y tal vez sobre todo de que un día los valencianos digan fuerte que “ya vale” y se enmiende el déficit de inversiones del Estado, tan sangrante. Hasta donde puede llegar el Ayuntamiento, que no es a todo, es importante que se vean resultados, como la adecuación del futuro Parque Central, y otras iniciativas que vendrían a completar el conjunto de espacios públicos con que cuenta la ciudad.

Un turismo interesante

Aprender de experiencias ajenas. Es muy conveniente. València, de momento, cuenta con un turismo interesante y no masificado. Frente al pan-turismo de algunos empresarios del sector, de los lobbies y de algún cargo político, conviene pensar bien los pros y contras de la orientación turística de una ciudad o de un país. No hace mucho, el economista y directivo del Consorcio València 2007 Ramon Marrades puso en duda la idoneidad del turismo de cruceros (lo hizo en términos racionales y con la libertad intelectual aprendida en las aulas de la Universidad) y fue poco menos que denunciado ante los tribunales por un delito de alta traición… El turismo debe ser sopesado, ponderado. Según algunos estudios económicos, no está tan clara su aportación la riqueza de una sociedad. Es una actividad de baja productividad, salarios bajos y servicios primarios. No obstante, como actividad complementaria es importante y debe ser potenciado. Desde un punto de vista racional, porque también es fuente de renta y la ciudad necesita actividad. No es la mejor opción y València nunca ha sido una ciudad turística, pero es un factor a considerar. El turismo actual es interesante: un turismo urbano, cultural, europeo y asiático, que valora y disfruta la ciudad. El ambiente, las calles, el toque de autenticidad que aún conserva València y que habría que preservar. La gastronomía y todo eso. Muchas familias enteras atraídas tal vez por lo que les contaron sus hijos de cuando fueron “Erasmus” en València… Hay que cuidar este turismo y evitar la masificación tan brutal que ahoga a ciudades como Barcelona. El turismo en València, hasta ahora, es positivo y se mueve en unos parámetros

aceptables. El Ayuntamiento ha hecho una contribución adecuada, pero debe vigilar.

Final

Este breve repaso no pretende, ni podría, ser exhaustivo. Como es lógico, deja fuera multitud de cuestiones como, por ejemplo, la política cultural –que podría mejorar-, la orientación económica de conjunto –que debería ser preocupación básica en la línea de promover un distrito tecnológico-, la rehabilitación integral de Ciutat Vella –aún llena de solares abandonados y edificios ruinosos-, o las acciones dirigidas a sacar partido de las universidades –València cuenta con dos universidades públicas con muchos miles de estudiantes y profesores-. El balance de los dos primeros años del gobierno del cambio en València es positivo, pero ni por un momento se debe relajar. Es mucho aún lo que queda por hacer, muchas promesas que cumplir, muchas demandas sociales a satisfacer. A veces se echa en falta una explicación más articulada del proyecto de ciudad, del urbanismo y del plan de conjunto que se pretende llevar a cabo de cara al futuro.

Pero más allá de la exigencia crítica, por un momento, digamos: ¡ah, que bien, estos sí que nos representan! Y no lo están haciendo nada mal.

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